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Café Montaigne 35
“Nos dirigimos a la tumba con necias aflicciones/ y triunfos alquilados”, reza un poderoso verso del norteamericano Charles Wright. La letras son de su libro mayor, “Zodiaco Negro”. Una aplanadora de testimonio y pensamiento, horas altas de la poesía norteamericana luego de la desaparición de sus santos tutelares los cuales están en la historia como Walt Whitman, el mismo Edgar Allan Poe; su Generación Beat, Erza Pound, e. e. cummings… Triunfos alquilados, dijo el poeta Wright y lo anterior es precisamente el argumento, el ensayo a vuela pluma de hoy y de dos entregas sabatinas más, aunque, el tema es largo y sinuoso y claro, ya tiene letras, muchas letras en libros bien escritos de los cuales aquí le daré las fichas respectivas por si usted quiere ahondar en tema tan espinoso y bullanguero: el plagio literario.
¿Plagio, libros apócrifos, palimpsesto, copia, falsificación? Cómo llamarle a este embrollo en el cual no nos ponemos de acuerdo. Sin duda, a la tumba (no sé si con aflicción o sin ella) se llevó la siguiente huella el mexicano universal Carlos Fuentes, cuando todo mundo decíamos (me cuento entre ellos) del “extraño” y perfecto parecido entre su mítica “Aura” con “Los Papeles de Aspern” de Henry James.
¿Triunfo alquilado? Y usted lo sabe, mucho por decir cuando él mismo lo afirmó en charlas y alguna entrevista, la versión tropical de Gabriel García Márquez, “Memoria de mis Putas Tristes” está ancilada en la estupenda novela de Yasunari Kawabata (1899-1972) “La Casa de las Bellas Durmientes.” Misma temática. Escenario diferente. ¿Plagio, refundición, palimpsesto, homenaje?
Me meto en la jaula del tigre sin ser domador. Voy a la nevera, doy por liquidado mi café caliente. Ahora, le agrego tres o cuatro cubos de hielo y una medida generosa de ron Zacappa, botella cortesía del chef de sabor huracanado, Juan Ramón Cárdenas. Son las 11 de la mañana y en este momento redacto estas tropelladas líneas que a la vez, pueden atropellarme a mí por el tema escabroso el cual vamos a ensayar. ¿Es temprano para beber café frío con ron? ¿Temprano con qué uso horario y de qué país? Reniego de los convencionalismo sociales cuando estos limitan nuestra libertad.
Y si decimos libertad, pues nada más libre el recrear una obra admirada por nosotros. Pero si la recreamos, agregamos y quitamos aquí y allá, ¿sigue siendo la obra de tal o cual autor, o ya es de nuestra autoría? Escuche usted las llamadas “Cuatro Estaciones” de Antonio Vivaldi y luego escuche usted “Las Cuatro Estaciones” de Max Richter. ¿Plagio, refundición? ¿Se puede? ¿Por qué lo hizo un maestro como Richter?
Esquina-bajan
La cosa no es nada nueva señor lector. Forma parte de la historia misma de la humanidad desde que la humanidad es tal. Nos apropiamos la obra la cual amamos; pintamos e imitamos la técnica, el tema y el cuadro todo, admirado de un artista famoso; al leer una novela perfecta, la queremos deletrear nuevamente pero ahora, por nuestra pluma y lengua. Y el extremo: no pocas veces nos apropiamos de otra persona, llegamos a ser otra persona; no nosotros. No sólo imitamos sus modos de vestir, sus modos de expresarse, sus muletillas y guardarropa, no; sino que intentamos apropiarnos de su esencia, de su ser. Fue el caso de una buena película que vi en la década de los años noventa del siglo pasado, “Sommersby”, estelarizada por Jodie Foster y Richard Gere.
¿La recuerda? Un tipo se hace pasar por otro. Es el célebre caso histórico de Martin Guerre en los territorios en ese entonces, del país vasco francés (Siglo 16). Todo se conoce a la perfección y al menos ha sido llevado a la pantalla del cine en dos ocasiones, porque lo dejó por escrito, nuestro ángel tutelar de esta columna, el amado y admirado Michel de Montaigne. Hay una versión de película la cual no he visto. Es de 1982 con el protagónico a cargo de Gerard Depardieu como Arnaud du Tilh, quien suplanta a Martin Guerre, el tipo “original” el cual había muerto en la guerra y en un calabozo.
En fin, nada nuevo desde que el hombre es hombre sobre la tierra. En tiempos de “copy paste” por internet, Melania Trump se hizo de varios párrafos y al parecer, hasta textos completos de Michelle Obama, durante la campaña de su marido, el millonario Donald Trump a la Presidencia de los USA el cual tiene hoy al mundo en su puño y en quejido perpetuo. Cuando todo mundo se dio cuenta, se despidió a su jefa de discursos y relaciones. Al día de hoy, no han necesitado de nadie más. ¿El motivo? Con 140 “caracteres” por Twitter, Trump hace arder al mundo. Vamos iniciando, pero plagios, falsificaciones y palimpsestos forman parte de la humanidad. Hay diarios de Adolf Hitler y Benito Mussolini los cuales en su momento, se dieron por “buenos.” Eran falsos. En su mejor época de reportero, el buenazo de Mark Twain mintió. Y todo mundo le creyó su reportaje apócrifo…
Letras minúsculas
Escribí apócrifo. ¿Los Evangelios apócrifos son verdaderos o son falsos? Apuro mi ron con café. “Triunfos alquilados”, escribió Charles Wright.