Usted está aquí

275

La suerte del principiante:

desplegaba el universo,

mas se equivocó en un verso

y se derrumbó al instante.

 
276


El amor, según he visto,

no invierte todo su monto:

no hay que pasarse de listo,

pero tampoco de tonto.

277

A tiempo ciñe a las sienes

la coyunda del cuidado:

copa y cópula te han dado

el cimiento que ahora tienes.

Te encadenas a la mesa:

la obra apenas empieza.

278

No necesita engañar,

el varón está engañado:

después de todo el azar

es el mismo en ambos lados.

279

Aunque imprime fecha y huella

hasta el más mínimo acto,

colige, cándida puella:

no es clandestino este acto.

280

Tantos lectores: alguno

habrá de leer un día

alguna página mía:

sólo una, sólo uno.


281

Muere uno por decencia

y no por necesidad;

es toda la libertad

que se otorga a la conciencia.

 
282
 

Era una moneda de oro,

a nadie le caía bien:

99, no cien

fue en la alcancía del decoro.

283

Yo no ambiciono la vida

eterna, sino la muerte

eterna: la buena suerte,

la fortuna sin medida.


284

¿Es la cursilería

el remedio de la brutalidad?

-El clavel en la boca del fusil-.

Más bien es su remedo.