Café Montaigne 186

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Café Montaigne 186

Dios me ama. Mis amigos me quieren, me aman y lo peor, no pocas veces me soportan. Tal vez esto y no otra cosa sea la amistad: aceptar al otro, al próximo, al prójimo, como lo que son en realidad. Sin tapujos, mentiras ni falsas poses. Pasó diciembre y sus fiestas y posadas como un viento cruel, ávido de carne y sangre. No hubo jolgorio. Los pocos que había, fueron cancelados. El bacilo chino anda más bravo que nunca y sí, el muy maldito ha mutado y hoy tiene más dientes, fauces y vida, que toda la humanidad junta y en su contra.

¿A dónde vamos? Usted lo sabe, soy catastrofista: a ningún lado. Mejor escrito y deletreado, cada quien en su soledad, en el momento más alto y álgido de la noche y en paz consigo mismo, elegirá a dónde ir y por dónde caminar el resto de su vida. Sean muchas o pocas sus jornadas. ¿Quién lo puede saber? ¿Lo sabe usted señor lector, lo sé yo? Usted y yo envejecemos, el mundo va a seguir mutando, cambiando y viviendo por siglos más. Siglos los cuales ni usted ni yo imaginamos. De hecho, el futuro nos alcanzó. A mí en lo particular, me alcanzó y me ha rebasado casi sonámbulo, casi dormido. Ya no es el mundo con el cual crecí, aprendí, deambulé y amé y disfruté a mares. No más. El mundo para mi desgracia, ya no se repite a sí mismo; corre veloz y desbocado, a mi juicio, no para bien.

Cuando era joven, cuando fui joven, tenía todos los apetitos y pasiones listas y siempre para estar disfrutando. Viajar, leer, amar, comer, beber, vivir a todo tren y sin prisa ni pausa. Como escribiera William Blake, ese poeta visionario, no quiero ascender al cielo (no creo en él, siendo francos) por haber reprimido o quebrantado todas mis pasiones y apetencias, no; solamente quiero ser reconocido como alguien que las entendió, las amamantó y los tuvo siempre fieles y a la mano.

Este ya no es mi mundo. Creo que por fin la democracia ha llegado a la tierra: le cortaron las cuentas de sus redes sociales al ex presidente Donald Trump y el mundo ardió por días. ¿No estás en Internet? eres inexistente. Eres nadie. Le cancelaron sus redes sociales a Trump, pero también a una artista de quinta, como Paty Navidad: los extremos se tocan. Los seres humanos están atados a Netflix. Los jóvenes no quieren conocer un cenote sagrado de Campeche, el majestuoso Cañón del Sumidero, el Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México o el Paseo Montejo de Yucatán, no; los jóvenes quieren ver el último capítulo de “Juego de Tronos” o “Narcos México”. Los jóvenes y los viejos quieren becas como “escritores”, quieren aprender a jugar impecablemente al ajedrez para imitar la serie de Netfilx, “Gambito de Dama”, pero nadie, nadie pregunta por la novela y menos la leen, de la autoría de Walter Tevis. Los que se entretienen platicando con sus dedos (picarle a Internet) dicen que los resultados son los siguientes: el ajedrez y la mejor manera de jugarlo, es lo que domina la búsqueda. Pero nadie lee la novela.

ESQUINA-BAJAN

No, este ya no es mi mundo. Dígame entonces primitivo y fuera de foco y moda. Lo acepto con gusto. Me siento a mis anchas y plácido en mi mundo de papel y tertulias con musas de carne y hueso. Más de carne. Sus huesos muy escondidos en los pliegues deliciosos de sus formas femeninas. Me siento a gusto y a mis anchas con amigos, hermanos de ruta los cuales tienen los mismos vicios, pasiones y apetencias a los míos. Afinidad y elección, pues. Le decía entonces al inicio de esta tertulia sabatina de buen café y tragos, que Dios altísimo me ama. Y mis amigos me quieren y me toleran.

En diciembre, aunque limitadas, tuve varias reuniones, tertulias y saludos con varios amigos los cuales me honran con su amistad y coloquio. Recibí varios obsequios, felicitaciones y buenos deseos los cuales calaron hondo en mi alfabeto. Prometo dilatarme en siguientes textos en los saludos e intercambio de palabras con gente alta y garbosa como Juan Ramón Cárdenas, sus hijos Sophia y Rodrigo Cárdenas (a los cuales los compañeros de la prensa ya los han bautizado como “Los Master del Brunch”, debido al espectacular éxito del Brunch de fin de semana en el mítico restaurante “Don Artemio”).

Recibí parabienes y bendiciones por parte del politólogo y funcionario estatal, Ricardo Aguirre. El hidalgo, don Javier Salinas, me deseó lo mejor para este 2021 el cual ya corre desbocado. El mejor deseo: vivir. Así de sencillo y simple. Sólo vivir. Y vivir lo mejor posible de preferencia. Me detengo en dos tertulias. La primera antes deletreada: con brindis y bastimentos de por medio con la bella Sophia Cárdenas, el joven chef Rodrigo Cárdenas y claro, la figura señera del chef de sabor huracanado, Juan Ramón Cárdenas. Ese día, la tarde se hizo noche. La noche nos agarró en pleno intercambio de palabras y proyectos por cristalizar en este 2021.

Escribo: extraña pasión la de la bella Sophia Cárdenas: en lugar de gastar sus labios en besos y sus oídos en música ruidosa y moderna, se entrega al placer del trabajo: la dirección de fin de semana de su acreditado brunch. De noche, gasta sus ojos en lecturas sólo para iniciados (está formando su biblioteca y ya es un escándalo los materiales que tiene y solicita: de colección). Y lo mejor viene al final: se entrega a una pasión patológica y secreta. Sophia Cárdenas entrega sus oídos diarios a escuchar música antigua (y moderna seleccionada) en un gramófono, colocando en él… acetatos de vinilo los cuales sólo ella sabe dónde los consigue. La tarde se hizo noche platicando de esto y de ese mundo secreto que rodea a los bibliófilos y los melómanos como ella, Juan Ramón Cárdenas, Javier Salinas y quien esto escribe.

LETRAS MINÚSCULAS

En la próxima tertulia sabatina seguiré contando de esto y agregaré los seis CD de colección que en mi mano depositó el caballero medieval, Javier Salinas: un deslumbramiento para el oído y la mirada.