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Cadena

Uno de los comportamientos esperados de los niños de preescolar, luego de haber transcurrido esos tres años de educación, es que el infante entienda y haga suyo el tema de los “turnos”. Quiere decir, dar la oportunidad a los compañeros y tomar su propia oportunidad en la consecución de un fin, ya sea este de orden material, como hacer fila para consumir los alimentos o adquirir mercancías, o el intangible pero claro como el hacer uso de la palabra.

El tema es importante en cuanto al respeto de quien está a un lado, detrás o delante de cualquiera. Tomar turnos implica un alto grado de respeto y de negociación, donde cada cual debe colocarse en el lugar que le corresponda por derecho y necesidad de los grupos en que se esté inscrito.

Si bien ello es, en la sociedad, un valor inestimable, también lo es otro que ya resulta indispensable: y se trata del de hacer conciencia, desde pequeños, que todos formamos parte de una cadena y que esa cadena es importante. Sin embargo, no solamente es importante. Es también satisfactoria y emocionante. Formar parte de un proceso y contribuir, en una parte, una parte significativa, para que llegue a buen puerto.

Reflexionaba sobre ello a propósito de las noticias acerca de la obligatoriedad en la Ciudad de México para los capitalinos, desde el 8 de julio, de separar la basura. Como se sabe, están obligados ya a separarla en cuatro nuevas categorías: orgánicos, inorgánicos reciclables, inorgánicos no reciclables y residuos voluminosos y de manejo especial.

Los orgánicos se refieren a aquellos restos de verdura, cáscaras de fruta, semillas, huesos, etcétera; los inorgánicos reciclables: papel, cartón, plástico, metal, vidrios y envases; los no reciclables, son lo que no se pueden reutilizar, como colillas de cigarro, envolturas metálicas, pañales, toallas sanitarias, papel higiénico; y los residuos voluminosos y de manejo especial, como televisores, refrigeradores, lavadoras, computadoras, celulares, muebles rotos.

La autoridad ha definido que habrá distintos días para la recolección de cada tipo de basura. Así, durante toda la semana, según la disposición, habrá camiones de limpia.

Esta etapa no contempla aún sanciones. La idea es familiarizar a los capitalinos en la separación correcta y, además, emprenderla.
La decisión en Ciudad de México seguramente encontrará detractores o apáticos: a todo le encontrarán un “pero” o les es absolutamente indiferente el problema. Pero se trata de una buena medida que ojalá funcione por las bondades que implica. Siendo como es una ciudad de tan grandes proporciones, el reto se antoja enorme. Pero si junto a la decisión hay también estrategias adecuadas para su realización efectiva, con el tiempo se va a lograr.

Tomar en cuenta, además, el factor de la cadena del que hablaba al inicio de esta colaboración: mientras estemos conscientes de la importancia de cada uno en el proceso y nos sintamos orgullosos y comprometidos con ello, las cosas funcionarán.

En Saltillo es hora ya de tomar también decisiones en este sentido. Se puede, como en la Ciudad de México, iniciar con la etapa de información, de conocimiento de programas, para poder emprenderlos.

Pero es necesario que se establezcan estrategias que de verdad puedan ser factibles, que sean viables. Si la táctica de inicio nace con fallas, en el transcurso se hará hincapié en las fallas y no en las bondades de la decisión, como ya ha ocurrido con otras buenas ideas puestas en marcha que han recibido rechazo, sumándose a las fallas asuntos no sobresalientes que se constituyen en los obstáculos decisivos.

Considerar las características de la ciudad, las costumbres, los hábitos, las rutinas, y entender cuál es la mejor manera, no sólo de enfrentar los problemas de contaminación en la ciudad, sino el cómo los ciudadanos estarán dispuestos a aceptarla sin encontrar razones para no hacerlo. Muchas veces se presenta sólo el hecho de revertir por revertir. Aquí de lo que se trata es de hacer conciencia y de sumar.

Entender que somos parte significativa de un proceso y sentirnos importantes por ello. Empezar en las escuelas, y además de insistir en los necesarios “turnos”, referirse a las bondades de formar parte de una cadena social, donde cada cosa que hagamos va a ayudar, o no lo va a 
hacer, a los demás.