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Ausencia de lucidez y sensatez
Saber oponerse requiere lucidez y sensatez.
Saber lo que ha de hacerse y luego hacerlo bien. Una oposición deslucida e insensata se opone a sí misma. Ponerse objetivos desfasados y ambiguos y quererlos alcanzar con medios inadecuados es señal de despiste.
Sucede que el boxeador no pelea, no desarrolla avance hacia la contienda sino sólo quiere que el adversario se baje del ring. Intenta soluciones precoces y arbitrarias, sin tomar cauces legales establecidos en tiempos convenidos.
Se privilegia la espectacularidad de carpas plantadas aunque no tengan ocupantes. Se frenan así a sí mismos quienes quieren frenar lo que resisten, sin avance verdadero.
Los cauces de debate y denuncia, que esgrima pruebas y se fundamente en hechos comprobados, quedan abandonados. Sin ascender hasta el nivel politizo, se intenta un juego de motores en marcha o tiendas ambulantes.
Asesorías ausentes, insuficientes o confundidas y liderazgos imprecisos dan por resultado un desperdicio de acciones acumuladas con rumbo de decepción, en tiempos de distanciamiento y resguardo.
Se exhibe así que la ausencia de represión hace viable la libre expresión que apoye cualquier opción, con la única condición de no violencia.
CAMINOS DE JUVENTUD
Los tiempos pandémicos pueden ser para la juventud una forja de virtudes humanas. Es una generación que se está abriendo paso en un mundo que parece haber sufrido una involución, un movimiento de reversa o un desplome de construcciones avanzadas. La madurez de esta generación será vivida con la experiencia de haber levantado lo caído, reforzado lo que se debilitó, acelerado lo que se retrasó.
Es generación que sustituirá a los que ahora están ausentes en tareas, cargos y responsabilidades. Son gente que está sabiendo ascender con viento contrario y abrirse paso, venciendo deficiencias y carencias. Algunos aplazaron su boda o la realizaron con sana distancia y hasta con mascarilla de protección, desinfecciones antibacteriales y pocos asistentes.
Les toca a los jóvenes que han vivido los desafíos pandémicos estrenar la novedad de las normalidades que se están gestando. Les toca ser protagonistas en un mundo de muchas enmiendas, de alianzas inesperadas, de cancelación de sistemas obsoletos. Después de la poda, irán viendo nacer las nuevas frondas en el árbol que parecía devastado.
Encontrarán múltiples oportunidades de estrenar iniciativas para cambios radicales, rechazando estructuras rebasadas ya por la conciencia despierta e iluminada. Y también chocarán con resistencias enraizadas en visiones anacrónicas. Podrán ser educadores vivenciales y testigos de valores configurados en la experiencia del riesgo y el atrevimiento.
ESPIRITUALIDAD INTEGRADORA
Ni angelismo desencarnado ni activismo sin mística. La espiritualidad parece prepararse para un alumbramiento. “Es importante la organización pero también lo son las actitudes interiores”, comenta el asesor empresarial. “Conviene profundizar la teoría pero siempre aterrizarla”, afirma el guía en programas académicos.
Hacer del trabajo una experiencia espiritual y convertir una tarea manual en alabanza son ahora las síntesis y confluencias de avance y madurez.
Y la integración ha de darse alrededor de valores por todos aceptados. La paz está siendo el valor de creciente número de adeptos, con plena conciencia de universalidad.
Y como no hay verdadera paz si no se edifica sobre la justicia, de esa estima universal de la paz como un bien para todos, irá surgiendo más y más esa victoria ética de darle a cada quien lo que le corresponde como valoración, como aceptación y como remuneración...