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Suprema combi de justicia de la nación
La semana pasada se viralizó un video en donde un grupo de personas, pasajeros de una combi del transporte público, golpean brutalmente a un hombre que los intentó asaltar en la Carretera México-Texcoco, muy cerca de la Ciudad de México.
El hecho fue captado por una cámara instalada en el vehículo en donde se observa al asaltante robando sus pertenencias a los usuarios, pero la persona que lo acompañaba no logra subir a la unidad. Al percatarse, el delincuente intenta bajarse del vehículo, pero uno de los usuarios le impide la salida, tropieza y en ese momento empieza a ser golpeado brutalmente hasta que lo dejan inconsciente. Aplicaron su propio estilo de justicia (sin juicio legal de por medio) actuando como una especie de Suprema combi de justicia de la nación, aplicando su propia visión de la justicia.
Y es que la impunidad en México es tan grande que, de este hecho, nadie (ni los delincuentes ni quienes golpearon) está detenido por esta agresión, “Fue Fuenteovejuna”, todos y nadie masacraron a esta persona.
Hago referencia a “Fuenteovejuna”, obra inspirada en los hechos ocurridos en 1476, cuando sus pobladores se convirtieron en una pandilla tirana y justiciera que acabó con el yugo que los azotaba, linchando y matando al comendador, Fernán Gómez de Guzmán, un truhan que abusaba de su poder.
Esto motivó una investigación ordenada por Fernando V de Castilla, rey de España, para dar con él o los responsables del crimen. En las audiencias, la totalidad de la villa asume la responsabilidad y en los interrogatorios sobre ¿quién mató al comendador?, el pueblo contesta al unísono: ¡Fuenteovejuna, señor!
Este drama inspiró a Lope de Vega, creador del teatro español y uno de los más prolíficos dramaturgos de habla hispana, a escribir “Fuenteovejuna”, su principal obra, la historia del levantamiento de un pueblo que consideraba que esta acción “ilegal”, restituía la justicia y acababa con la impunidad.
Eso está sucediendo cada vez con mayor frecuencia en México, en donde nos enteramos de grupos de población haciendo justicia por su propia mano. Sé que tiene a muchos mexicanos desesperados y con facilidad perdemos el control, convirtiendo a muchos en jueces y verdugos. Asaltos, asesinatos y todo tipo de crímenes quedan casi siempre en la impunidad, generando una frustración al ver a los delincuentes salirse con la suya y que además muchas veces tienen la ayuda o la negligencia y lentitud del sistema judicial, llámese policías, agentes del ministerio público y jueces.
Y es que, si algo ha quedado demostrado a lo largo de la historia, es que cuando los ciudadanos ejercen una acción supletoria para combatir la violencia, solo se genera una cosa: más violencia. Además, los llamados “linchamientos” se hacen sin la menor intención de preservar la vida de los acusados. Así que, imagínese usted que si en el sistema judicial vemos a inocentes sentenciados y a culpables exonerados, qué pueden esperar quienes quedan en medio de la locura colectiva. Se trata pues, de actos igual o más criminales que los hechos que provocaron los linchamientos.
Yo entiendo, o quisiera entender, estamos regresando a tiempos que creíamos superados, en donde cada quien tomaba justicia por su propia mano, a las épocas del “ojo por ojo”, a la irracionalidad, la pasión y el deseo de sangre, todo en aras de procurarse una justicia que no llega por los canales institucionales. Esto es intolerable, injustificable y a todas luces atenta contra las normas mínimas de convivencia social.
Sigmund Freud en su obra “Psicología de las masas y análisis del yo”, asegura que la multitud es impulsiva, cambiante e irritable y se deja guiar casi exclusivamente por lo inconsciente. La masa posee un sentimiento de omnipotencia y, al mismo tiempo, es influenciable y crédula. Sus sentimientos son simples y llegan rápido a los extremos. Por el contrario, los individuos son inteligentes y reflexionan y actúan menos por instinto. Así que tengamos cuidado, pues existe un hilo muy delgado que, en medio de este ambiente de hostilidad social, nos puede conducir a caminos inesperados. Ahí está la frase de William Shakespeare: “Si las masas pueden amar sin saber por qué, también pueden odiar sin mayor fundamento”.
@marcosduranf