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Alicia Kopf, el fenómeno literario
MADRID.- Cuando Alicia Kopf (nacida como Inma Ávalos en Girona en 1982) terminó sus estudios, se dio de bruces con la crisis inmobiliaria. Era 2008 y, como no encontraba un piso ni un trabajo decente, creó un Tumblr en el que hablaba “de recibir un no como respuesta cuando una quiere entrar al mundo: al trabajo, a la casa, al amor”. Su blog, que combinaba imágenes alegóricas sobre la incapacidad de hallar un hogar con pequeños textos, se convirtió en un libro autopublicado (Modos de (no) entrar a casa) con cierto revuelo mediático. En él combinaba ilustraciones propias –Kopf está licenciada en Bellas Artes y Literatura– con pequeños textos irónicos sobre la precariedad juvenil. Irónicamente, el libro lo acabó copiando una agencia de publicidad para vender los pisos de un banco. Esas casas a las que ella se sentía vetada y a las que no podía entrar se vendían alegremente recurriendo al imaginario estético de su frustración vital.
Kopf recuerda “lo cínico” de este episodio en su libro Hermano de Hielo, la sensación literaria española de la temporada.
En 2015 se hizo con los premios Llibreter y Documenta (se publicó inicialmente en catalán) y en septiembre de 2016 lo editó en castellano Alpha Decay. Pocas semanas después de salir a la venta, se puede decir sin reparos que Kopf ha seducido a la crítica española. No es para menos, todos elogian su capacidad para combinar la precisión documental de apasionantes historias sobre aventureros en la épica polar (Robert Edwin Peary VS. Robert Cook, Louise Boyd, la expedición Shackleton o el creador de la nieve artificial, entre otros) con la calidez de una historia de carácter personal y parte autobiográfica: la dificultad de comunicarse con sus padres o su particular relación con el hombre de hielo (su hermano es discapacitado según la definición normativa social, aunque ella acierta al definirlo como un ser humano “con otras capacidades” por aquello de que “hay gran cantidad de discapacitados que cobran nóminas muy abultadas, discapacitados emocionales severos o cretinos de distintos niveles que dirigen empresas y países”).
Se podría decir que Hermano de Hielo, como si de una joya venida del frío se tratara, es el libro generacional que necesitaba el panorama narrativo de nuestro país. Kopf, artista multidisciplinar, aplica todo ese multitasking adquirido de los nacidos después de los 80 en una novela que son muchas a la vez. Sus ilustraciones se mezclan con links de wikipedia sobre exploradores polares, pero también habitan pequeños ensayos sobre la incomunicación emocional (especialmente brillante es Stalker, dedicado al acecho amoroso digital) o desahogos vitales sobre la incapacidad social e institucional de conquistar lo básico, vivir dignamente y conseguir un trabajo acorde a las expectativas personales y educativas; quizá la auténtica expedición polar de los treinteañeros de hoy en día.
Le pasamos estas preguntas por correo electrónico y esto es lo que nos contestó sobre ser (o no) una artista confesional, cómo leerse hasta las etiquetas de los champús salvó su adolescencia o por qué Barcelona es una ciudad maravillosa y clasista al mismo tiempo.
-¿Por qué esa obsesión con el Ártico, el hielo, lo blanco, lo desconocido? ¿De dónde viene?-
“El contexto de crisis y congelación económica, acompañado de cierta congelación emocional en el que me encontré. A la vez, la imagen de las exploraciones polares me remitía a una épica que me era necesaria para afrontar un presente bastante hostil en muchos aspectos. El hielo era una metáfora multidimensional que me permitía abordar todo aquello que me preocupaba en ese momento”.
-A tu refugio de escritura lo llamas el iglú. ¿Con el frío se piensa mejor?
“El frío permite conservar las cosas, las imágenes. Yo escribo en caliente pero la escritura verdaderamente literaria pasa cuando se reescribe ese material en frío, se reelabora y se cristaliza en una configuración nueva. En ese sentido, a posteriori, el frío es necesario.
-Vila-Matas dice que “en otro país, este libro habría cambiado incluso el curso de su historia”. No es el único fascinado con él y la crítica está rendida. ¿Cómo llevas todo el revuelo mediático que has generado?-
“Las acogida de la crítica ha sido muy buena y en ese sentido me siento afortunada por haber podido poner en diálogo mi obra con lectores de primer orden. Las entrevistas también pueden ser muy enriquecedoras, pues recibes comentarios de un lector atento que te devuelve una imagen de lo que has creado, cosa de la que se aprende mucho. Lo único que echo de menos es más tiempo y concentración para atender nuevos proyectos”.
-Cuando Alison Bechdel vio cómo llevaban su novela gráfica Fun Home (parte autobiográfica) a escena, fue a una de las funciones con su hermano. Acabaron llorando y fue como un momento catártico para los dos. Tú también te abres en canal respecto a la relación con tus padres en la novela, ¿os ha pasado algo así (en cuanto a la catarsis) tras la publicación? ¿Cómo ha influido la publicación de Hermano de Hielo en la relación con tus padres?-
“Hermano de hielo es una novela de autoficción; su intención no es ser una autobiografía ni remitir a un referente real; como cualquier escritor utilizo sentimientos y experiencias descontextualizadas y a veces dramatizadas. Tiene mi ADN, pero no soy yo, es otra cosa. Eso costó de entender en casa. Hubo un primer momento de recepción muy complicado. Luego poco a poco lo fueron comprendiendo y ha acabo resultando como bien dices una historia catártica que me ha permitido descongelar muchas relaciones. El resultado a nivel de relaciones afectivas ha sido muy positivo”.
-¿Le has hablado del libro a tu hermano? ¿Le has leído algún extracto?-
“Sí, claro. Se lo entregué y estuvo muy contento por la dedicatoria, pues el libro le está dedicado con la frase “Para mi hermano, que no es de hielo”. Como habrás visto la relación con mi hermano es de las menos heladas de toda la novela. Su reacción ha sido muy sabia: entender que es un texto, no la realidad, y que él ha inspirado una obra de arte”.
-En el libro también detallas tus relaciones personales afectivas. En la serie Easy, en uno de los capítulos más interesantes (Art and life), se reflexiona sobre las implicaciones morales de los artistas confesionales (aquí con el idilio entre un ilustrador de novela gráfica y una artista a lo Amalia Ulman que hace selfies de sus amantes), y se establece una charla de lo más interesante sobre la autoridad moral de apropiarse de momentos íntimos para trasladarlo después a sus obras. ¿Te pusiste una barrera moral a la hora de escribir Hermano de Hielo sobre lo que no contarías?-
“Recordando una lección básica de análisis literario, no debemos confundir el yo narrativo con el yo del autor. La verdad es que no me considero una artista confesional, de hecho atendiendo a la definición de “confesión”, no revelo ningún secreto personal, toda la información que puedo usar y que remite a mi biografía es ya conocida por mi entorno.
Por lo que respecta a información de otras personas que haya podido usar parcialmente como punto de partida, creo que ya somos todos mayores como para asumir ciertas responsabilidades (las de las acciones y palabras de cada uno), y aún más tratándose de una reelaboración artística sin nombres y apellidos.
El capítulo que mencionas de la serie Easy trata sobre esa responsabilidad moral del autor, sin embargo, lo hace de un modo muy simplista, poniendo por ejemplo a dos artistas visuales que hacen reconocible para todo el público el nombre e identidad de las personas de las que hablan y explicitando que su obra trata de experiencias y personas reales.
No es mi caso, aunque haya quien pueda reconocer partes o fragmentos de personas y situaciones si me conoce bien, pues es lo que hace cualquier escritor de novela desde hace siglos. Los artistas a menudo toman modelos para crear figuras (que pueden estar hechas de fragmentos de distintas personas o retratarlas de modo muy parcial), y yo no soy una excepción. Intento tratar de manera honesta temas sensibles, como la familia y el autismo, para los que aún hay cierto tabú social y muchos convencionalismos, y eso es lo que hace que mi texto tenga algo de transgresor”.
-¿Por qué la ‘primera persona’ es tan crucial, artísticamente hablando, en esta generación?-
“La primera persona en escritura algo muy relativo: puede haber mucho de autobiografía en una novela de ciencia ficción escrita en tercera persona. De hecho cualquier obra de arte es autobiográfica en cierto modo, pues es el resultado de una serie de experiencias e intereses del artista. El “yo” es una instancia narrativa mucho más permeable y elástica de lo que pensamos. A mi me interesa explorar esos límites. No puedo hablar por el resto de mi generación, aunque intuyo que otras personas tendrán razones similares”.
-En el libro pareces algo desconectada del latir generacional. Aunque formas parte de los círculos artísticos y evolucionas de forma paralela a lo socialmente cool de la época (cuentas tu experiencia como gogó como una especie de espectadora antopológica), da la impresión de que no pareces establecer un vínculo o emocionarte con lo ‘socialmente aceptado’. ¿Por qué?-
“Siempre he tenido una actitud muy curiosa hacia cualquier vanguardia artística, y no sé como, casi siempre he acabado cerca de ellas, pero mi mirada como bien apuntas suele combinar la fascinación con la distancia crítica. Habitualmente siento que hay distintos posicionamientos simultáneos dentro de mí, por ello puede que me cueste establecer vínculos entusiastas unívocos, suelen ser vínculos complejos pues intento mantener siempre un pié fuera para adoptar cierta perspectiva. Eso no significa que como persona yo no me emocione, es simplemente un aspecto que no he abordado en este libro, que trata sobre la congelación de las emociones”.
-¿Fueron los libros tu único refugio en la adolescencia? ¿Qué títulos te cambiaron la vida?-
“Fueron uno de los más importantes, junto con el dibujo, y la música. En literatura leía mucha más poesía que ahora; Sylvia Plath, Ingeborg Bachman, Maria Mercè Marçal, en prosa, Oscar Wilde, Edgar Allan Poe (sus narraciones me hipnotizaban), narrativa los Diarios de Anaïs Nin, Los trópicos de Cáncer y Capricornio de Henry Miller, Irène Nemirovsky, Madame Bovary, de Flaubert que me hizo entender el tedio provinciano, los escritos de Dalí (que me hacían morir de la risa), John Kennedy Toole. También leía mucha literatura mala y ñoña, aunque tenía un instinto natural para desecharla rápido, de hecho leía cualquier cosa, hasta los ingredientes de los champús”.
-¿Qué es lo próximo de Alicia Kopf? ¿En qué estás trabajando?-
“Siguiendo la estela del final del libro Hermano de Hielo, estoy ahora en proceso de descongelación, cosa que tiene mucho que ver con el flow y el movimiento, entendiendo esto de un modo muy amplio y abordándolo, como suelo hacer, desde distintas perspectivas, también visuales”.