Católicos y las elecciones de Estados Unidos

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Católicos y las elecciones de Estados Unidos

Según el Censo de los Estados Unidos, cada siete segundos nace en ese país una persona, cada trece muere otra, cada veintinueve segundos arriva un migrante; todo lo cual arroja un crecimiento neto de un nuevo habitante cada once segundos. Al momento de escribir esto, la población de los Estados Unidos suma 324, 356, 343 personas (http://www.census.gov/popclock/).

Mucho se ha comentado sobre el voto hispano en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, será un voto decisivo dicen algunos; sin duda será importante, pero no es para tanto. El 17 por ciento de los 324 millones de habitantes tiene origen hispano, más de 55 millones de personas, pero si lo traducimos en electores, alcanza apenas el 10 por ciento. 

El voto hispano tradicionalmente apoya a los demócratas. El último republicano que ganó una elección presidencial fue George W. Bush, que obtuvo el 40 por ciento del voto hispano, el más alto de la historia. Donald Trump rebasa apenas el 20 por ciento de la intención del voto hispano. Mitt Romney consiguió el 27 por ciento frente a Obama. Importante sin duda, aunque sólo es el 10. Lo cierto es que los líderes hispanos enfrentan una ardua tarea: convencer a los suyos de registrarse y votar. Sólo así subirá su influencia. 

Donde sí hay un cambio drástico es en el voto católico. El Washington Post sostiene que es el cambio más drástico en un núcleo de población. El histórico de elecciones presidenciales en este segmento de la población arroja un empate técnico entre ambos partidos, con márgenes muy pequeños entre ellos. La única elección que no sigue esta regla fue la de 1960: John F. Kennedy, primer presidente católico, obtuvo el 82 por ciento del voto católico.

La diferencia en 2012 entre Mitt Romney y Barack Obama fue de sólo 2 por ciento;  48 por ciento para Romney (mormón) y 50 por ciento para Obama (cristiano no católico). Ahora el dato más importante: los católicos en Estados Unidos representan el 25 por ciento del electorado, naturalmente ese 25 incluye a todas las razas: blancos, hispanos, afroamericanos, asiáticos e indígenas.

¿Cómo explicar resultados tan cerrados elección tras elección? Para los que se toman en serio su fe, ser católico frente a las urnas en Estados Unidos no es cosa fácil.

Convicciones católicas en materias como la familia, el aborto, la eutanasia o el suicidio asistido, chocan de frente con las políticas del Partido Demócrata. Sucede lo mismo con las políticas republicanas en cuestiones relacionadas con la inmigración, pena de muerte, medio ambiente, solidaridad y subsidiariedad hacia los más vulnerables.

En síntesis, en Estados Unidos el católico suele ser muy liberal para los conservadores y muy conservador para los liberales. A fin de cuentas, lo que sucede es que la Doctrina Social de la Iglesia Católica no es ni de izquierda ni de derecha, es una doctrina superior, que mira hacia arriba, con base en la dignidad de la persona humana, teniendo al bien común como objetivo, y trabajando con la solidaridad y la subsidiariedad como herramientas. 

El voto católico, tradicionalmente dividido en mitades, ha decidido abandonar a Donald Trump. Una encuesta del Washington Post-ABC News da a Hillary Clinton una ventaja de 27 por ciento entre los votantes católicos, 61-34, es una diferencia nunca antes vista, salvo en la elección de Kennedy. 

Hillary Clinton conoce su juego, aunque sus posiciones sean muy firmes y contrarias a las convicciones católicas, no necesita repetirlas. Le conviene cortejar al centro político, lo que para el temperamental Donald Trump, con su discurso racista, es imposible. El fundamento de la fe católica es el respeto a la dignidad humana, la lucha por el bien común, el amor al prójimo, la solidaridad que significa construir puentes y dar la bienvenida al migrante. Clinton lo entiende, resalta las coincidencias y se ahorra las diferencias. Trump hace todo lo contrario. 

 @chuyramirezr
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