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Agua sagrada
Solo se salva, si se salva algo o alguien, cuando decimos que es sagrado. El resto se pierde, se tasa, se malgasta, se desprecia o se ignora. Lo sagrado, en el diccionario de la real Academia Española, en su carácter de adjetivo, califica a aquella entidad, persona, cosa u objeto que es “digno de veneración por su carácter divino o por estar relacionado con la divinidad”. O bien, refiere a lo que “es objeto de culto por su relación con fuerzas sobre naturales, digno de veneración y respeto”.
Todas las formas vivas, en la designación más clásica, están conformadas por agua en un alto porcentaje. Si vemos cadáveres vegetales, encontraremos la ausencia de agua, lo que muere deja escapar el agua o requirió su presencia, esa que nunca llegó.
Desplazarse en el agua viva de los ríos, tomar un vaso de agua cristalina, entender que el agua permite la limpieza de los cuerpos. Que el ánimo mejora ante el sonido y la presencia el agua. Que es nuestro origen. Que es justo saber su valor y comprender que su valor es superior a conocer el precio. Abrir los ojos. Agua que es el fundamento de la sangre.
En algún momento hemos cuidado sus signos y le hemos tomado el pulso a su salud. Hay quienes realizan actos tan sencillos y preciados como destinar el agua del cocimiento de los vegetales, o el resto dcafé y la cerveza que sobran, o esa agua que quedó en vasos o botellas, para alimentar las plantas del jardín, en lugar de tirarla por el desague del lavabo.
Hay quienes tienen agua en un altar, como lo más sagrado. O simplemente revisemos el bautismo, esa ceremonia en la que se unge con agua para ser nombrado y por tanto, para existir en este mundo. O revisemos la belleza de los rituales en los que incluso se obtienen sonidos del agua, que alegran a quienes percuten la superficie del mar o de los lagos.
Tan presente que no la vemos. O la consideramos erróneamente, como es el caso de nuestro un elemento en abundancia debido a la presencia e presas, represas y ríos, y se piensa que la podemos destinar a procesos industriales o domésticos sin moderación. En este sentido, el fracking o fracturación hidráulica es un caso que preocupa a muchos y que por otra parte, es una oportunidad para otros, aquellos que muestran estadísticas de empleos a generarse, los que, en comparación al daño a la salud de las personas y de los territorios en su vocación, no es una opción de desarrollo económico, ni siquiera en términos de negocio llano y puro.
Mientras que en otros países ya ha sido prohibido el fracking, en México insisten en posicionarlo como uno de los motores de crecimiento. Y si bien, el desarrollo, no es algo que esté en discusión, sí lo deberían estar las formas que este capitalismo extractivo tiene por esencia contribuir al “desarrollo” y que en este caso, dejaría a los territorios (ya se empezó) sin agua, o bien, con un envenenamiento que imposibilitaria los cultivos y obligaría al abandono o la expulsión de las comunidades humanas ubicadas en los sitios marcados, como suerte tristísima de cenizas y desencanto. Hermana agua, rogamos por tu salud. Rogamos por nosotros también.