Blindaje y deficiencia

Usted está aquí

Blindaje y deficiencia

Puede darse un sida espiritual y un sida social.

Sucede cuando se bajan las defensas. Hay deficiencia en las inmunidades. Los debilitamientos provocan la vulnerabilidad de lo que queda a la intemperie, sin protección. Puede haber errores de legislación que dejen expuesto algo valioso frente a cualquier asedio o intromisión. b, cuando una bella edificación queda sin barda y sin reja. Cuando la moderación se rebaja hasta convertirse en omisión y carencia.

El blindaje de lo esencial es sensatez y cordura, equilibrio y acierto. La deficiencia defensiva acrecienta la agresividad del ofensor. El conocimiento de la naturaleza humana lleva a descubrir que “en arca abierta hasta el justo peca”, que “la ocasión hace al ladrón” que el desbarajuste que dejó el ventarrón se debió a no haber cerrado, con previsión, las ventanas.

Se enferma de sida una sociedad que deja sin protección los valores fundamentales y los derechos básicos. El sistema inmunológico ha de ser constantemente actualizado y ajustado porque los embates son dinámicos, con pluralidad y diversidad. La persona humana, en su dignidad, requiere una defensa inteligente y poderosa frente a todas las corrientes deletéreas y contaminantes, contra todas las sacudidas de los conflictos y las desintegraciones.

La libertad, reconocida como exigencia sin excepciones, ha de estar siempre revestida con caparazón de la responsabilidad. Su exageración la convierte en libertinaje nocivo para quien lo práctica y para quienes sufren sus consecuencias deshumanizantes. Todas las infecciones de falsedad, de simulación, de inautenticidad se desbocan por la inmunodeficiencia de una colectividad en descomposición.

Urgen los recios blindajes de supervisión, previsión, eficiencia y continuidad para evitar daños de lenta o imposible reparación. Sentirse en continuo riesgo provoca inseguridad. El aseguramiento de lo esencial produce, en contraste, una sensación de tranquilidad en el orden.

No sólo la comunidad de familias y de instituciones públicas, que hacen la ciudad, requieren suficiencia defensiva. Cada familia, por su misión de ser comunidad de personas, educadora en la fe y en las virtudes humanas necesita blindarse para llegar a ser promotora del desarrollo.

Rearme moral, se dijo no hace tanto. Respetar la ley natural, es clamor de muchos. Quitar prejuicios, resentimientos, miedos y apegos desordenados, señalaron los más lúcidos.

El Maestro, cuyo nacimiento estamos ya muy cerca de celebrar, Jesús de Nazareth, en la proclama de los caminos para la alegría, en su enseñanza de la montaña, va descubriendo los riesgos del falso “yo” con sus tres tentáculos de afán enfermizo de poder, de tener y de placer.

Pobreza, templanza y humildad son las victorias que propone como blindaje interior. Suprime toda deficiencia con la renovada eficiencia del amor universal.

Ir y dar. Ser prójimo sin exclusiones. Nunca dañar ni mentir. Y dar a cada quien lo que le corresponde es el blindaje, sin rejas ni muros, en la reciprocidad del mejor amor...