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Comunicaciones

Don Benito Juárez, pese a tantos tratos que tuvo con los americanos, a los que más de una vez debió que los conservadores le hicieran lo que el aire a Juárez, no quiso nunca que los vecinos del norte se aceraran mucho al sur. “Entre México y los Estados Unidos -solía decir-, el desierto”. Fue por eso que hasta la época de don Porfirio, y viendo que México no tenía los capitales que se requerían para la magna obra de tender líneas de ferrocarril, el Gobierno dio concesiones a ciudadanos norteamericanos y de otras procedencias para establecer el servicio ferroviario.

Saltillo quedó integrado al Ferrocarril Nacional Mexicano, de Mr. Sullivan y Mr. Palmer, en 1883. De vía angosta era el tal ferrocarril. El tendido de los rieles se inició en Nuevo Laredo en noviembre de 1881. Llegó a Lampazos en abril de 1882, a Monterrey en agosto de ese mismo año y a Saltillo en septiembre del siguiente.

De Saltillo salía el tren a Monterrey a las 7.10. Llegaba a Ramos Arizpe a las 7.40, a las 8.15 estaba en Ojo Caliente, en Rinconada a las 9, en Santa Catarina a las 10.27, en Estación Leona a las 10.34, en San Jerónimo a las 10.40, en la actual calle de Gonzalitos a las 10.45 y, finalmente, llegaba al centro de Monterrey a las 10.50. De ahí salía a las 11 y llegaba a Laredo a las 19.30. Los pasajeros comían en el bello pueblo de Bustamante, única estación entre Monterrey y Laredo en la que había fonda.

El servicio de correos funcionaba en forma muy precaria. Todos los días había salida de correspondencia a los Estados Unidos, por ferrocarril. Los lunes podían enviarse cartas o pequeños paquetes a Cedral, por correo de a caballo; los martes a Parras, los miércoles a Monclova, vía Lampazos; los jueves a “el interior”, vía Laredo; los viernes a Mazapil y a… ¡la villa de Arteaga!

La Compañía Telegráfica-Telefónica del Norte tenía un buen número de suscriptores con teléfono en Saltillo.

Importantes aclaraciones hacía tal empresa, como la que consistía en decir que “los números que están con las señales de letras, están construyéndose”. Luego daba a los usuarios “instrucciones necesarias para el buen servicio”.

“1o.- Antes de llamar, fijarse bien en el número que va a pedir.

2o.- Dar vuelta al manubrio antes de quitar la trompetilla o audífono.

3o.- Terminada la conversación, colocar la trompetilla antes de dar la señal de desunión.

4o.- No olvidar de dar esta señal si se quiere evitar equívocos.

5o.- Exige el buen servicios que los suscriptores se abstengan de conversar con los empleados de la oficina central, pues distraen su atención.

6o.- Para evitar pérdida de tiempo, indicar solamente el número de la persona con quien se desea comunicar, sin emplear más palabras.

7o.- No debe tocarse la campanilla mientras estén comunicados dos suscriptores, pues cualquier llamada de aquella sería señal de desunión”.

Y la instrucción más importante de todas:

“No debe usarse el teléfono cuando haya una fuerte tempestad”.