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El Plan Ceibal: cómo cambiar la vida de los niños con millones de computadoras
La necesidad de proveer a los ciudadanos con las herramientas para adaptarse a las tecnologías digitales de la era ha incitado a los gobiernos a promover iniciativas con el objetivo de introducir estos elementos a la población en todos sus niveles.
Sin embargo, la implementación de algunos de estos programas, ya sea en el aspecto metodológico o de infraestructura, más que dar pasos en la dirección correcta crea nuevos conflictos entre la sociedad.
En el libro “Familias pobres y computadoras, claroscuros de la apropiación digital”, publicado por Océano, las doctoras Rosalía Winocur y Rosario Sánchez Vilela exploraron las consecuencias de la introducción de dichas tecnologías en familias de escasos como producto del Plan CEIBAL, implementado en 2007 por el gobierno de Uruguay. La investigación se llevó a cabo entre 2010 y 2012.
“Rosalía ya venía trabajando con políticas de impulsión digital y con el tema de la relación de las tecnologías y las personas y yo por mi parte también”, comentó sobre el proceso de investigación Rosario Sánchez, en entrevista para VANGUARDIA, “yo estaba preocupada por entender el papel de las tecnologías y los productos mediáticos desde la perspectiva de los sujetos”.
“Nuestro interés era comprender cómo se había producido el encuentro, qué cosas se habían podido incorporar en la dinámica familiar, qué tipo de apropiaciones se habían hecho y también identificar incomodidades, conflictos y tensiones”.
Aunque en muchos países se han realizado este tipo de programas de dotación de equipos computacionales para la mejoría de la educación en los jóvenes, como sucedió en México en 2005, por ejemplo, con el programa Enciclomedia, el Plan CEIBAL (Conectividad Educativa de Informática Básica para el Aprendizaje en Línea) es el único en su tipo a nivel internacional que se ha encargado proveer con estos equipos a todos los niños de nivel escolar del país.
Para 2013 se entregaron 1 millón de computadoras portátiles a cada niño y maestro de Uruguay que podían llevar a sus hogares. Esto incluyó —principalmente y es el objeto de estudio del libro— a familias de escasos recursos que poco contacto han tenido con dichas tecnologías e, independientemente de los resultados a nivel pedagógico, traen consecuencias a nivel social.
“En este caso el aparato llega al hogar sin pedir permiso”, explicó la investigadora, “nosotros normalmente decidimos cuando introducirlo, cuando comprarlo, hay un proceso de apropiación que empieza en el imaginarnos tener la posesión del objeto y luego integrarlo a nuestra vida cotidiana”.
“Todo ese proceso en la entrega de las llamadas Ceibalitas pues es violentado porque la computadora llega al hogar por una decisión de afuera, se entrega en la escuela y entra como ningún otro artefacto ha entrado a esas familias”.
Explicó que, entre otras cosas, al realizar las entrevistas con 125 familias de todo el país exploraron situaciones como la disminución de la autoridad de los mayores, al ser ahora los niños quienes debían enseñarle a ellos el manejo de las computadores se trastocó el orden de autoridad.
Otro aspecto fue comprobar que todas las políticas públicas, aunque se anuncien como programas pedagógicos y de acceso a la tecnología como este caso, tienen un impacto social.
También expresó que en el momento en que desarrollaron la investigación había un importante problema en cuanto a los equipos que necesitaban mantenimiento o estaban de plano rotos y la dificultad en algunas zonas para tener internet.
“Encontramos tensiones que tenían que ver con cómo algunos padres no podían entender cómo estos aparatos facilitaban o fortalecían el aprendizaje de sus hijos. Para ellos la idea de aprender estaba muy ligada a los libros, al esfuerzo, al tiempo y este modo de aprender les provocada incertidumbre respecto a los resultados. No entendían cómo algo hecho tan rápido podía garantizar un aprendizaje sólido”, agregó.
“Uno de los resultados más contundentes es el papel que juega la computadora respecto al acceso a la información y la utilización como comunicación. En ese sentido una de las apropiaciones más fuertes que hacen las familias es el de la computadora como instrumento para recuperar vínculos familiares perdidos”, comentó.
“Una madre que perdió contacto con sus hermanos y que los encuentra a través de Facebook, otra familia que recupera la posibilidad de seguir la vida de unos sobrinos en otro país” explicó, “en estos casos la computadora sirve para establecer vínculos y guardar también un recuerdo familiar”.
“Uno de los casos más gráficos es el de una familia que vive de la recolección de basura, vive en medio de ella y con la computadora puede guardar fotografías, documentos importantes”, añadió.
Este tipo de programas y la introducción de tecnologías así en los núcleos familiares prometen una puerta de acceso al futuro, sin embargo, los efectos tanto positivos como negativos que esto puede tener en ocasiones no son considerados al momento de implementar dichos proyectos y el libro “Familias pobres y computadoras” presenta una perspectiva sobre este caso.