En la última quincena del mes de febrero que acaba de terminar, surgió una polémica terrible alrededor de un famoso quien, debido a sus inseguridades personales y poca tolerancia a la crítica, explotó en redes sociales contra un grupo de personas que habían hecho ciertos comentarios sobre su música. Me refiero sin duda a Aleks Syntek. Ya en el pasado se había retirado de las redes por enfrentamientos con personas que no gustan de su trabajo. Pero ahora fue la gota que derramó el vaso.

Como todos sabemos a estas alturas del partido, a Aleks Syntek le cayó como patada en el estómago que alguien comentara en redes que su música es apropiada para “Godínez” es decir, oficinistas de cierto perfil según la definición popular del término. Si bien es cierto que, en nuestro país, este concepto muchas veces es aplicado de forma despectiva, también es cierto que las generalizaciones casi nunca resultan verdaderas. Y eso, Syntek lo debe saber muy bien.

Ahora una pregunta: ¿por qué le ofende que los oficinistas pudieran disfrutar de su música? ¿No son lo suficientemente dignos o sofisticados para entender o gustar de canciones como “Lo que tú necesitas”? ¡Por piedad! No sé por qué nadie le ha explicado a Raúl Alejandro Escajadillo Peña (es decir, Syntek) que enfrascarse en pleitos públicos con su público es lo peor que puede hacer. Y es que ¡hasta insultos repartió el indignado músico! Con esto último le puso a sus detractores, en charola de plata, armas para liquidarlo.

Una persona etiquetó a UNICEF, organización internacional de apoyo a los niños, diciendo: “El sr. Aleks Syntek no es buen ejemplo para representarlos a ustedes. Lean como se expresa. Es un racista y homofóbico”. Acto seguido, UNICEF declaró que “habían aceptado la renuncia de Aleks Syntek como Embajador de Buena Voluntad”. Y, aunque el músico dijo que quería seguir trabajando a favor de los niños, ya era demasiado tarde. Gracias a sus exabruptos públicos, perdió una relación importante a nivel internacional.

Aquí el punto a analizar es la tremenda inseguridad y falta de autoestima que padece el autor de “Sexo, pudor y lágrimas”. Cualquiera con dos segundos de estudios en psicología, entenderá que Aleks tiene fuertes complejos de inferioridad que se detonan al momento en que lo comparan con quienes él considera están por debajo de él. Se siente tan inferior como músico y creativo que hasta se comparó a si mismo con Coldplay. ¿No habrá alguien que lo abrace y le diga que todo va a estar bien?

Después de mucho tiempo de sufir secuelas irreversibles de una trombosis cerebral, el actor Rogelio Guerra falleció a los 81 años de edad, el pasado 28 de febrero. Nacido en la ciudad de Aguascalientes el 8 de octubre de 1936, trabajó en teatro, cine y televisión nacional, a donde llegó primero por su aspecto físico pero destacó después por su estilo natural y varonil. Aunque empezó a hacer películas desde principios de la década de los años 60 del siglo pasado, su consolidación como estrella se produjo hasta 1979 con la telenovela Los ricos también lloran.

Y sólo un día después, el 1 de marzo, falleció María Rubio a los 83 años de edad. Con una trayectoria enorme como actriz, en 1986 encarnó a la villana que acabaría con todos, incluyendo el recuerdo de otros personajes de la misma Rubio: Catalina Creel. Ese personaje, que catapuló a Cuna de Lobos al nivel de telenovela de culto, es considerado uno de los antagónicos más importantes de todos los tiempos en las telenovelas mexicanas. Con Rogelio Guerra y María Rubio muere también el arquetipo de la estrella de telenovela que se hace inmortal por triunfar en uno de esos melodramas de la televisión tradicional. Los tiempos han cambiado.