Coahuila, tenemos un problema

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Coahuila, tenemos un problema

Hoy concluye la precampaña presidencial y a partir de mañana inicia ese periodo absurdo llamado “intercampaña” donde nadie tiene claro qué se puede hacer y qué no en tanto llegan las campañas, el 30 de marzo.

En Coahuila, sin embargo, tenemos un problema. O muchos, pero me referiré a uno en particular que es columna vertebral de otros: la credibilidad en el proceso electoral en marcha.

VANGUARDIA publicó una encuesta el pasado 6 de febrero, con metodología propia, para conocer la preferencia en la entidad sobre la contienda presidencial que se celebrará el próximo 1 de julio.
Más allá de resultados, posibles lecturas e interpretaciones, el ejercicio arrojó un dato revelador: si bien sólo 14 por ciento tiene una intención de voto ya definida por José Antonio Meade, el 30 por ciento de los mismos encuestados percibe que podría ganar.

¿Cuál es la razón para que haya una diferencia tan amplia entre predilección y pronóstico? Sencillo: no hay confianza en las instituciones electorales y, por consecuencia, prevén un eventual fraude.

Es preocupante que se geste dicha percepción en 2018, en vísperas de la quinta votación para Presidente arbitrada por el Instituto Nacional Electoral, luego de ocho procesos federales organizados por consejos ciudadanos, y habiendo experimentado alternancia en el Poder Ejecutivo dos veces.
Por lo demás, el sentir no es nuevo en el Estado.

Grupo Reforma elaboró en 2017 un sondeo de opinión para medir el clima postelectoral. En él, 60 por ciento de los participantes a nivel nacional opinó que “hubo fraude” en las elecciones de Coahuila. La misma empresa periodística difundió una encuesta el 26 de julio, ésta sí exclusiva para coahuilenses, donde sobresalió una pregunta: “¿usted cree que en la pasada elección para Gobernador del 4 de junio hubo fraude o no hubo fraude?”. El 65 por ciento de quienes formaron parte de la muestra representativa respondió que “sí hubo fraude”.

Quienes defienden el estado actual de las cosas culparán del fenómeno a los candidatos que no reconocen su derrota inmediatamente después de conocer los resultados, y a los actores políticos que propagan señalamientos de irregularidades y no convalidan de principio a fin el proceso electoral. A ellos acusarán de irresponsables y de minar la confianza en las instituciones, como si éstas fuesen infalibles e incuestionables, y como si la democracia se limitase a la celebración periódica de elecciones.

Hoy padecemos las consecuencias del retroceso democrático experimentado en 2017.

No se puede soslayar el desastroso trabajo del Instituto Electoral de Coahuila, la errática labor del INE, el parcial actuar del Tribunal Electoral de Coahuila y el fraudulento desempeño del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación el año anterior.

Un extraordinario 62 por ciento de participación en los comicios del 4 de junio se dilapidó a partir de que cerraron las casillas. La confianza depositada como nunca antes en las urnas se convirtió al poco tiempo en indignación y posteriormente desánimo.

Cortita y al pie
Ni lo piense. El abstencionismo no es una opción en Coahuila. Si usted no vota o anula su boleta, gana el PRI. Así de fácil.

Después de todo, la clásica frase de Winston Churchill se mantiene vigente: “la democracia es el peor sistema de gobierno inventado por el hombre, a excepción de todos los demás”.

La última y nos vamos
Cuatro días después de la jornada electoral, cuando más arreciaba la indignación ciudadana canalizada a través del movimiento “Coahuila Digno”, el Gobierno del Estado encabezado por Rubén Moreira solicitó un préstamo (sí, otro) por 350 millones de pesos a Grupo Multiva (sí, otra vez ellos), sin especificar para qué lo destinarían (sí, como siempre).

El dinero lo entregó la institución bancaria el 19 de junio, como consta en el “acta de fallo del proceso competitivo COAH-03-2017 para la contratación de un crédito a corto plazo”.

¿Qué compraron con él? ¿Acaso magistrados y consejeros electorales?

Y todavía se preguntan por qué los ciudadanos se resisten a participar en los asuntos públicos.

@luiscarlosplata