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Amar a Saltillo (2)
En un ejercicio de imaginación, hace unos días pensaba en un recuento sobre los acontecimientos más sobresalientes ocurridos en nuestra ciudad, un poco siguiendo reflexiones sobre la anterior colaboración. En ella me refería a lo hermoso que se observa el despliegue de flores en esta temporada en varias avenidas principales de Saltillo, y, por otro lado, a las pintas que por desgracia han empezado a prosperar de nuevo, así como el descuido en áreas como donde se libró la batalla de La Angostura, temiendo por la llegada de la mancha urbana a la histórica zona.
Pensé, entonces, en mis principales cinco lugares con historia en Saltillo. Cinco que consideré determinantes para su nacimiento; en su lucha por la supervivencia; en su devenir. Y, de estos cinco lugares, reflexionaba, ¿qué hemos hecho nosotros para preservar su memoria y para conmemorar los hechos que en tal o cual sitio ocurrieron, o gracias a quién?
El primer lugar en esta subjetiva lista la ocupa, lo damos por sentado, la fundación de nuestra capital. Primera población del noreste del hoy territorio nacional, paso obligado de las minas zacatecanas al Golfo y acceso al norte. Así pues, los exploradores pasaban necesariamente por Saltillo, y aquí fue donde encontraron numerosos ojos de agua, lo que decidió el asentamiento. Resulta emocionante imaginar cómo estaría este valle. Los españoles atravesaban tierras desérticas; el agua era dura y por tanto pésima para el consumo humano, como en “La Gruñidora”, de Zacatecas, bautizada así precisamente por el ruido que ocasionaba en el vientre de los animales que la bebían.
Saltillo resultaba ideal. Pensando en los sitios que conmemoran el hecho del asentamiento, nos topamos con, por supuesto, una distribución de sus primeras construcciones de acuerdo a las Ordenanzas de Felipe II: Iglesia, Casa de Gobierno, locales para el Comercio y las residencias de los primeros pobladores. Esa distribución quedó así organizada en la Plaza de Armas. ¿Qué hemos hecho en lo sucesivo para recordar este hecho? ¿Y cómo mantenemos los lugares?
Además de la Plaza, que luce descuidada, tenemos la escultura del Español, que recibe en la entrada de la ciudad, obra del entonces gobernador Óscar Flores Tapia, y algunas calles repartidas en la ciudad que llevan los nombres de algunos de los fundadores.
A la escultura del Español, agregamos la del Indio, recuerdo de los pobladores originales, los huachichiles.
Otro acontecimiento determinante en nuestra ciudad capital: la llegada de los tlaxcaltecas. Arribo de la mayor trascendencia: con él se pretendía que el asentamiento español fructificara, al constituirse los tlaxcaltecas en una suerte de modelo de los chichimecas que asolaban la región. Trascendente también porque estamos, así, constituidos de sangre india y española, tras siglos de pugnas entre las dos etnias.
¿Qué conservamos de ese hito histórico? La Plaza San Esteban de la Nueva Tlaxcala, creada en el Gobierno de Eliseo Mendoza Berrueto. Un conjunto escultórico de Erasmo Fuentes, donde se presentan las figuras de un conquistador, un indio, el evangelizador y una niña, la que sería el resultado de la unión de culturas.
También, al igual que ocurre con el primero de los acontecimientos de esta personal enumeración, habrá calles o colonias que los recuerden. ¿Cuáles son las condiciones en que se encuentran los recuerdos de aquellos hechos? En el caso de las figuras del Español y el Indio, su traslado a la entrada de la ciudad pareció una buena idea, luego de los cambios en las vialidades, y como presentación de la capital. A la Plaza de Armas falta mucho por mantenerla como decía un amigo, “impecable”. Afirmaba él que algo podía tenerse limpio y ordenado, pero para lograr mantenerlo “impecable”, se necesitaba mucho más esfuerzo, y como en la jardinería: un asunto de todos los días.
En el caso de la Plaza de San Esteban, muchos son los arreglos que requiere para que de verdad se convierta en un sitio turístico atractivo. Arreglos que van desde la reparación de adoquines, hasta de la misma fuente que la adorna y le da un sentido histórico. Sería espléndido que la fuente recibiera remozamiento, dando más lustre a los surtidores de agua y que, también, traen a la memoria el origen del nombre de la ciudad con la que se hermanó San Esteban: Saltillo,
“Tierra alta de muchas aguas”.
Aún por abundar en estos dos hechos históricos sobresalientes y destacar el resto. Tres hechos y sus respectivos recuerdos en nuestra capital. Y, para ello, en una colaboración siguiente.
Continúa.