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Llegó ‘el Día D’ en la contienda electoral de EU
La noche de hoy, al menos en teoría, sabremos si Donald Trump consigue permanecer otros cuatro años como principal inquilino de la Casa Blanca o si, por el contrario, se incorpora a la cortísima lista de presidentes estadounidenses que no han logrado la reelección.
Y decimos “en teoría”, porque la inusual cantidad de votos emitidos de forma anticipada y por la vía postal en esta histórica elección hace prever, de acuerdo con el pronóstico de no pocos analistas, un largo recuento de sufragios que podría implicar el retraso de la declaración de un ganador.
Más allá de las estadísticas, sin duda la jornada electoral de hoy en Estados Unidos implica un hito histórico para nuestro vecino del norte debido a que la selección de su próximo presidente ha sido marcada por una de las peores polarizaciones sociales de su historia.
En no pocas ocasiones, el presidente Donald Trump ha señalado que se está fraguando un “fraude” electoral y ha sido ambiguo al responder a la pregunta de si aceptará los resultados en caso de resultar derrotado.
La rijosidad de Trump y la animosidad de buena parte del electorado que le respalda hacen temer a muchos la exacerbación de los ánimos en la etapa postelectoral, es decir, les hace temer la posibilidad de que ese país entre en una etapa de inestabilidad política.
Para quienes vivimos en México eso es mucho más que un hecho anecdótico, pues se trata del país con el cual compartimos más de tres mil kilómetros de frontera y que es nuestro principal socio comercial. Un clima de inestabilidad en Estados Unidos no puede ser una buena noticia para nadie, pero ciertamente es una muy mala noticia para nosotros.
Habrá quien crea, a partir de la tradición electoral mexicana, que la turbulencia postelectoral es “algo normal”, pero ciertamente no estamos hablando de las mismas cosas cuando consideramos la posibilidad de atestiguar una turbulencia de este tipo en el vecino del norte.
Que la marcha “normal” de la sociedad estadounidense pudiera desestabilizarse tiene implicaciones muy graves debido a la forma en la cual los derechos se ejercen y defienden en el vecino EU.
Desde luego, a los mexicanos no nos queda más remedio que ser espectadores de lo que ocurra y esperar que la tormenta se conjure. Pero si esta llegara a concretarse es necesario que nuestro gobierno tenga muy claro cómo va a reaccionar ante la eventualidad.
Será un día tenso, marcado por el nerviosismo e inundado por la especulación. Al final, como debe ocurrir en las democracias, habrá un resultado y es de esperarse que, con independencia del ejercicio de los recursos legales dispuestos para ello, los actores políticos relevantes de ese país se sometan al mandato de las urnas.
El “Día D” para la democracia estadounidense es un día trascendente para la democracia del mundo entero y a todos debe importarnos que se garantice el derecho de la ciudadanía a votar, que los votos sean correctamente contados y que al final, así sea por un voto, quien resulte ganador sea reconocido por sus oponentes. Pero podría no ser así y eso inyecta enormes dosis de incertidumbre en el futuro inmediato.