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A cada Santo le llega su capilla
No en vano dicen los que saben que “para que la cuña apriete ha de ser del mismo palo”. En hechos más que evidentes se ha confirmado que el mayor enemigo de un panista es otro panista. Mediante actos que rayan en el canibalismo político, los azules se dan hasta con la cubeta cuando se trata de colocar sus propios intereses por encima de los ideales del instituto al que pertenecen. Al respecto, el otrora militante y representante de Acción Nacional, Javier Lozano - quien decidió poner tierra de por medio y unirse a la campaña de Pepe Meade - ha sido el encargado de colocarle las banderillas al candidato presidencial de la coalición Por México al Frente, Ricardo Anaya y, en ese ánimo, se ha dado a la tarea de destapar la cloaca. Ya son varios los señalamientos por los cuales se vincula al personaje de marras en actos de corrupción y, por más que se defiende a capa y espada, cada día se le cuelgan más “milagritos”.
Un signo inequívoco de quien traiciona es su proclividad a negar amigos y pasadas relaciones. Así como Judas negó tres veces a su Maestro antes del alba, Anaya aseguró no conocer a Manuel Barreiro, de quien ahora se sabe pagó al queretano la friolera de 54 millones de pesos, por la supuesta adquisición de una nave industrial. Pero eso no es todo, la operación de compraventa se realizó a través de la firma Manhattan Master Plan Development, misma que recién fue incluida por el SAT en la lista negra de empresas fantasmas; dicho de otra forma, la referida compañía se dedica a expedir facturas por servicios inexistentes que permiten a terceros deducir impuestos de manera ilegal. Ante tales hallazgos, algunos de los más encumbrados partidarios albiazules han saltado a la palestra para exigirle al güero Anaya que aclare las denuncias sobre lavado de dinero que pesan en su contra y, ya de pasada, le cuente al respetable como es que hizo su enorme fortuna.
En la patria chica no se curten mal las vaquetas. Después de haber hecho “talacha” de la buena para acceder a una candidatura al Senado por la vía de mayoría relativa, Jesús de León Tello fue dejado en el camino, nada más y nada menos que por el antes aspirante a repartidor de chile y eterno tirador a la gubernatura coahuilense, Guillermo Anaya Llamas.
Poco importó el acuerdo de caballeros que - según se dice - hubo entre ambos políticos laguneros. Anaya (el de acá) terminó por darle la estocada a su excoordinador de campaña, quien ya se soñaba ocupando el escaño senatorial. La presunta calma y actitud institucional mostrada por De León es de pronóstico reservado, pues la curul en San Lázaro que le prometieron como premio de consolación, fue antes comprometida a favor de Leonel Contreras; a mayores señas, segundo al mando del extinto Partido Primero Coahuila, aliado de los azules en la anterior campaña doméstica.
Por supuesto, la capital mundial del sarape y el membrillo no podía quedarse atrás en esta telenovela de traiciones, amor y desamor. Acá prácticamente ya están cocinadas las candidaturas a la Presidencia Municipal saltillense. Manolo Jiménez buscará la reelección representando al Revolucionario Institucional. Frente al joven alcalde y sus huestes, competirán no uno, sino tres panistas. ¡Si mamá! Leíste bien. Por el bando azul llegará a la boleta local Carlos Orta Canales; por MORENA contenderá Oscar “El Muñeco” Mohamar, y por el PRD entrará al quite “Tomy” Vives Preciado. Seguramente, durante la campaña, los emanados de las filas de Acción Nacional no tendrán el menor recato en sacarse – unos a otros – los trapitos al sol.
Aquí en confianza, entre los dimes y diretes propios de la época electoral, el salpicadero se pondrá de a peso. No dude usted que -en menos de lo que canta un gallo- algún político comarcano será señalado por los mismos delitos que ahora se le imputan a Ricardo Anaya. Así las cosas, los servidores públicos y funcionarios partidistas de apenas mediana monta que han amasado grandes riquezas en forma inexplicable, deberán poner sus barbas a remojar, porque “a cada Santo le llega su capilla”. Al tiempo.