ABC de RP y medios para políticos viscerales

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ABC de RP y medios para políticos viscerales

Otro de los flancos débiles del flamante inquilino de la Casa Blanca es el pobre manejo de su relación con la prensa.

Antes debo de admitir algo: los periodistas pueden, saben y llegan a ser unos auténticos “hideputas”, sobre todo cuando les mueven convicciones alejadas de la afanosamente pretendida objetividad.

Sin embargo, ello no ha obstado para que algunos políticos salgan perfectamente librados y su imagen sufra un desgaste mínimo al término de su gestión, lo cual no se consigue necesariamente a billetazos, sino con una relación que no tiene por qué caer en la complicidad. Basta con aplicar algo que, hasta eso, es gratis y se llama respeto.

Pero Trump (como muchos otros chaparros de su calaña) ve en todo aquel que le hace señalamientos a un enemigo jurado. No soporta una observación que no sea lisonjera y no admite comentario que no sea afín a su ideología.

Este tipo de “líderes” sufren de miedo crónico y de una inseguridad tan arraigada que sencillamente no sirven para ocupar el cargo al que han llegado por obra de la suerte o de la truculencia, porque en vez de ocuparse en sacar adelante un proyecto, una visión, están excesivamente preocupados por la percepción que se tiene de ellos.

Y nadie niega la importancia de cultivar una imagen cuando se es una figura pública, pero dicho esfuerzo debe ser proporcional. Es decir, ni debe ocuparnos más presupuesto del estrictamente designado para ello, ni más tiempo, ni más personal, ni más seso, incluyendo todas las crisis de comunicación que se puedan presentar.

Después de eso ya cualquier inversión resulta inútil. Sólo hay que aceptar el hecho de que habrá quienes sencillamente estén en desacuerdo, por las razones que sean, y ni modo. Gastar de más para sumar algunos encomios facilones no sirve de nada porque la prensa vendida apesta y nadie la compra.

¿Y qué si a Meryl Streep le da por interpelarnos en una entrega de premios? Ponérsele al “tú por tú” a un intelectual, artista o celebridad nunca es el movimiento más inteligente. Tomarse la molestia de contestarle a cada voz disidente pone en entredicho la credibilidad de todo un Gobierno, por no decir que crea una reputación de fascista intolerante.

Mucho le llovió en críticas a la naciente administración de Donald Crush –¿o es Orange Trump?– porque la primera intervención oficial de su vocero fue para “desmentir” (con “hechos alternativos”) que la ceremonia de inauguración había sido un evento desairado.

La cobertura de CNN pudo ser oportuna o bien maliciosa, pero ponerse a dirimir cada trivialidad y, sobre todo, antagonizar con la prensa y asumirla una fuerza enemiga, es de una torpeza política que vale la pena atestiguar acompañado de un bote grande de palomitas.

Ahora, como ya es tradición en la Nación Petatiux, le suplico que descienda de nivel unos siete u ocho escalones en la escala del desarrollo y se sitúe en nuestra tercermundista realidad:

Aquí en Coahuila, los cogobernadores de este sexenio de 12 años, los hermanos Moreira, sostienen actualmente una curiosa relación con los medios. Al día de hoy Humberto Primero, “El Bailador”, amenaza con demandar penalmente a cualquier periodista que se atreva a poner en duda su honorabilidad, sin importar que ocho de cada cinco maleantes que caen en manos de la justicia gringa lo señalan como el núcleo de una célula de corrupción y delincuencia.

Pero, según Humberto, ello no es sino meras ganas de joder de periodistas, tanto locales como de relevancia nacional, para todos los cuales tiene muchas amenazas, improperios y denuncias penales.

Su carnal, relevo y actual Gobernador, Rubén, ahora culpa al trabajo de los periodistas coahuilenses de haber ahuyentado algunas “inversiones” extranjeras con la consecuente pérdida de chambas que esto representaría.

De acuerdo con su Augustísima Majestad, las empresas transnacionales no calculan sus estrategias de inversión en el extranjero con base en sesudos estudios de factibilidad y conveniencia, con cifras y datos duros rigurosamente recabados. Sino que de buenas a primeras abren la página de VANGUARDIA, y si ese día escribe digamos un Enrique Abasolo y comparte con sus lectores su agorera visión sobre el estado de las cosas, San se Jodió todo porque los empresarios arrían sus velas, dan un golpe de timón y se regresan a su lugar de origen espantados con el escenario que desde los medios y las redes sociales hemos dibujado de este Coahuila con Energía que el “moreirato” nos regaló.

No es la primera vez que Rubén se queja del trato que él o su administración reciben de los periodistas (de hecho, con bastante frecuencia se ha quejado hasta de cómo lo dibujan los artistas del cartón político), como tampoco es la primera vez que Humberto le declara pleito legal o de barrio a algún comunicador que se atreve a hacerle señalamientos perfectamente legítimos.

En todo su derecho están. El periodismo escrito, electrónico o digital no es intocable ni tiene por qué serlo. De hecho, es mil veces más profesional el ejercicio que admite derecho de réplica y que asume su responsabilidad social.

Pero lo que mucho me asombra de que los Moreira se estén quejando de la prensa es que es precisamente en publicidad y en medios que ellos se han gastado millones y millones y millones de pesos. El actual régimen ha facturado en este rubro una cifra de la que de hecho jamás tendremos una estimación real.

Después de los funcionarios, el de periodistas es el gremio en el que más individuos se han hecho de un patrimonio indebido e incluso de verdaderas fortunas durante el “moreirato”.

¡Todo para que después de tanto dispendio nos salgan con que ni siquiera tienen la prensa a modo, como ellos quisieran!

Ojalá que antes de dilapidar el tesoro del Estado hubieran entendido lo que comentamos líneas arriba: que lo que no se consigue con respeto, no se compra a billetazos.

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