Café Montaigne 62

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Las tres cruces de México inician paradójicamente como el abecedario: Aguas Blancas, Allende, Ayotzinapa. A tres años, entrando a este cuarto, hay preguntas, más preguntas. Aún no hay respuestas. Las respuestas que hay a nadie convencen. Son respuestas no satisfactorias. El pasado 26 de septiembre se cumplieron tres años de la desaparición de 43 estudiantes (no están vivos, al no aparecer; pero tampoco están muertos, aunque el Gobierno se empeñe en hacerlo creer y decirlo así) de la Escuela Normal de Ayotzinapa en Guerrero, cercana a Iguala. 

A tres años (cuarto con el que corre), sigue habiendo preguntas y pocas respuestas. Desaparecieron los muchachos, aunque luego las investigaciones oficiales dijeron que los asesinaron los miembros de una banda delictiva (con la colaboración de la policía local) y posteriormente los quemaron para desaparecer sus cuerpos. A nadie ha convencido lo anterior al día de hoy, no obstante el paso del imbatible tiempo. El problema es que a tres/cuatro años de la tragedia, de la masacre de Iguala, hay tantas tesis, testigos, folios, investigaciones y todo está ya tan manoseado que, incluso, hay tesis contradictorias de investigadores e instituciones serias. 

No pocas veces, insistimos, estas tesis se contradicen. Lo bien cierto es que no se sabe a ciencia cierta qué pasó esa fatídica noche del 26 de septiembre, cuando parte de estos estudiantes desaparecidos fueron emboscados por policías municipales. Desde entonces, diversos grupos civiles, instituciones y centro de derechos humanos de varias partes del mundo han colaborado para tratar de esclarecer aquello y también, lo más importante, saber qué pasó con los muchachos, dónde están si es que están vivos, y si están muertos ¿cómo saberlo, dónde están enterrados sus cuerpos? 

Y lo anterior va a ser la cruz terrible, la huella en el sexenio de Enrique Peña Nieto (ya está en su recta final). Pero en este País donde no hay tregua ni descanso sino dolor eterno por siempre, la cruz de Ayotzinapa se une a la matanza de Aguas Blancas, también en Guerrero. Lo anterior fue el 28 de junio de 1995, cuando un grupo de 40 campesinos, miembros de la Organización Campesina de la Sierra del Sur, se dirigían a un mitin para exigir la liberación de uno de los miembros de su comunidad. En Aguas Blancas, un grupo motorizado de policías les cerró el paso, los emboscaron y les dispararon a rajatabla. Matando a 17 campesinos e hiriendo a 23. La orden la había dado el propio gobernador Rubén Figueroa Alcocer, quien sólo renunció a su puesto, pero jamás fue procesado. 

El mundo de la maldad inicia con A: Aguas Blancas, Acteal, Allende y Ayotzinapa. No hay plegaria, oración o quejido que pueda paliar tanto dolor por tanto inocente asesinado"

ESQUINA-BAJAN

Esta masacre fue catalogada por la misma Comisión Nacional de Derechos Humanos como genocidio. Hoy, hace 23 años de Aguas Blancas, cuatro de Ayotzinapa. El dolor no cesa y las heridas jamás sanan. El 22 de diciembre de 1997, sólo dos años después de Aguas Blancas, en la localidad de Acteal en la región de los Altos de Chiapas, durante una incursión de paramilitares, fueron atacados indígenas tzotziles de una comunidad religiosa que estaban orando en su templo. Era la comunidad de “Las abejas”. El grupo paramilitar llegó y mató a 45 indígenas, incluyendo niños y mujeres embarazadas. Fue una matanza sin piedad. Aunque trató de responsabilizarse a los diversos grupos religiosos y étnicos que tienen tensiones entre sí, investigadores le achacaron la matanza al propio Gobierno (estatal y federal) para desbaratar la base crítica social que allí es participativa y fuerte. 

Si usted lo recuerda, el caso fue rodando y llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y se responsabilizó al entonces presidente Ernesto Zedillo de crímenes de lesa humanidad por los 45 muertos en Acteal, Chiapas. Recapitulamos entonces: no sólo Guerrero o Chiapas son violentos y duros.

Desgraciadamente aquí en nuestro vecindario la matanza de Allende reta acusadoramente la apatía, posible contubernio de las autoridades y el escaso o nulo conocimiento de ésta en su momento. Por miedo, temor, angustia, indolencia, lo que sea, pero la masacre de Allende a donde llegó un comando del Cártel de los Zetas para cobrar venganza, fue tan brutal que es día que no se sabe del número real de víctimas. 

La cifra oscila entre 48 a 300 personas. Familias enteras arrasadas, muertas, desaparecidas. Lo anterior se gestó en varios días, pero el principal fue el viernes 18 de marzo de 2011. 

Hoy, las investigaciones han dado cuenta de esta masacre, pero en su momento era un secreto a voces y sólo se hablaba de ella en silencio, en susurros. Había oídos y ojos observando por doquier. Aquello se conocía, pero nadie levantaba el dedo. Hoy, es noticia internacional como las anteriores matanzas. El mundo de la maldad inicia con A: Aguas Blancas, Acteal, Allende y Ayotzinapa. No hay plegaria, oración o quejido que pueda paliar tanto dolor por tanto inocente asesinado. 

LETRAS MINÚSCULAS

A de Aguas Blancas, A de Acteal, A de Allende, A de Ayotzinapa. El viento preñado de espanto y dolor recuerda otra letra A histórica: Auschwitz y el holocausto judío…