Afganistán, Egipto y Manchester: diferenciar y conectar

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Afganistán, Egipto y Manchester: diferenciar y conectar

Las estrategias para disminuir el terrorismo deben detectar los factores comunes, pero al mismo tiempo las diferencias

La muerte de civiles inocentes, vivan donde vivan, es siempre algo que debemos lamentar. Sin embargo, para comprender la violencia terrorista y desarrollar estrategias más eficaces a fin de combatirla, lo menos útil es simplificar el fenómeno, o dejar estudiar, a fondo, las diferencias entre ataques como el de Manchester, el de Egipto o el de Afganistán, perpetrados todos durante los mismos diez días.

Si bien el atentado en Manchester es reivindicado por ISIS y, por tanto, se conecta con la jihad global, muchos estudios han estado intentando responder cómo es que jóvenes europeos descendientes de migrantes, deciden sumarse a esa agrupación. El Índice Global de Terrorismo reporta que, en países de la OCDE, este proceso se correlaciona con factores socioeconómicos como la pobreza, la marginación, la exclusión y la criminalidad. Otros como Moghaddam, explican que no se trata tanto de esas condiciones materiales, sino de la percepción que la persona construye acerca de dichas condiciones materiales. Sin embargo, menos de 2% de muertes por terrorismo tienen lugar en países miembros de la OCDE. En el otro 98%, los factores que motivan el terrorismo son diferentes.

Considere usted Egipto, en donde el terrorismo ha tenido un notable incremento. Como resultado de la Primavera Árabe, el dictador Mubarak se vio obligado a dimitir. Morsi, miembro de la Hermandad Musulmana, gana la presidencia. 

Una combinación de factores durante su gestión provocó un gran descontento y protestas masivas, lo que el ejército aprovechó para derrocarlo, y encarcelarlo a él y a todo el liderazgo de su organización. Posteriormente, el general Sisi declaró ilegal y terrorista a la Hermandad Musulmana. Era de esperarse que algunos de los millones de islamistas moderados simpatizantes de esa organización, experimentasen procesos de radicalización. Algunos de ellos se sumaron a grupos militantes ya existentes. Otros formaron nuevas agrupaciones militantes.

En los países donde se concentra la grandísima mayoría de atentados terroristas, el fenómeno se correlaciona con la violencia perpetrada por los gobiernos, con la inestabilidad, el conflicto armado y la existencia de redes de crimen organizado, entre otros factores (GTI, 2016). Afganistán es un caso prototípico de lo anterior. La intervención estadounidense en ese país no produjo un sitio más pacífico. Tras el repliegue de tropas de la superpotencia y sus aliados, la insurgencia talibana ha reconquistado la mitad del territorio, además de que ahí, ISIS también ha extendido su brazo.

Por consiguiente, las estrategias para disminuir el terrorismo deben detectar los factores comunes, pero al mismo tiempo las diferencias. Los países europeos, por ejemplo, tienen una enorme labor que hacer en materia de integración socioeconómica y desradicalización. Países como Egipto u otros en los que no hay conflictos armados, pero en donde la falta de respeto a los derechos humanos y la represión son temas cotidianos, deben considerar que sus condiciones locales son propicias para que las organizaciones terroristas constantemente detecten potenciales reclutas y los sumen a sus causas. Y en lo global, la comunidad internacional debe comprender que la inestabilidad en sitios como Afganistán, Irak, Siria, Yemen o Libia, no sólo es la causa de miles de atentados cada año en aquellos países, sino que se termina interconectando con el terrorismo que afecta cada vez a más partes del mundo, por lo que una contribución mucho más activa y eficaz a favor del diálogo y la pacificación de esas regiones no puede seguirse postergando.

Twitter: @maurimm