Bob Dylan, la poesía nobel y la hegemonía

Usted está aquí

Bob Dylan, la poesía nobel y la hegemonía

Foto: Especial

“De vuelta el Nobel a un poeta. Así me compartió el poeta, investigador, traductor José Luis Rivas al conversar sobre el Premio Nobel de Literatura que este 2016 le fue asignado a Bob Dylan. Y no pude sino hacer eco de sus palabras, cuando me recordó que Bob toma su apellido de Dylan” Thomas, poeta inglés admirado y traducido por
José Luis Rivas

Cito precisamente las palabras de Rivas, gran poeta mexicano, a razón de la polémica global que se ha desatado con la decisión de la Academia Sueca. Lo destacable es que de ser un premio asignado a prosa, en su mayoría, vuelve a la poesía. Y vayámonos yendo con tiendo: entendamos que los premios dados por la Academia Sueca, dentro de su sistema y contexto, generalmente privilegian el idioma inglés.

Si bien, no puedo ocultar mi predilección por la poesía de Adonis, y su poesía no necesita ser reconocida con un premio, para ser validada entre los expertos, como una enorme voz literaria, tiene un hándicap en esta competición: su lengua nativa es el árabe. Por fortuna se está colando a esta competencia, ya que vive en Francia y eso lo coloca en la red de intercambio y visibilidad necesaria en el contexto de los premios Nobel.

Pero volviendo al punto: a Bob, condicionados por nuestras lecturas y espacio que habitamos en el globo terráqueo, ya muchos lo veíamos coronado con el Nobel.

Otros, por supuesto, con argumentos válidos y clásicos, han denostado esta decisión. En este sentido, pasada la emoción, sigo celebrando esta nominación ya que pone en el ojo público preguntas que algunos lectores nos hacemos: ¿Qué es la poesía? ¿Cuál es el soporte válido para dar a conocer el discurso poético?

¿Es acaso el objeto libro la vía oficial para validar el mensaje poético?

La poesía fue oral, es conocimiento básico. Luego, el mensaje oral adquirió una tecnología poderosa: la palabra escrita que fija el mensaje, su emotividad, ritmos y pausas a través de signos. Recordemos que un punto y aparte significa una gran pausa. Pero ya no me detengo en esto.

En el siglo XX -que ya pasó-, muchos interesados en la literatura, accedimos a través de casetes, discos y otros soportes digitales, a la voz de los poetas, novelistas y narradores. Esos casetes y discos los encontramos en las librerías. Y en ese sentido, todavía escucho la voz de mi querido Juan Gelman en una cinta que un grupo de escribanos escuchábamos mientras atravesamos el desierto rumbo a Durango. Me da risa pensar en clasificaciones básicas. ¿Será acaso que se deba prohibir que los poetas graben discos, hagan intervenciones sonoras, se acompañen de músicos y hagan experimentos vocales? Por supuesto no.

Bob Dylan se nutrió digamos, de dos grandes fuentes: por un lado la literatura con mayúscula, y por el otro, con la calle. Su búsqueda lingüística y su narración de la vida cotidiana de este lado del mundo, dan fuerza a su mensaje.

Así que mientras llega el momento de la siguiente decisión de la academia, escucho estos poemas hechos notas musicales y observo las serpientes del lenguaje caligráfico que el poeta sirio-libanés Adonis, envía como las perlas rojas de un jardín de granados; esperando otros lectores que disparen las ventas de sus libros, como ya está ocurriendo con Bob.