¿Cómo acechan los “lobos”? ¿Cuándo es?

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¿Cómo acechan los “lobos”? ¿Cuándo es?

En nuestros tiempos, nuestros menores quedan a merced de peligros que están a la mano desde la internet

Cuenta Anthony de Mello: <<Preguntó un gurú a sus discípulos si sabrían decir cuándo acababa la noche y empezaba el día. Uno de ellos dijo: “Cuando ves a un animal a distancia y puedes distinguir si es una vaca o un caballo”. “No”, dijo el gurú. “Cuando miras un árbol a distancia y puedes distinguir si es un mango o una anacardo”. “Tampoco”, dijo el gurú.

“Está bien”, dijeron los discípulos, “dinos cuándo es”. “Cuando miras a un hombre al rostro y reconoces en él a tu hermano; cuando miras a la cara a una mujer y reconoces en ella a tu hermana. Si no eres capaz de esto, entonces, sea la hora que sea, aún es de noche”>>.

A MERCED DE LA OSCURIDAD

Todo comenzó un día de octubre de 1996 y el misterio permaneció más de un año. Fue terrible pesadilla para algunos pobladores de las regiones rurales de Uttar Pradesh, al norte de la India. Un ataque cada tres días, las víctimas: niños indefensos, la mayoría menor de nueve años. Por meses y meses nadie podía imaginar quién o qué causaba tal cantidad de horrorosas desapariciones y muertes. Algunos niños aparecieron parcialmente mutilados, otros padecieron graves heridas, mientras muchos ni siquiera fueron encontrados.

Al principio los ataques sucedían a plena luz del día, pero luego la noche empezó a ser cómplice del misterio. Absolutamente ninguna familia se sentía a salvo, pues los pequeños eran literalmente robados de sus pobres chozas donde dormían plácidamente en compañía de sus familias. Los transgresores no dejaban pista alguna. Los padres, inclusive, no se percataban de la ausencia de alguno de sus hijos cuando eran secuestrados por las noches, sino hasta el alba cuando despertaban para iniciar sus jornadas en los campos.

Era imposible saber qué o quiénes eran los causantes de estas tragedias. Lo más misterioso de todo era que jamás una villa era atacada más de una vez. Los raptos se sucedían, puntualmente, cada tres días, siempre en las cercanías de un mismo río que invade la región, pero en lugares muy distantes entre sí, a veces hasta por más de 40 kilómetros y en ninguna parte había rastro alguno de los culpables.

MISTERIO RESUELTO

Entonces llegó la ciencia. Expertos en conducta animal empezaron a investigar. Al principio pensaron que eran leones o hienas, pero después de observar y reunir evidencias llegaron a un veredicto final: eran lobos los causantes de la masacre. A pesar de todo, los aldeanos seguían creyendo que era el mismo “Manai” -un ser, mitad hombre y mitad lobo- quien hambriento descendía del cielo oscuro para saciar cada tres noches su insaciable hambre.

Lo que causó mayor extrañeza a los científicos era la manera tan metódica en que a las villas penetraban los animales: astuta y sigilosamente, como fantasmas, se dirigían hacia una determinada choza seleccionada por alguna incomprendida razón y una vez ahí, tomaban a sus indefensas víctimas para luego huir, entre la densa noche, sin que nadie se percatara de ello. Era inusitado y temerario que las bestias perdieran tan arrogantemente su natural miedo al hombre, a su bullicio y poder y que adquirieran el pavoroso instinto de devorarlo.

Con el tiempo, después de probar infinidad de trampas y planes, la matanza por fin terminó. La ciencia ganó la partida. La manada de lobos fue exterminada. El dolor de las pérdidas continua en el corazón de esas aldeas, pero el pánico acabó y así “Manai” también quedó, por lo pronto, sepultado. Pero el saldo final pesa en la historia comunitaria: más de 60 niños muertos, sin contar los heridos y la mascare de 20 personas causada por una población enardecida y cegada por el temor y la ignorancia.

La conducta de estos animales aún es inexplicable para la ciencia. Pero lo cierto es que las personas que habitan en las zonas más pobres de mundo siguen siendo víctimas de ataques de animales. Hoy, en pleno siglo 21, en muchas partes del mundo existen poblaciones que se encuentran indefensas ante la naturaleza astuta de los animales con los que comparten su entorno.

Y lo grave es que, a diferencia de los aldeanos, aquí ni siquiera nos hemos dado cuenta de ello, pues no hay sangre, no hay secuestros, tampoco existen decesos.

ANALOGÍA

Cuando leí esta extraña historia me sentí aliviado de no vivir en esas latitudes, pero también me embargó un hondo pesar por toda la gente que sigue siendo víctima de la injustificada pobreza e ignorancia, de los seres humanos que viven en el terror que provoca la ignorancia como sucedía hace miles de años.

Evidentemente, en nuestras comunidades citadinas, es imposible que nuestros pequeños puedan ser víctimas de alguna manada de lobos o de otra clase de animales, imposible creo que alguna bestia pueda penetrar a las casas para devorar a un niño, pero percibo una similitud con los sucesos de la India; el caso es ciertamente distinto al narrado, pero metafóricamente similar.

LOBOS ASTUTOS

Me refiero a la manera en que, los medios de comunicación, la tecnología y las costumbres globalizadas, desde hace tiempo penetran, como lobos astutos y hambrientos, en casas y escuelas devorando la imaginación, pensamientos, hábitos y actitudes de muchos niños y jóvenes. Y lo grave es que, a diferencia de los aldeanos, aquí ni siquiera nos hemos dado cuenta de ello, pues no hay sangre, no hay secuestros, tampoco existen decesos.

Creo no exagerar. Basta observar objetivamente la tremenda carga de violencia televisiva (incluyo a Netflix, YouTube y demás ) a la que ellos todos los días son expuestos, es ahí en donde la industria del tabaco, la droga, el alcohol, el sexo y la pornografía adoctrinan y secuestran, silenciosamente, sus espíritus. Así, impunemente, debilitan la voluntad de niños y jóvenes los cuales terminan cediendo sus conciencias y creencias.

Sin embargo, pareciera que las advertencias de estos reales peligros, las percibimos alejadas, como mitos, como fantasías, como preceptos moralizantes extremos; tal vez, como si fueran una especie de irrisorios “Manai”. Y así permanecemos con los brazos cruzados, impávidos.

Pareciera que las advertencias de estos reales peligros, las percibimos alejadas, como mitos, como fantasías, como preceptos moralizantes extremos.

MALES MAYORES

Y qué decir de la manera en que grupos delincuenciales reclutan niños y adolescentes para sus fines. Es realmente lamentable que ahora ellos ya no solo sean solo espectadores de esta barbarie, sino que representen el objetivo mismo de la delincuencia organizada.

También los lobos acechan a la niñez y juventud mexicana a manera de violencia familiar, de explotación sexual y laboral. De todos es sabido que miles de infantes son esclavizados y explotados.

Y AHORA…

Y vaya que niños andan como corderitos con gente que en la cual confían para luego ser víctimas de las peores bajezas humanas, como lo es la pederastia. De la misma manera, son víctimas al caer en las garras del sexting o el ciberacoso o el grooming (acosadores expertos que en redes sociales obtienen información de indefensos menores para amenazarlos a cambio del envío de fotografías y videos con contenido sexual).

¡Que complejos tiempos nos ha tocado vivir! Mientras, en algunas partes del mundo, niños y jóvenes han de cuidarse de los hambrientos lobos en otras, como es el caso de México, inteligente y despiadadamente son devorados, sin misericordia alguna, por personas que supuestamente deberían velar por su bienestar.

Estamos polarizados debido, entre otras causas, al irresponsable discurso gubernamental que provoca la imperceptible angustia de dejamos reconocer como personas hermanadas en un mismo origen y destino: México.

Desgraciadamente, los que más sufren los efectos de esta grave irresponsabilidad son los más vulnerables e indefensos, los menores y aquellos que, por ser pobres, apenas sobreviven ignorando sus propios derechos.

Posiblemente, por esta obviedad, por esta intencional estrategia política de ausentar entre todos nosotros la solidaridad, la posibilidad de una “hermandad mexicana”, en el país estemos presenciando, sea la hora que sea, las consecuencias de las mismísimas  tinieblas.

Es aterrador constatar que inocentes niños, adolescentes y jóvenes, pero también adultos mexicanos, hoy vivan, sin saberlo, al acecho de insaciables y hambrientos lobos. 

Programa Emprendedor Tec de Monterrey Campus Saltillo