Usted está aquí
Café Montaigne 44
¿Es de mala conducta y una mala, pésima educación que demuestra nuestra poca urbanidad el sorber el café en la mesa en la reunión en la cual estamos convocados? ¿Comer con las manos, como ahora se estila en varios y grandes restaurantes europeos, una fresca ensalada, aliñada ésta con vinagre balsámico y aceite de oliva, con trozos de setas, piñón y nuez? ¿Es algo emparentado con nuestra raíz primitiva de tiempos de las cavernas o es un signo postmoderno del proceso civilizatorio del hombre? ¿Comer con las manos o comer con cubiertos hoy aceptados por los convencionalismos sociales? Sin duda, preguntas para el chef Juan Ramón Cárdenas o para su hermano, don Braulio Cárdenas.
Cosa nada sencilla responder las anteriores preguntas. Dele un sorbo a su café y lea lo siguiente. Prepárese: “Vomita tranquilamente si tienes necesidad de hacerlo, pero no vuelvas a comer lo regurgitado.
Si compartes la cama con alguien que no conoces, respeta las leyes de la decencia al desnudarte y vestirte. Es de mala educación escupir por encima o sobre la mesa mientras se come. Cuando te hayas sonado la nariz no despliegues el pañuelo y lo examines como si de tu cerebro hubiesen salido perlas y rubíes…”.
No, señor lector, estas reglas de mínima urbanidad (¿mínima con respecto a qué?) no son para un manicomio. No, son algunas de las reglas que seguían en la nobleza europea en los Siglos 15 y 16. Lo anterior y muchos otros temas y ejemplos los leo en un libro perturbador, uno de esos libros que modifican el eje de la humanidad toda. Claro, siempre y cuando sean leídos por usted. El volumen es “El Proceso de la Civilización” de Norbert Elías. El volumen usted lo encuentra editado para FCE. El texto es una aplanadora de pensamiento y aborda la historia de la civilización occidental. Bueno, eso a lo cual llamamos civilización. Cosas sepultadas por cierto, ahora han vuelto y de la mano de los jóvenes. Sí, hay va una de ellas.
La actitud de todo mundo frente a las necesidades de la naturaleza humana era laxa. No hablamos de las clases bajas, no, sino de la conducta de la nobleza. Se hacían las necesidades naturales e incluso, el copular, a un lado en las reuniones y a la vista de todos.
Defecar y orinar era algo normal como practicarlo con la mirada de las visitas. Cosa que ahora, y si usted tiene hijos adolescentes, lo puede comprobar, si sus hijos no le mienten: en reuniones en parques, jardines de sus casas, es “normal” que niñas y niños están en círculo bebiendo, fumando y charlando. Pues bien, cuando un varón necesita orinar, sólo se da media vuelta, saca su miembro y orina…
ESQUINA-BAJAN
Para incorporarse a la animada tertulia con sólo girar la mitad de su tronco. Caray, no hay ninguna diferencia alguna con las costumbres de la nobleza europea de las cuales nos cuenta Elías. El sociólogo denominó “psicogénesis” a la transformación de las estructuras psicológicas y personalidad del ser humano a través de generaciones, las cuales se han modificado con el paso de los años, con el paso y peso de la historia. ¿Por qué antes era aceptado tomar una carne de una fuente, morderla y regresarla a su sitio para que alguien más comiese de ella, y ahora es imperativo comerla con tenedor? ¿Por qué los caballeros empezaron a usar cubiertos en lugar de usar las manos? Por lo mismo que en lugar de solucionar sus diferencias con una espada, cambiaron al diálogo. ¿Por qué y cómo se operó este cambio?
Hoy usted y yo usamos servilletas de lino o de papel para limpiarnos las manos durante o después de probar alimentos. Lo anterior es relativamente reciente. Por lo general en las grandes comilonas europeas usted se limpiaba sus manos en su propia vestimenta o en la de su vecino. Ya luego, hubo un poco más de “educación”. Se amarraba a las patas de su silla a un conejo, un reluciente conejo blanco el cual y luego del banquete, terminaba embadurnado y maltrecho por el comensal en turno que lo tomaba como servilleta viviente. ¿Su destino? El fuego de una hoguera. Vivo, por supuesto. De hecho, el inventor de las paños fue el mismísimo y gran maestro Leonardo da Vinci. Genio en todos los órdenes.
Norbert Elías describe en su libro de proporciones centaureas cómo los cambios duraderos en la psique iban de la mano de las profundas transformaciones en la reglas del poder en Europa. Ojo, el poder, los que ejercen el poder. Y el poder no necesariamente tiene que ser el que tiene harto dinero en sus manos (el absolutismo de los siglos modernos, por decirlo elegantemente). El poder del intelectual ha modificado reglas y conductas a lo largo de la historia. Ya me acabé el espacio, pero usted se ha preguntado y todavía hasta hace pocos años. ¿Por qué ahora hay una copa diferente para cada vino elegido. Un tinto, un blanco, la champagne…? ¿Cuándo inició esto, es moda o es necesario?
LETRAS MINÚSCULAS
Pregúntele usted al chef de sabor huracanado, Juan Ramón Cárdenas. Tiene una buena y documentada charla al respecto. Da cátedra el hombre.