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Bajo el manto de la Virgen
Decía un individuo de por acá:
-Yo no creo en Dios, pero en la Virgen de Guadalupe y en el Santo Cristo sí.
Todos en México somos guadalupanos, hasta los que no lo son. Mis coetáneos recordarán unos billares famosísimos que estaban en la esquina noreste de las calles de Aldama y Xicoténcatl. Esos billares se llamaban “La India”. Su nombre completo era en verdad “La India Bonita”. Tal nombre se repetía mucho, y era frecuente verlo en tiendas y tendajos, carnicerías, expendios de pan y hasta cantinas en diversas ciudades del país. El nombre era masónico. Había logias que así se llamaban: “La India Bonita”. Era el nombre secreto que en la masonería se daba a la Virgen de Guadalupe, símbolo de México y de lo mexicano.
Creo que ayer me equivoqué cuando dije que en Saltillo no se dan bien las peregrinaciones. Quizá las de otros santos no se den, pero a la Morenita el liberalismo le ha hecho lo que el aire al Benemérito. Me alegró mucho leer una declaración que hizo a PALABRA el Padre Burciaga, quien dijo que más de un centenar de peregrinaciones se recibieron estos días en el Santuario de la Virgen.
Recuerdo también una preciosa devoción que de seguro se conserva: la de los 46 rosarios. Se rezaba uno cada día hasta llegar, con el último, al 12 de diciembre. ¿Por qué 46? Porque 46 estrellas tiene el ropaje de la Virgen, según la antigua tradición. Los números guardan siempre un preciso significado en la mariología. Por ejemplo, las posadas son nueve, una por cada mes de embarazo de la Virgen, y la fiesta de la Candelaria se celebra 40 días después del nacimiento de Jesús, lo mismo que duraba la dieta o cuarentena de las mujeres que habían dado a luz.
Dice una copla mexicana:
Las morenas me gustan
desde que supe
que es morena la Virgen
de Guadalupe.
Morena, sí, pero no india. Tampoco española, desde luego. Mestiza, o sea, mexicana. Y más allá. El antropólogo norteamericano Edwin Sylvest escribió un libro que se llama “Nuestra Señora de Guadalupe: Mother of God, Mother of the Americas”. Ese libro fue publicado en 1992 por -asombrémonos- la Universidad Metodista del Sur, de Dallas, Texas. Eso no deja de ser una parajoda, como decía un cierto señor por decir paradoja. ¡Una universidad protestante publicando un libro sobre la Virgen! En esa obra dice Mister Sylvest lo siguiente:
“... Los aztecas demandaban sacrificios humanos, y los misioneros amenazaban con la condenación eterna, pero la Virgen de Guadalupe le habló a Juan Diego con voces de amor, de compasión y de ternura... La aparición de la Virgen en el Tepeyac marca el nacimiento antropológico de una nueva humanidad en las Américas, y fue la Guadalupana el aspecto femenino del rostro y el corazón de Dios, ausente en el cristianismo de aquel tiempo. No sólo fue la Guadalupana la Madre de Jesús: fue también la Madre del nuevo hombre y la nueva mujer del continente americano...”.
Quizá por eso hasta los ateos en México son guadalupanos. A todos por igual la Virgen Morena nos cubre con su manto.