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El pasado 21 de agosto de 2016, hablé por primera vez en este espacio sobre una conductora, locutora y empresaria nicaragüense, residente de nuestro país desde hace muchos años y con gran presencia en medios de comunicación. Me refiero a Martha Emelina Debayle Alaniz, mejor conocida por su primer nombre y su primer apellido y quien, en aquel momento, tuvo su primer escándalo nacional cuando declaró: “Esto es probablemente lo más fuerte que te voy a decir: yo no hago radio para gente jodida, Martha Debayle Home no es para gente jodida... las revistas que hacemos no son para gente jodida...”
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Después del gran debate que se generó en torno a sus declaraciones, la productora de BBTips, trató de defenderse diciendo que “…tendemos a subestimar la inteligencia del consumidor mexicano…nosotros en la compañía hacemos todo lo que hacemos para gente de primera, y eso no tiene nada que ver con el nivel socioeconómico…todo el mundo en este país merece saber que su umbral de merecimiento es mucho más grande de lo que creen, aunque nunca nadie se los diga”. Es decir, Martha trató de remediar la situación tapando sus declaraciones clasistas con mucha más palabrería.
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En aquel momento, apelando a su larga trayectoria y su talento como empresaria, formulé una teoría en la que yo afirmaba que Martha Debayle había generado todo este escándalo sabiendo que los complejos colectivos que solemos padecer en México harian que sus declaraciones le ofrecieran una inmensa publicidad gratuita a una línea de productos que estaba lanzando, esos días, en una lujosa tienda departamental. Pero meses después se viralizó en redes sociales un video en el que la Debayle conversaba con Salma Hayek y Eugenio Derbez antes de una entrevista que les haría en radio con motivo de la más reciente película de este par de actores mexicanos. ¡Y las cosas cambiaron para siempre!
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Diciendo un montón de malas palabras, preguntando a Salma Hayek sin no le cag…”molestaba” ser chaparra, hablando de marcas de lujo (como si la Hayek no estuviera casada con el dueño de un emporio de súper marcas), hablando en inglés y diciendo, medio en broma medio en serio, que Salma la copiaba en todo, Martha Debayle quedó ante los ojos de la opinión pública como una mujer lucida, súper clasista y sobre todo, sumamente acomplejada. Si la conductora es bien educada, empresaria exitosa, guapa y conocida ¿por qué sintió la necesidad de dar el espectáculo de “dama de gran mundo” frente a una mujer que está tan encumbrada a nivel internacional que ya no tiene nada que demostrar?
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Pero ahora surgió el escándalo más desagradable de todos. Como todos ya saben, la comediante y videoblogera Sofía Niño de Rivera, publicó un video en sus redes sociales, que se viralizó de inmediato, en donde acusa a Martha Debayle de varias cosas. Resulta que Martha grabó en la radio una entrevista que hizo a Sofía y a su prima Saskia para promocionar una asociación de apoyo a los hijos de mujeres en prisión. Pero, según Sofía, Martha se mostró súper majadera todo el tiempo, fumó en la cabina de radio a pesar de saber que Saskia está embarazada y al final canceló la transmisión de la entrevista con el pretexto de que multaron a Martha por fumar en espacios cerrados gracias a un comentario que había hecho Sofía al respecto en redes, sin mencionar el nombre de la locutora fumadora.
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“¡Qué hueva que vayas a tener un hijo!” le dijo Martha a Saskia. ¿Y eso lo dice la gran empresaria que, entre otras cosas, tiene un portal dedicado exclusivamente a bebés? La presencia nacional que en estos momentos tiene Sofía Niño de Rivera gracias a las redes sociales hacen que su voz se escuchada por generaciones más jóvenes que, quizá, ni siquiera conocían a Martha Debayle. ¡Y justo esas generaciones serían los futuros clientes de sus empresas! Para permanecer, cualquier empresario o figura pública debería de ser capaz de enamorar a las nuevas generaciones. Ese es el secreto de las marcas que parecen eternas, como las bebidas de cola.
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Lo peor en estos días de crisis para Martha Debayle, es no ha aparecido para defenderse o, de perdido, dar su versión de los hechos. Es como si sintiera que no le debe explicaciones a nadie. Ella ha proyectado desde hace décadas la imagen de una mujer educada, sofisticada y de mundo. De piel pálida, abundante cabellera negra que no a todas luce como a ella, un rostro armónico y exquisito buen gusto para vestir, siempre llama la atención de propios y extraños. De verdad no puedo entender que, a pesar de todo, tenga esos complejos enormes que la hagan actuar de este modo tan desagradable y prepotente. Se está ganando a pulso la montaña de adjetivos que le lanzan en redes entre los que destacan “hipócrita”, “acomplejada”, “presumida” y “patética”.