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Al nueve nadie lo mueve
Las mujeres son una mayoría silenciosa. Seres humanos que, oprimidas brutalmente por los hombres, llegan incluso a aceptar su victimización sin preguntar, sin protestar, sin enojarse, porque si se enojan corren el riesgo de la venganza masculina.
Esa venganza que se traduce en control, la más grande expresión de dominación. Esto ha sido y seguirá siendo la regla jerárquica que perpetúa el que la sociedad acepte esa violencia como algo imposible de controlar o eliminar.
Ya en este espacio hemos escrito hasta el cansancio sobre estadísticas de abusos del hombre sobre la mujer. De la falacia burocrática que los hombres han creado desde su visión machista para... ¡proteger a las mujeres! De cómo los cargos dirigentes en la política obedecen a cualquier cosa menos a un deseo auténtico de dar a las mujeres lo que en derecho les corresponde.
De cómo el amor y la violencia se han entrelazado tanto que las mujeres temen que eliminar la violencia conduzca a la pérdida del amor. Sí, así como lo leyó. Si se acaba el amor porque las mujeres rechazan la violencia, los hombres las hacen sentir que fue culpa de ellas.
Y es que los feminicidios, de tanto ocurrir, parecen ya parte de nuestra vida cotidiana. Un día sí y otro también, surgen los casos de mujeres asesinadas. Cada uno es más terrible que el anterior. Y al final sucede lo de siempre… promesas de políticos que nos dicen que ahora sí va en serio la decisión de combatir la violencia en contra de ellas.
Pero parece que algo puede cambiar. La convocatoria, lanzada desde Veracruz por el colectivo feminista “Brujas de Mar” para que las mujeres participen el próximo 9 de marzo en un paro nacional bajo el lema de “El nueve nadie se mueve”, busca que ese día las mujeres no realicen ninguna actividad productiva o laboral. Una forma de visualizar la violencia masculina contra las mujeres.
Por supuesto que algunos hombres, y también muchas mujeres, se lanzaron a desacreditar el paro. El presidente Andrés Manuel López Obrador encontró que pudiera ser la única línea de defensa que algunos necesitan en contra de la 4 T, y de inmediato desacreditó el movimiento asegurando que “está la derecha metida, los conservadores. Así también hay oportunistas, estoy viendo que hasta los partidos, por respeto no voy a decir qué partidos, pero se pasan”. Se equivoca AMLO, sin duda, porque si una mano está metida, esa es la de los hombres. La que asesina, la que viola, la que golpea.
Quizás no le falta razón en algunos aspectos al Presidente, me refiero al oportunismo político de personajes como el gobernador de Coahuila, Miguel Riquelme, que de pronto se volvió protector de la causa feminista. Pero lo hace muy tarde porque los feminicidios en estas tierras tuvieron en 2019 su más grave índice en la historia: 25 feminicidios aceptados. Es ese mismo gobierno que criminalizó a la alcaldesa priista de Juárez, Coahuila, cuando hicieron circular versiones de haberse coludido con un empresario que la asesinó, y cuando se enteraron que la muerte de la alcaldesa era un feminicidio –y no una acción de crimen organizado– pareció respirar tranquilo sin que nadie de administración o su partido se atreviera a defenderla.
Luego está el caso del Manolo Jiménez, alcalde de Saltillo, espontaneo apoyador de “El nueve nadie se mueve”, cuando hace una semana no le alcanzaban las explicaciones ni sus bots para decir que un mural pintado en el centro de la ciudad sí violaba pero no violaba las leyes, y que aunque no se respetaron los reglamentos municipales, él, en un ejemplo de magnanimidad romana, no aplicaría la ley: un Jackie te perdono, diría Manolo.
Por eso es que parecería que “Al nueve todos lo mueven” –aunque estoy seguro de que “Al nueve nadie lo mueve”–, siendo ésta la única ocasión y oportunidad, desde que recuerdo, en que esta especie de formación opositora en contra de la violencia de los hombres pudiera empezar la formación de un cambio radical. La ocasión única para que sus eternos opresores vean, en el movimiento feminista, la fuerza que ponga fin a la violencia. Por supuesto, si es que el deseo real es el de progresar y el de transformar nuestra terrible realidad actual. En resumen, espero que “Al nueve nadie lo mueva”.