Natividad con Szymborska

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Natividad con Szymborska

Todo lo que es, ha sido. No puede ser borrado: Luz, opacidad. Tonos. Presencias. Cavilo esto mientras acomodo las tazas de porcelana en casa. Te escribo desde un hoy que se disuelve y que en esa disolución da a luz, porque algo emerge todo el tiempo. 

Sé que me disculparás por no haber colocado un nacimiento donde nazcas en tus 89 años. Pero lo tengo, en mi cabeza brilla: te veo hecha ovillo, dormida en una cuna que por cubierta tiene agujas de pino. Estás arropada por una manta de fuego y agua. Velan tus sueños organismos diminutos que ondean sus coronas sagradas mientras te miran. 

No faltas en mis días. Me corriges las planas, me tuerces la mano para que regrese al camino donde todo fluye. Me llenas de la santidad que se arma con el barro y los deshechos, con el oro y la saliva.

Nazco Wislawa, de nuevo. Y tomo aire, tomo fuerzas. Me deslizo hacia otro momento: una mesa larga que reúne ánimas y cuerpos. Sus voces, sus narraciones; una discusión, otro dolor, alguna queja. Y de vuelta a la sonrisa de los naranjos que ella en su amor plantó en el jardín. Y de vuelta a una voz con un abrazo que que me arrulla en su cama herida. 

He aprendido a amar la asimetría, las heridas; a bienvenir la tormenta de mi voz. A caminar por la noche mientras miro una luna de vainilla sin más que compartir sobre los rompecabezas emocionales y las líneas de un trazo que une vidas y superficies.

Hoy el cielo esplende por encima de las tragedias de escala humana, querida Szymborska. -Todo ha sido comprendido. Pareces decir esto desde tu ensueño y te cubres bien para seguir en el descanso.

Hoy cumbres me acarician los ojos. Pieles con distintas texturas en la familia, zurcen mi traje terreno. Veo alturas, formas, tallas y colores de cabelleras desde donde se prenden las estaciones del año. 

Todo nace. En el desierto también hay flores este invierno Wislawa: cactáceas sutiles. En el bosque también hay floración en este invierno: orquídeas rosas y blancas en sus pequeñas tallas.

Todo el mundo natural envía señales, como lo escribiste alineada con voces cósmicas. Y camino en él con mis piernas de árbol, de duda, de amor, de viaje, de conversación.

¿Qué más ha nacido hoy, querida Szymborska? ¿Qué ves desde tu sueño? Acaricio en mi mente tus cabellos de invierno en esa cuna que olorosa, perfuma tu espíritu. 

Espero a leerte en el mundo ahora que entro, de nuevo, en él, guiada por las señales que dejaste. Se abre la carretera de frente, en un horizonte de una suave y ondulante esencia metálica. 

claudiadesierto@gmail.com