Andrés Manuel López Obrador, el necio que es y seguirá

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Andrés Manuel López Obrador, el necio que es y seguirá

¿Cómo se siente estimado y querido lector? ¿Cómo le ha ido? ¿Está confinado o de plano, usted es como yo que el maldito bicho le vale madre y sigue haciendo su vida “normal”? La normalidad entendida con lo poco “normal” que se pueda realizar. Todo es mustio, todo gris, sin brillo, sin vida. Hay de maneras a maneras de seguir enfrentando estos días lerdos. Tengo una querida amiga que los ha enfrentado orando sin parar todos los días. Su fe nos salva. Su fe desinteresada nos salva a todos. Su fe de roca es tan benigna, que pide por mí y por todos.

Armando Oviedo, el fino narrador y poeta, maestro de escritores y catedrático en la SOGEM, avecindado en la ciudad de México, desde su buhardilla y por decisión propia, decidió irse a viajar al lejano oriente. Amanece en Egipto, anochece en la Arabia desértica. Lee todo Naguib Mafuz y Salman Rushdie. Viajero inmóvil, no deja que nada lo perturbe y hemos establecido una hora de comunicación a distancia y en silencio con un buen brindis de por medio. A las 12:45 del mediodía, levantamos nuestra copa, él en la ciudad de México desde su cómodo departamento y yo, aquí, desde mi residencia. Él bebiendo whisky de una sola malta en vaso old fashion con hielo. Yo, mí acostumbrado ron de caña, con un gajo de limón, hielo y algo de cola. Unilateralmente hemos formado el “Club 12:45” Ya luego, al terminar nuestro trago, pues cada quien decide si le sigue a la buena parranda o bien, se dedica a otros menesteres del ocio, de la lectura y de la creación. Ojo, no necesitamos redes sociales ni comunicación patética en “tiempo real” para estar en plena comunión: común unión. Así se da entre los verdaderos amigos. Únase señor lector al Club.

¿Cómo se siente, qué ha hecho para paliar el aislamiento? ¿Maldice, reniega, lanza tremendas imprecaciones a nuestras autoridades en turno? O tal vez usted es de las claques que todo, todo le aplauden al cacique de Macuspana, Andrés Manuel López Obrador. En fin, cada quien elige su bando, cada quien elige de cual lado pelear. Y se respeta. Escribo estas atropelladas líneas con la pluma fría y el corazón caliente y adolorido. Tiempos nublado, nubes negras no sólo sobre México sino en todo el mundo. El virus chino vino a poner a la humanidad en jaque. A todos nos puede contagiar y llegar de sopetón dicho padecimiento. Sin duda, hay que hacer caso a las autoridades en la materia. Pero, no siempre las medidas tomadas por las autoridades oficiales (las que mandan e imponen su criterio) son las más adecuadas, según ni opinión. Lo repito: una medida creo yo, demasiado temprana, fue el cierre de bares, cantinas, restaurantes, lavanderías, zapaterías. Se imitó inmediatamente esta medida como la que se tomó en Europa. La afectación a dichos giros y a la economía va a ser brutal. Se han cancelado bodas, quince años, cumpleaños, reuniones sociales, celebraciones… Se pronostica una contracción económica con un piso de menos 6%. Es decir, por segundo año, vamos a decrecer.

ESQUINA-BAJAN

Le llamo la atención en lo siguiente: en esta oleada de contingencia por el contagio, posible contagio de la enfermedad, ha sido la sociedad civil (usted, el vecino, yo), quien han llevado la voz cantante con medidas tomadas mucho antes de que se anunciaran o se recomendaran. Antes, días antes de que esto estallara como granada de fragmentación, el empresario Braulio Cárdenas (“Mesón El Principal” y Restaurante “Principal del Centro”) diseñó toda una estrategia dentro de sus comedores: mesas y sillas con suficiente distancia, los meseros aplicándose gel una y otra vez y guardando sano trecho con el cliente; ya luego, el uso de tapabocas y guantes por parte del personal. Desinfección invariable de sanitarios y lavabos. El chef Juan Ramón Cárdenas (del mítico “Don Artemio” y “Villa Ferré”) igual, puso en práctica el anterior esquema de trabajo mucho antes de que se avecinara lo inevitable.

El pasado domingo 5 de abril, lejos de dirigirse a la nación para lanzar un plan emergente e inmediato ante lo terrible que va a ser la debacle económica y por extensión, una crisis sombría por hambre y alimentos (aviso con visos de urgencia de Manuel Otero, director general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura), Andrés Manuel López Obrador recetó una pieza más de su retórica ideológica huera, con consejos de moral: “Venceremos al coronavirus, reactivaremos la economía y México seguirá de pie, mostrando al mundo su gloria y su grandeza.”

¿Alguien se muestra sorprendido con su discurso primitivo, arcaizante, demagógico, donde se muestra una vez más como es: necio, tozudo, terco? Creo que nadie. Aunque a nosotros, tristes mortales mexicanos nos va a llevar a la ruina en todos los sentidos. ¿Hay alguna diferencia entre ser tonto y necio? Sí. El tonto carece de capacidad y agilidad mental, las cosas simples sencillamente no le salen. Las complicadas, menos. El tonto no tiene remedio El necio no pocas veces tiene un coeficiente intelectual alto e incluso, mucha gente puede admirar su reputación y fama por los éxitos logrados. Pero, la mayoría de las veces por su sandez estos necios son… un desastre ambulante. Lea los siguientes Proverbios que apoyan mis palabras aquí vertidas: “El látigo para el caballo, el cabestro para el asno, y la vara para la espalda del necio.” (26:3). “Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo majados con el pisón, no se apartará de él su necedad” (27:22). “El necio al punto da a conocer su ira… El que habla verdad declara justicia.” (12: 16 y 17). AMLO es necio y dice, no va a cambiar.

LETRAS MINÚSCULAS

VANGUARDIA lo ha publicado así: “En plena crisis, miente AMLO sobre COVID-19”. Necio es y necio seguirá.