¿Azar, destino, Dios?

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¿Azar, destino, Dios?

El pasado domingo 18 de febrero vino a mi residencia a almorzar a temprana hora una de las dos musas con las cuales flirteo. Aunque no me había confirmado su asistencia por cuestiones de su trabajo, de todos modos preparé la tabla y puse los manteles largos en mi mesa para dos. Café recién hecho, jugo de naranja natural, pan tostado con mantequilla y mermelada a escoger; melón con miel y le preparé de plato fuerte una hamburguesa con queso y jamón de pavo. Sí llegó. Verla es un halago para los ojos. Menuda de cuerpo, a la señorita que identificaré como GA, le encanta usar faldas o vestidos lo más corto posibles; sí, de infarto, por lo cual sus muslos redondos y lechosos quedan desnudos, listos para la caricia osada y furtiva… 

La guapa señorita GA, mientras yo preparaba todo o calentaba, acercando la sal de grano, un poco más de miel, recargando el café, lee y comentamos la prensa diaria. Ese día usted lo recuerda, había dos notas obligado comentar: el sismo de 7.2 grados en la región de Oaxaca que impactó en la ciudad de México y claro, como réplica directa de lo anterior y mientras realizaban un patrullaje y evaluación de los daños en Oaxaca precisamente, se desplomó el helicóptero de la Sedena, un “Halcón Negro” UH-60, en el cual se trasladaba el Secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete y el Gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, amén de otros militares. 

Hubo 13 muertos y 15 lesionados. El helicóptero cayó encima de varios vehículos donde se encontraban familias enteras por el temor de las réplicas del sismo, por lo cual pernoctaban en vehículos y campamentos. Llegó un sismo mayor: de los aires les cayó el helicóptero de alrededor de 5.7 toneladas de peso. La hora del siniestro, del accidente, fue alrededor de las 22:00 horas. Recuerde usted este dato, es importante. Cuando leímos la infausta nota y empezamos a comentar, la guapa señorita GA y quien esto escribe, la lady no dudó en soltar lo siguiente. Palabras que creo, no pocos de ustedes como lectores comparten: “Ay, Chuy –me dijo entre consternada y dolida– yo no sé porque se murieron niños y madres y padres de familia, los pobres no tienen nada qué ver con la política y sí estaban asustados y tenían miedo. Y mira los políticos, están vivos…” 

Caray, me dejó pensando. No le deseo el mal a nadie, así sean políticos, vaya. La probabilidad al menos matemática de morir era la misma para todos, ¿entonces porque Alfonso Navarrete y Alejandro Murat siguen vivos y los niños no? ¿Azar, destino, el acaso, Dios, Satanás? Ese domingo les mandé dicha reflexión a varios y atentos lectores. Uno de ellos, el abogado Gerardo Blanco Guerra me regresó vía mensaje SMS: “Es inexplicable, pero recuerde usted que a Felipe Calderón así se le murieron dos Secretarios.” 

ESQUINA-BAJAN
El abogado y académico, especialista en derecho electoral, Gerardo Blanco Guerra tiene razón. Así murieron y en sendos accidentes aéreos, Juan Camilo Mouriño y Francisco Blake Mora. 

Usted los recuerda mejor que yo. ¿Qué es entonces lo anterior? 
Pues eso: el azar, el acaso, nada más. Siento que Dios no tiene nada qué ver. Ahora bien, vea usted la hora en que fue el infausto accidente, era muy temprano y máxime si usted está nervioso por el tremendo temblor de tierra que apenas minutos antes se había dejado sentir. ¿Estaban dormidos, agotados para no sentir las fauces y soplo de la bestia aérea la cual rugía en los aires sobre sus cabezas? ¿Por qué no corrieron o al menos veían el descenso del pájaro de acero desde lejos? En fin, preguntas.  
Pero la reflexión de la guapa GA, la cual sí, llegó con tacones y minifalda de impacto, es común a muchos, miles de mexicanos: nadie quiere a los políticos ni a los policías. En cualquier encuesta nacional o regional, hay dos actividades que salen en los últimos planos de valoración: políticos y policías. A los primeros se les ubica como corruptos; a los segundos como impunes, soberbios y ladrones. Creo que usted lo ha notado: cuando inició de plano la guerra entre el gobierno y los narcotraficantes (así lo dijo quien la atizó, el expresidente panista Felipe Calderón) y cuando los diversos cárteles empezaron (desgraciadamente) a matar policías, ¿sabe usted quién se condolió de ello? pocos o de plano, nadie. 

Qué le vamos hacer, tienen tan mala fama, que nadie los defiende. Hace poco hubo un incidente con un hijo, joven él, de un reconocido ingeniero y empresario de la ciudad. Fue esposado y gaseado terriblemente por varios policías municipales. Luego de ello, lo maltrataron y fue cambiado de patrulla para no dejar huella. Mi amigo el empresario justamente indignado, fue recibido diligentemente por el Acalde de Saltillo, el “Cowboy urbano” Manolo Jiménez. Éste ordenó inmediatamente una investigación y en un segundo, fulminó al policía señalado como el responsable. No le tembló la mano ni el dedo para ordenar disciplina y orden que los policías perdieron en la administración del errático Chilote López Villarreal, por cierto ¿alguien le ha preguntado por qué se rajó como candidato a la Alcaldía?  

LETRAS MINÚSCULAS
¿Azar, el acaso, destino, Dios? Toda muerte es terrible. Pero ahora los sobrevivientes, tienen el doble de responsabilidad.