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Capítulo III, Art. 87… cumplir y hacer cumplir
Discutimos, debatimos y hasta nos peleamos con familiares, amigos y compañeros tratando de apoyar o señalar a alguno de los candidatos presidenciales. Que si uno es muy preparado y honesto, pero está rodeado del cáncer y cinismo históricos que han aquejado a México por décadas; que si el otro dice que va a gobernar con puro amor y honestidad, mientras dudamos de sus desplantes autoritarios y dificultad para deslindarse de su círculo de izquierda destructiva; el joven maravilla que habla claramente –en varios idiomas–, pero tiene una sonrisa más falsa que la de la bolsa de papas Sabritas; o aquel que se dice independiente, habla con las netas y conecta, pero que no supo darse cuenta que su prioridad era el paquete para el que se apuntó en el norte.
Parece que así vamos a estar hasta el 1 de julio tratando de superar filias y fobias subjetivas, armados con poca profundidad en la información. Pensamos que decidiremos entre el primer mundo que unos prometen (ojo, ese lo prometió por primera vez Salinas de Gortari hace 25 años), la muy válida lucha contra la pobreza que unos traducen en que México se convertirá en Venezuela, entre un pacto de impunidad, o pensando si el otro realmente castigará a los corruptos y luchará contra la impunidad, como no lo hizo siquiera Fox. A final de cuentas, como escribía en este espacio hace unas semanas, no estamos escogiendo un superhéroe, las opciones que tenemos tienen sus cualidades y defectos y ninguno de ellos, ni todos juntos resolverán los problemas del país en seis años. La Constitución no es compleja en cuanto a los requisitos para ser presidente: 35 años de edad, mexicano por nacimiento, no ser ministro de culto, no pertenecer al ejército, no ser subsecretario o secretario de Estado, no ser gobernador, no haber sido presidente antes. En ningún lado habla de elegir al más preparado, al mesías, al que habla más idiomas, al de la mejor sonrisa, al que haya tratado más veces, o al que mochará manos al ladrón.
Ahora que recibí el paquete del INE con mi boleta para voto desde el extranjero, siento una presión adicional acerca de cómo decidir y me acabo de convencer que debemos simplificar nuestro proceso de decisión y hacernos la siguiente pregunta. El 1 de diciembre próximo, durante la toma de posesión del nuevo presidente, ¿a cuál de los candidatos le voy a creer cuando proteste: “Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión; y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande”?
Esta protesta está indicada en la Constitución, capítulo tercero, artículo 87. Palabras que dijeron Fox, Calderón y Peña Nieto, pero a muchos nos suenan cada vez más huecas. Lo qué más le falta a nuestro país es que las leyes se cumplan, desde las más simples, y que quienes están encargados de diseñar, administrar y ejecutar esas leyes –en los tres Poderes– dejen de ser los primeros en ignorarlas o quebrantarlas. Piensen por favor en esa frase cuando vean al presidente Peña declarar algo sobre su lucha contra el crimen, la corrupción y la impunidad; cuando los candidatos hablen sobre la ley y sus intenciones de cumplirla y hacerla cumplir.
@josedenigris