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Carioca, la pieza que faltaba
Da la sensación que Ferretti quiere que Tigres siga siendo el mismo equipo que fue antes y que se regenere sobre el mismo molde de ejecución.
Esto es que conservar los mismos trazos del dibujo histórico (4-4-2) que le ha resultado beneficioso para ser determinante en los torneos no se altere de raíz. Dicho de otra manera, el experimento del 3-4-3 supone ser muy riesgoso en la lectura del entrenador.
Ferretti sorprendió con un plan súper ofensivo en el inicio de torneo y su decisión fue muy valorada. Le encontró acomodo a todo el talento disponible. Defendió con tres y atacó con siete. Fue una apuesta desconocida para este equipo, pero desafiante.
Con la novedosa propuesta, Tigres conectó más balones ofensivos de los que recuperó, pero así y todo se mostró intimidante. Llegó a juntar a Damm, Aquino, Sosa, Vargas y Gignac en un mismo ataque.
Sin embargo, todo iba bien hasta que los delanteros comenzaron a ser neutralizados y escasearon las variantes. A ellos se le sumó las limitantes de la improvisada contención Dueñas-Zelarayán. El dúo olvidó que una de sus obligaciones era, precisamente, contener.
Querétaro, en la jornada 3, exhibió la asimetría del dibujo. Sin equilibrio en la región central, las complicaciones defensivas aumentaron. Ferretti no batalló y se fue por la más fácil: descontinuó el modelo y volvió a apoyarse en el librito original: línea de 4 y de ahí no se movió más.
El técnico le cargó todo el peso del desbalance al parado y no a los ejecutores. El equipo le pedía un mediocampo más rústico, con un volante central nominal capaz de administrar las transiciones. El 3-4-3 no fue el problema, sino las aptitudes de quienes ocupaban puestos medulares.
De todos modos, Ferretti, casi por instinto, regresó a la fórmula que más le sabe y de la que se siente más seguro. El ingreso de Jiménez como contención mejoró en la marca, pero no así en la distribución. El 4-4-2 continuó subrayando el mismo inconveniente.
Para que un estilo surta efecto se deben dar tres condiciones: primero, convicción en la idea y un entrenador que la sostenga. Después, jugadores con valentía y personalidad para ejecutarla y, tercero, aptitudes técnicas de los futbolistas en los puestos sugeridos para evitar los riesgos que esconde la propuesta. Tigres parece haber fracaso en el punto uno y tres.
Ferretti no esperó a Carioca para insistir con aquel plan de ataque de las primeras jornadas. Quizás era lo único que necesitaba para reforzar la idea y generar confianza. Es probable que ya no se vea más el 3-4-3, paradójicamente, cuando ahora sí ya tiene a la pieza que le faltaba.