Con el Presidente contagiado, ¿cambiará la estrategia?

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Con el Presidente contagiado, ¿cambiará la estrategia?

Resulta pertinente cuestionar si el Presidente debió mantener en las últimas semanas el ritmo de giras de trabajo por el País que solamente detuvo brevemente durante unas semanas al inicio de la pandemia

El presidente Andrés Manuel López Obrador informó ayer a través de sus cuentas de redes sociales que ha dado positivo a la prueba del coronavirus SARS-CoV-2. También reveló que tiene solamente síntomas leves y que ya se encuentra bajo tratamiento médico.

Parecería innecesario decirlo, pero la oleada de reacciones de todo tipo que provocó la difusión del hecho obligan a puntualizarlo: nadie puede –ni debe– celebrar que el Presidente de la República esté contagiado ni, mucho menos, desear un desenlace negativo para dicha situación. Por el contrario, lo que corresponde es lamentar el hecho y desearle una pronta recuperación.

Más allá de ello, sin embargo, y dada la condición de figura pública del mandatario, lo que sí resulta pertinente es considerar los riesgos que para su salud personal implica el contagio dado que él forma parte del grupo de mayor riesgo debido a su edad.

Resulta igualmente pertinente cuestionar si el Presidente debió mantener en las últimas semanas el ritmo de giras de trabajo por el País que solamente detuvo brevemente durante unas semanas al inicio de la pandemia.

Es paradójico, por decir lo menos, que detrás del Presidente aparezca, en todos los lugares donde realiza un evento público y se coloca una mampara con una pantalla, la frase “quédate en casa” como una invitación a todas las personas para que no abandonen sus domicilios a menos que resulte absolutamente necesario hacerlo.

López Obrador dirá, desde luego, que para el adecuado funcionamiento del País él debe supervisar personalmente las acciones de su gobierno y que el “contacto personal” con la ciudadanía es lo único que le permite definir de forma correcta las acciones a realizar, razón por la cual la invitación a quedarse en casa no aplica a su persona.

Cualquiera que conozca la historia de cualquier programa exitoso de Gobierno, en cualquier país democrático del mundo, sabe que eso no es necesariamente cierto, si bien es relevante que los gobernantes mantengan mecanismos de supervisión de los resultados gubernamentales.

En circunstancias como las actuales, sin embargo, en las que un virus altamente contagioso amenaza la salud y la vida de toda la población, particularmente de la más pobre, que el Presidente se alce como ejemplo de seguimiento de las medidas preventivas representa una diferencia relevante en los resultados de la estrategia con la cual se enfrenta la pandemia.

Todos deseamos que el Presidente se recupere pronto y que lo haga sin padecer los síntomas graves del contagio. Pero cuando eso ocurra, ¿quienes le ven como un ejemplo a seguir interpretarán tal circunstancia como una muestra más de que el riesgo sanitario en realidad está siendo “exagerado” por motivos que no tienen nada que ver con la salud pública?

Esperemos que el hecho de atravesar por este episodio no solamente haga rectificar al Presidente sobre su actitud personal hacia la pandemia, sino que también lleve a una rectificación en la estrategia de combate a la misma.