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A 14 años del 9/11
El terrorismo es un problema grave, pero no el mayor de los problemas que padece el planeta. No, al menos, en términos de las muertes que provoca. Y sin embargo, a veces diera la apariencia de que sí lo es desde la perspectiva de las sociedades que mayormente lo sufren, desde la visión de los millones que tenemos contacto indirecto con atentados a través de medios y redes, o incluso considerando la posición que el tema ocupa en la agenda de seguridad internacional. Ello ocurre porque el terrorismo no es guerra material sino psicológica. Su impacto no siempre está relacionado con las muertes que produce, sino con el miedo colectivo que genera. Eso hace que a 14 años del 9/11, el mundo siga con las imágenes frescas de las torres desmoronándose, con todo el terror y desesperanza que esas imágenes provocan.
El Índice Global de Terrorismo reporta que en la actualidad hay cinco veces más actos terroristas que en 2001. Las muertes por esos ataques se elevaron de 11 mil 133 en 2012 a más de 22 mil en 2014. Mientras que 80 por ciento de las víctimas por terrorismo se producen en sólo cinco países: Irak, Afganistán, Pakistán, Nigeria y Siria, en 2013 ya 55 países sufrieron al menos un ataque terrorista. El reporte indica que las estrategias militares han demostrado ser ineficaces en el combate al fenómeno. De hecho muy probablemente han contribuido a su incremento. La concentración de la mayor cantidad de ataques terroristas se da en cuatro de los países que tienen o tuvieron algún tipo de relación con la guerra contra el terrorismo implementada desde 2001. En cambio, las estrategias más eficaces en la reducción del terrorismo incluyen el empleo adecuado de las policías, y por otro lado, establecer procesos de paz que reducen la radicalización.
Parece que hemos aprendido poco. Por ejemplo, ISIS, es hoy reconocida como la mayor amenaza terrorista. De acuerdo con las investigaciones arriba señaladas, las mejores estrategias para combatirle tendrían que incorporar procesos de pacificación tanto en Siria como en Irak, así como el apoyo de organizaciones internacionales y potencias para el fortalecimiento de las instituciones de esos dos Estados. El problema es que para ello, lo primero que tendría que ocurrir es que las potencias internacionales enfrentadas tendrían que ponerse de acuerdo.
En contraste, la estrategia actual de combate a ISIS consiste en bombardeos de varias potencias en Siria e Irak con apoyo terrestre de milicias locales. Esa estrategia podría reducir las capacidades materiales de esa organización. Lo que no se reducirá es el uso de tácticas terroristas que seguirán emergiendo desde al menos dos vertientes: (a) Mientras los componentes de los conflictos que dieron origen a ISIS sigan vigentes, permanecerá el potencial de ataques terroristas a nivel local, (b) En la medida en que no se entienda que el terrorismo no es guerra material, sino psicológica, y siga siendo combatido exclusivamente a través de estrategias materiales, grupos como ISIS o Al Qaeda tendrán el potencial de sobrevivir y crecer, a través de su nombre, sus símbolos y su capacidad de golpear la psique de nuestras sociedades. A 14 años del 9/11, habría que reflexionar en ello.
Twitter: @maurimm