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Cerca de la extinción, los “dinos” devoran el puente hacia otra era y el PRI se estanca en el Jurásico
El PRI debe apostar por nuevos cuadros ante el desgastede la imagen de sus personajes más conocidos: “dinosaurios” que cargan acusaciones de corrupción, coinciden politólogos consultados.
La época de bonanza del PRI se remonta al siglo pasado. Es tan lejana que las nuevas generaciones de mexicanos desconocen que en los tiempos de la hegemonía priista existía la frase: “Gánale al PRI”, que se utilizaba en varias partes del país como parte de la jerga popular cuando alguien se cansaba de dialogar con una persona muy necia, con aquellos que no aceptaban la derrota con o sin argumentos o bien cuando algo se tornaba prácticamente “imposible”.
Hoy, esa época dorada del tricolor se ve muy lejos.
La recesión que enfrenta el priismo es mucho peor que la de 2000, cuando perdió por primera vez la Presidencia de la República, y que en 2006, coinciden Enrique Toussaint, politólogo de la Universidad de Guadalajara (UdeG), y José Luis Fernández Santillán, doctor en Ciencia Política por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y profesor investigador del Tecnológico de Monterrey campus Ciudad de México. Ambos especialistas, al igual que Armando Barajas Ruiz, consejero nacional del PRI, consideran que el futuro “es oscuro completamente”.
La votación para el partido tricolor el pasado 1 de julio fue la más baja de su historia: 61 por ciento menos respecto a la elección federal de 2012; casi 20 por ciento menos de los votos que obtuvo en 2006 y 45 por ciento menos de los votos que registró en 2000, cuando por primera vez perdió la Presidencia ante el panista Vicente Fox Quesada.
De los 300 diputados locales que logró para la Cámara de Diputados en 1994, en la pasada elección cayó a 43 diputaciones. En el Senado de la República, de los 95 legisladores que colocó en 1994, ahora sólo pudo instalar a 12.
Así, 52 por ciento de los mexicanos considera que el PRI es el gran perdedor de las elecciones de julio, de acuerdo con la más reciente encuesta de Consulta Mitofsky titulada “El PRI después de la elección”.
Al partido que colocó a Peña Nieto en la Presidencia y que alguna vez gobernó por más de 70 años consecutivos, no le será nada fácil recuperarse, coinciden los especialistas consultados.
La segunda porque se volvió ícono de la corrupción sistemática del país. “cuando el ciudadano piensa en corrupción de la clase política, lo primero que se le viene a la cabeza es el PRI como el partido que más lo representa”, señala.
Tercera, porque perdió poder territorial en los estados y puestos públicos. Y cuarta, porque la nueva generación de jóvenes tienen una identidad antipriista.
“Hay gente entre 18 a 34 años, que son generaciones netamente anti priistas, el poco voto que le queda al PRI está circunscrito a la gente que tiene más de 55 años. Me parece que hay un rechazo muy fuerte del millenial al PRI, tiene una identidad netamente marcada anti priista”, apunta.
Para el analista político, el Revolucionario Institucional tiene transitar a un cambio generacional muy profundo, “nuevos nombres, nuevas personas, incluso no sé si pensar en cambio de nombre, pero sí en una redefinición del partido”.
Juan Luis Hernández Avendaño, Director del Departamento de Ciencias Sociales de la Ibero Puebla, recuerda la frase del jurista y politólogo francés, Maurice Duverger, quien señalaba que “los partidos políticos llevan tatuada la marca de su nacimiento”. Bajo esa premisa, Hernández Avendaño destaca que el PRI lo que requiere es una refundación, es decir, un cambio que implicaría que desaparezca como tal. Sus las siglas, estructura y características.
El politólogo compara la situación a lo que pasó con Europa del Este cuando varios partidos comunistas tuvieron que desaparecer para dar lugar a otro tipo de partidos con otro nombre con otra orientación, ideológica programática y con tras reglas del juego. “Eso ya ha ocurrido en otras partes del mundo, donde partidos políticos como el PRI fueron absolutamente sancionados por los electores y destruidos electoralmente hablando”, añade.
La encuesta de Mitofsky también arrojó que aunque se le considera el partido perdedor, 45 por ciento de los mexicanos piensa que se recuperará y solo 35 por ciento que es su “certificado de defunción”.
Armando Barajas Ruiz concuerda en que la tarea y el pronóstico es complicado, pero difiere con Toussaint, pues no cree que el PRI esté en riesgo de perder vigencia. “Es un partido a nivel nacional, contamos con la estructura a nivel nacional, que en su voto dura llega a más de 8 millones de votos, que tiene vigencia y tendrá durante un buen tiempo”.
Fernández Santillán tampoco considera que el PRI vaya a desaparecer, pero sí es necesario, dice, que haya un replanteamiento y autocrítica. Lo que sí coincide con Toussaint es que incluso el PRI podría tener hasta un cambio de nombre, pero eso sólo pasa a segundo plano si no hay un cambio de actitud y reestructuración a fondo.
El doctor en historia de las ideas por la Universidad de Turín expresa que dentro del partido ya se formó una nueva corriente dirigida por César Augusto Santiago que culpa a la tecnocracia de llevar al PRI a la desgracia, y no sólo a ellos sino al país.
De igual manera, Armando Barajas afirma que el caos es culpa de los tecnócratas a quienes se les permitió modificaran los estatutos para abrir la candidatura a la Presidencia a alguien que no era un priista.
“Eso fue un grave error, y no porque Meade no haya sido buen candidato, administrador, funcionario con muchas virtudes sino porque no estaba comprometido con el partido y el partido no estaba comprometido con él y desde ahí inicia un problema para el propio partido. Desde el momento en que llegan simpatizantes a quererse adueñar del partido y los tecnócratas, -en el caso de Luis Videgaray-, tomaron decisiones por la militancia sin estar comprometidos nos trae una debacle que la verdadpara reponernos será difícil”, sostiene el consejero político del PRI.
LA APUESTA AL DESENCANTO
Los especialistas Armando Barajas y José Luis Santillán manifestaron que también es cuestión de esperar el periodo de desencanto que tendrá la ciudadanía cuando se vea que no se cumplen todas las promesas que hizo Andrés Manuel López Obrador durante su pasada campaña.
“Los que se quedan en el PRI van a tratar de levantar a su partido porque es una franquicia que todavía, en términos de interés personal, puede dar porque la cuestión es que hay una euforia por las promesas de López Obrador, pero cuando empiecen a no cumplirlas va a venir la decepción y entonces van a venir menos votos [para Morena ] y va a venir el movimiento contrario”, apunta Fernández Santillán.
Barajas Ruiz también observa una oportunidad en el posible fracaso de Morena.
“En cuanto empiece el desencanto de las promesas hechas por los candidatos de los partidos antagónicos de nosotros, en caso concreto de Morena, es cuando se van a dar cuenta que no todo se arregla con una barita mágica, sino que se requiere de experiencia […] No espero que le vaya mal al país con López Obrador, […] no hay que apostar a eso, pero sí el desencanto de muchas de las cosas o mucho de lo que él prometió no va a poner llevarse a cabo y ahí es donde van a tener que recapacitar muchas de las personas que votaron por Morena”.