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Cese al fuego en Siria: importancia y riesgos
La guerra siria no representa un problema, sino muchos problemas. Varios de estos problemas terminan impactando en asuntos como la migración y el terrorismo, cuestiones que tienen hoy a buena parte del planeta en vilo. Paralelamente, la guerra siria no es un único conflicto sino muchos conflictos a la vez. Así que, si se habla de un cese de hostilidades en esa parte del mundo, se trata de un tema que importa. Sí, un poco es el mismo cuento de nuevo. Pero hay una parte que no lo es, y hay que saber por qué. Es necesario entender la guerra siria desde al menos tres niveles: (1) El primero es el interno: una serie de milicias no coordinadas ni unificadas entre sí, luchando contra el presidente Assad. Esto, que inició como un conflicto político, se ha entretejido con lo religioso, lo cultural y lo étnico; (2) El siguiente, es el nivel regional. De un lado, las potencias sunitas como Arabia Saudita, Turquía y Qatar apoyan a la rebelión. Del otro lado, la máxima potencia chiíta, Irán, apoya, financia y arma a Assad, además de ofrecerle respaldo militar a través de sus milicias afines como el Hezbollah libanés. Está también Israel, quien se siente amenazado por el crecimiento de la presencia de Irán y Hezbollah en su frontera. El nivel regional incluye la intervención de actores no-estatales transnacionales como ISIS y Al Qaeda. Y luego están los kurdos quienes han resultado los actores más eficaces para contener a ISIS, pero quienes se encuentran confrontados con Turquía; (3) El tercer nivel es el macro: el enfrentamiento entre Washington y sus aliados con Moscú. Rusia apoya, financia y arma al presidente Assad y desde 2015 interviene militarmente a favor de su aliado. De su lado, Washington respalda a la rebelión y le ofrece inteligencia, entrenamiento, financiamiento y armamento. Lo esencial es que, bajo las circunstancias actuales, mientras todos los actores locales en pugna tengan patrocinadores regionales y globales, el conflicto se mantiene en estado de equilibrio perpetuo.
Ésa es la importancia del momento actual. Todo parece indicar que Washington y Moscú quisieran empezar a revertir el escalamiento en las tensiones que tienen a las dos superpotencias en el mayor nivel de conflicto desde tiempos de la Guerra Fría, no sólo en cuanto a la guerra siria, sino en otros temas, como Ucrania.
Rusia, a través de negociaciones nada simples, pero no imposibles, podría ejercer presión para que Irán y el propio Assad estuvieran dispuestos a encontrar compromisos. Washington tendría que hacer lo propio con sus aliados como Arabia Saudita y Turquía. Si esto se lograra, entonces los actores intermedios tendrían que ser capaces de ejercer la presión correspondiente sobre los actores locales: de un lado, las milicias leales a Assad y las milicias chiítas apoyadas por Irán; del otro lado, las milicias financiadas y armadas por Turquía, Qatar y Arabia Saudita.
No alcanza el espacio para resumir la cantidad de lugares, momentos y causas por las que esa cadena de presiones se podría romper como ha sucedido hasta ahora. Adicionalmente, la línea que divide a las milicias que sí son consideradas parte del cese al fuego, y las que son consideradas terroristas y, por tanto, no entran dentro del cese al fuego, es muy delgada. Aún así, y a pesar de todos los obstáculos que habría que resolver, un cese de hostilidades nunca es una mala noticia. Mucho menos lo es cuando este acuerdo se origina y cuenta con la voluntad de las dos superpotencias que comparten responsabilidad en uno de los conflictos más complejos de nuestro tiempo.