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Alternancia en Coahuila
Si el PRI de Coahuila vuelve a ganar las elecciones del año 2017, estaría asegurando noventa y cuatro años de gobernar ininterrumpidamente al Estado. Por donde se le quiera ver, tamaña longevidad no puede pasar por democracia.
Sobran los indicadores para hacer un balance certero, sobre todo en un gobierno tan longevo. Ciertamente, Coahuila no está a la vanguardia en democracia. El férreo control gubernamental de los tres poderes y niveles de gobierno, durante tanto tiempo, sólo se explican como gobiernos sin contrapeso alguno. Llámense cómo se quiera: dictadura, dictablanda, autocracia, etc. Por un lado está todo el mal acumulado durante más de ocho décadas, sobre lo cual se ha escrito mucho; por el otro, las oportunidades perdidas de hacer el bien. Los gobiernos del PRI pudieron hacer cuánto y cómo quisieron. ¿Por qué no aprovecharon para construir bien común? Porque su prioridad ha sido y es afianzar su poder. El poder absoluto corrompe absolutamente.
La coyuntura histórica nos brinda una excelente oportunidad para lograr el cambio. Los medios de comunicación controlados por el gobierno no tienen ya el poder que antes solían tener. Aunque siga existiendo “el chayote”, el ciudadano dispone de muchas otras fuentes de información en las redes sociales y es mucho más crítico que antaño. Lo hemos visto en otras entidades, tanto o más autoritarias que Coahuila: Quintana Roo, Veracruz, Chihuahua y Tamaulipas.
¿Cómo ganar al PRI? En abstracto, depende del ciudadano, de su definición. ¿Se siente bien o no con su situación?, ¿tiene una visión crítica de su realidad, o se conforma y resigna porque no ve nada atractivo en el horizonte?, ¿teme represalias?, ¿teme los cambios, prefiere acomodarse a lo conocido? Todo ello es independiente, o casi, de las campañas publicitarias que tratan de vender candidatos como si fueran Coca-Cola.
Tenemos luego los liderazgos de oposición. Hemos visto que las organizaciones pasaron a segundo plano, el ciudadano vota por personas. Coahuila tiene una lista de personajes que aspiran al cargo en el PRI y en la oposición; ésta tiene tres vías que difícilmente van a sumarse. Éste es un primer obstáculo a vencer y punto de comparación con los procesos electorales que acaban de tener lugar en el País.
¿Qué sucede en el PAN? Veo muchos tiradores que, al final del día, se reduce a dos: Guillermo Anaya e Isidro López. En esta columna he sostenido que Anaya, como “dueño del PAN” es el elegido por los intereses y complicidades que ha sabido tejer. Pero recientemente me han dicho que el dirigente nacional y su comité miran a Isidro López como una figura capaz de unir y despegar mejor que Anaya, personaje excluyente y con muchos puntos negativos, aunque sea el perfil mejor conocido. Guillermo Anaya es visto como “cartucho quemado”, dio lo que tuvo que dar. Veremos y diremos.
Hay una mala noticia para la dividida oposición interna en el PAN: Fuera de los partidos se perfilan ciudadanos fuertes que pueden dar la batalla. Por un lado Armando Guadiana, por otro el liderazgo de Lenin Pérez, fresco, experimentado y con logros suficientes para presumir. Frente a un PAN pasivo y dividido, estos liderazgos ciudadanos, tanto o más opositores al PRI que el propio PAN, se encuentran en franco crecimiento. Su ofensiva está resultando más eficaz y creíble.
En este panorama quedan dos sopas. Guadiana o Lenin despegan y se presentan como alternativa real ante un PAN excluyente. La clave de las recientes victorias panistas, fue la unidad interna. Liderazgos que superaron añejas rencillas internas. No veo cómo Guillermo Anaya permita al PAN transitar esa senda.
Si no crecen electoralmente ni Guadiana ni Lenin, el PAN quedará como alternativa frente al PRI. En este escenario, tanto Lenin, como Guadiana captarán, digamos, un diez por ciento cada uno, y esos números sumarán contra el PAN.
Queda el voto útil. El ciudadano opta por el “menos peor”. No es la primera vez que sucede en México, pero sí sería la primera ocasión que sucediera en Coahuila, lo veo complicado.
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