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El índice del miedo
En la pantalla -de las ocho que tenía frente a él- un robot en NY que descifraba los algoritmos del desempeño de un mundo de instrumentos de inversión, había elevado en vertical casi hasta salirse de la gráfica, una ominosa línea roja.
Les platico: El experto financiero con quien hablaba me explicó que ese era el “índice del miedo” y era el único que escalaba hasta las alturas, mientras las otras líneas que representaban el desempeño de la economía, se mantenían -si bien les iba- estables y en ciertos momentos, desplomadas.
Con el tiempo he aprendido a leer la realidad nacional sin improvisaciones ni autoengaños. Eso le da a mi perspectiva de las cosas una versión muy cruda, que cuando la expreso se vuelve inevitablemente irreverente.
Lo que ayer al mediodía leía en esa pantalla era el reflejo de un nuevo orden mundial, que muchos en México no acaban de aceptar y menos, de entender, y peor aún, de asimilar y llevarlo a sus vidas.
Sigo escuchando y leyendo a los “optimistas de la 4T” que de pronto creo que tienen los ojos que yo no tengo, al afirmar que para finales de este año, la normalidad habrá vuelto a nuestras vidas.
Y como si eso fuera verdad, ahí está Fernández Noroña peleándose como solo él sabe hacerlo, porque no le dieron la presidencia de la mesa directiva de la Cámara de Diputados y se la entregaron a Dulce María Sauri, porque le tocaba.
Y leo -para desgracia del mismo Fernández Noroña- a López Obrador decirle que “nada de marrullerías” al condenar las artimañas del PT buscando esa anhelada presidencia.
Y pienso: ¿Se habrán dado cuenta esos personajes que están dirimiendo sus diferencias como si el bicho no hubiera llegado a México para sentar sus reales, por lo menos, hasta el 2024?
La primera pandemia universal del siglo 21 se adueñó de la salud de millones -y de la vida de miles- y en México el gobierno toma decisiones que buscan mantener a la 4T en el poder, por sobre todas las cosas, porque déjenme decirles que la alianza del PRI con Morena es un hecho consumado, de ahí que los verdaderos artífices de la corrupción del sexenio pasado, sigan tan campantes -uno, el principal- con su novia en España y el otro -Videgaray- jugando tres veces a la semana 18 hoyos en tres campos de golf distintos del Estado de México.
El “índice del miedo” que Cristian Delgado me mostró ayer en una de sus pantallas, es un elemento importantísimo en la vida de México y sugiero aplicarlo a:
1.- Morena, ante el riesgo que tiene de perder el control del País en las elecciones del próximo año.
2.- Empresarios, por su reticencia a participar en política para fungir como el necesarísimo contrapeso que México requiere.
3.- Sociedad civil, por su tendencia a denunciar sin dar la cara; a criticar sin querer que se sepan sus nombres; a esconder la mano que tira la piedra (a ti te lo digo, Pablo Zubieta), a arengar a otros para que le partan su madre al gobierno mientras ellos se quedan en sus casas a ver el borlote desde el confort de sus computadoras, celulares y tablets.
4.- Partidos políticos, por su proclividad a extender la mano y recibir las carretadas de millones que van a parar a los bolsillos de sus dueños.
Dominados por la prisa de estos días, sucumbimos al show del dolor y somos presas del drama individual del rating.
Vemos a los crímenes producto de la rampante inseguridad como un espectáculo colorido.
La manipulación parece ser la constante de este nuevo orden mundial. En México, los millones de pobres -más, debido al bicho- ahí están, esperando a que el gobierno protector y populista de Morena DETONE sobre ellos los tesoros de su corazón… y de nuestros impuestos.
CAJÓN DE SASTRE
“Entonces, si el miedo nos domina, midámoslo, porque lo que no se mide, se sale de control”, dice la irreverente de mi Gaby.