Agenda saturada (6)

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Agenda saturada (6)

Lo he dicho un montón, un manojo de veces y con las mismas letras: no hay tregua ni reposo ante la maldita pandemia

La tormenta no amaina o escampa y sí ha cobrado más fuerza letal. El aguijón de la pandemia se muestra más fiero y venenoso que nunca. La borrasca sigue y amenaza con arrebatarnos a todo mundo; claro, incluyéndonos. Pero hay una ventaja: cuando uno muere, uno no se da cuenta. No hay por quien llorar, no hay quejido, no hay latidos, nada. ¿Qué hay después de la muerte? Nada. Cuando uno ya está muerto, ¿qué sabemos de la muerte? Nada. ¿Es usted cristiano o católico, señor lector? Pues entonces debe de creer en lo anterior y en lo siguiente que dice a la letra “Eclesiastés”, “Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga, porque su memoria es puesta en el olvido” (9:5).

El gran problema de hoy es el siguiente: estamos viendo, contemplamos que nuestros vecinos, nuestros familiares, nuestros amigos, nuestros conocidos nos son arrebatados y no, no podemos hacer nada. El maldito bacilo chino de feroces dientes con sus garras de muerte nos está dando zarpazos mortales. Lo he dicho un montón, un manojo de veces y con las mismas letras: no hay tregua ni reposo ante la maldita pandemia. Y es mejor así: para mantenernos alerta. No hay de otra sopa. No va a haber de otra sopa en largo tiempo. Se lo he advertido reiteradamente en este espacio de VANGUARDIA. El que tenga oído y ojos, que vea y escuche y lea.

Ni bien me había referido en lunas pasadas a la infausta muerte de la señorita Daniela Saucedo, hija de mi compañero de los medios de comunicación, Marco Saucedo, se anudan más desgracias y dolor en el largo, largo rosario de muertes por COVID-19. En días pasados me avisaron de otra muerte dolorosa y sentida. No sólo para mí, sino para la comunidad toda: murió el joven Beto Casas. Sí, hijo de don Manuel Casas (†), a la vez, dueño de ese mítico restaurante de la calle Victoria de Saltillo. Restaurante, puesto de socorros, taberna, bar, merendero, centro de cultura, refugio de pecadores, catedral de los enfermos, torre vigía, café literario… es decir, todo, el cual forma parte de la historia reciente de Saltillo: “ARCASA”.

Y claro que usted lo sabe: ARCASA es el acrónimo de ese hombre alto, garboso y líder en todos los campos, don Armando Castilla Sánchez, quien fundó dicho restaurante al igual que otras empresas y conceptos, como el exitoso “Zona Dorada”. Caray, de no creerse la muerte del joven empresario Beto Casas. Recuerdo hace algún par de años (para mí siempre es un par de años, nunca tengo la fecha exacta, pero sí el recuerdo vivo), murió y comenzando año, el otro hijo de don Manuel Casas, Fernando Casas. Las desgracias entonces, nunca llegan solas y si antes llegaban como las matemáticas, el uno y luego el dos, hoy se multiplican y los dolores y penas son a racimos. Para nuestra desgracia. De no creerse la muerte del joven empresario, Beto Casas.

ESQUINA-BAJAN

Punto uno: mientras la muerte y el bicho chino se ceba en nosotros, en nuestros familiares y amigos, Andrés Manuel López Obrador (ya infectado) y sus huestes, distraen la atención y han privilegiado la vacuna para sus claques y seguidores ciegos y sordos. Se han vacunado a parvadas de esos llamados “Siervos de la nación.” Mejor este bautizo: “Parásitos de la nación.” Aquí se vacunó haciendo uso de su influyentísimo, el diputado local por Morena quien apenas juró cargo el 1 de enero, Javier Cortez Gómez. Decían ser diferentes, resultaron peores. Así es con esta gente de “izquierda” históricamente: por lo general, los “revolucionarios” terminan como burgueses, burócratas con zapatos Louis Vuitton.

Punto dos: le bastaron menos de tres meses a la Fiscalía General de la República (FGR) para dejar en absoluta absolución la indagatoria criminal sobre el ex secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos. En Estados Unidos lo detuvieron, luego lo soltaron. Llegó a México en jet privado, cuando aterrizó en Toluca, bajó del avión (Avión Gulfstream 4, matrícula N40VC) y se fue a su casa. Durmió tranquilo. El titular de la FGR, Alejandro Gertz Manero acaba de decidir que no hay nada qué investigar y menos de qué condenarlo: es una blanca paloma. Organismos nacionales e internacionales han pedido la cabeza de Gertz y que de verdad haya justicia e investigación en las indagatorias sobre el ex secretario de Defensa acusado de estar aliado con criminales.

Punto tres: las noticias, las malas noticias se suceden sin prisa ni pausa. Ya no hay libertad, sino temor. Ya no hay esperanza, solo dolor. Cierres por todos lados. En algunas ciudades y municipios, cierres de fin de semana. Días de ley seca, arbitrariamente, pero hay muchos cierres por dicha ley seca. Toques de queda se multiplican dependiendo de la ciudad y el poblado. Los vecinos regios son un completo caos. Cuando platico con mis amigos y amigas, los cuales son un montón, les digo de lo anterior: qué piensan de que sus libertades sean limitadas y decapitadas a tal grado.

Un 98 por ciento de las respuestas, con variantes, es la siguiente: “es que el gobierno tiene razón Jesús. No obedecemos. Sólo así obedecemos, a huevo…” Puf. La gente quiere un dictador como vecino y Gobernador y Presidente (AMLO), y claro, no sabe qué hacer con su libertad. Ni la quiere. Sólo quiere ver futbol y tener caguamas en su nevera. Lo anterior viene al caso por lo siguiente: primero fue la Suprema Corte y ahora el Senado (Morena, pues) ha fallado y autorizado el consumo de la marihuana para usos lúdicos (ponerse grifo).

LETRAS MINÚSCULAS

Punto cuatro: se lo he dicho antes, no hay tiendas ni mercados abiertos en México para comprar tortillas, pan o leche. Pero sí va haber establecimientos para comercializar churros de marihuana… ojo.