‘Con ganas de mandarlo a freír espárragos, pero…’

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‘Con ganas de mandarlo a freír espárragos, pero…’

ESTIMADA ANA:
No sé qué calificativo merece un hombre que te cita a cenar, llegas y lo encuentras con su ex. Eso Ana, creo yo que es una reverenda grosería, por no decirla claramente.

Y es que así me pasó con un chavo con el que empecé a salir hace varias semanas. Desde un principio él me dijo que había terminado con su ex y que yo le interesaba. Total que hemos salido poco, pero hemos salido. Esta última vez de la que hoy le hago referencia, sucedió apenas este fin de semana pasado.

Quedamos de vernos para tomar un café con una crepa y llego, a eso de las 7 de la tarde como quedamos y ándale que él estaba muy sentado con la fulana. Obviamente me sentí súper humillada porque en frente de ella me pregunta, y tú qué haces aquí.

Con la pura mirada lo quería ahorcar. Fue horrible, le tuve que seguir la corriente con su cuento para no armarle un pleito allí y lo único que se me ocurrió contestar fue: “nada, aquí nomás, dando la vuelta”.

Preferí retirarme tranquilamente sin aparentar que por dentro me estaba llevando la fregada. Me fui pensando en la manera de hablar con él y mandarlo por un tubo pues claro, me di cuenta que es alguien que no vale la pena.

Unas dos horas más tarde me mandó un inbox ofreciéndome una disculpa, pidiéndome que lo perdonara y no sé que tanto rollo más; según él, que ella llegó así de repente y se sentó en su mesa y que pues no quiso ser grosero con ella y lo permitió. Lo que se me hizo una total falta de respeto, pues con quien había quedado era conmigo y resulté yo ser la humillada y ofendida.

No sé si es normal pero me siento como trapo viejo, muy triste y decepcionada. ¿usted qué hubiera hecho en mis zapatos? Pero lo que verdaderamente importa en este momento es qué diablos voy a hacer de ahora en adelante, lo disculpo o lo ignoro y adiós para siempre. ¡Ayúdeme por favor! 

VERÓNICA.

 
ESTIMADA VERÓNICA:
En tus zapatos, no le hubiera seguido la corriente en su diálogo digno de una escena teatral. Al contrario, me hubiera sentado, quizá platicaría algunos minutos con ellos y luego tranquilamente le explicaría a la señorita en cuestión que yo era la que no entendía que hacía ella sentada, pues la cita, para su mala fortuna, era conmigo.

Después me levantaría, sonriendo al ver como se hacían de palabras, reclamos y pleitos. Por supuesto, a él jamás volvería a contestarle una sola llamada, inbox, whatsapp o cualquier tipo de mensaje u otra manera de comunicación en la que intentara siquiera darme una explicación, pues con lo sucedido solo demostró para qué es bueno… ¡para nada!

Espero haberte ayudado a que te caiga el veinte de cómo se debe de tratar a un hombre que se las gasta de Don Juan, que poco le importa si hiere o decepciona, que su vergüenza es tan escasa que acepta una situación en la que de antemano podría imaginarse el desenlace.

Ánimo, Vero, que hombres hay muchos y la vida es corta como para vivirla sufriendo por alguien que no te quiere en la suya. No te quedes con las ganas y… ¡mándalo a “freír espárragos”!

ANA