Confinamiento, pandemia y consecuencias; al descubierto la miseria y la nobleza

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Confinamiento, pandemia y consecuencias; al descubierto la miseria y la nobleza

Son muchas las consecuencias que el enclaustramiento que no decidimos, pero que indudablemente se requería, nos ha producido. Dejar de golpe los espacios públicos en los que interactuamos de una forma u otra, sin lugar a dudas, nos cobrará factura.

No ha sido fácil, la vida de pronto se paró y a los dos meses de vivir esta realidad –que por cierto a los que estamos con vida nunca nos había tocado– hemos experimentado, querámoslo o no, cambios en nuestra conducta y por lo tanto en nuestra personalidad.

No ver a nuestros compañeros de trabajo y amigos físicamente, ni a nuestra familia completa, la nula capacidad de maniobra que experimentamos; no tener un plan para combatir el tedio y el aburrimiento, no poder explicar del todo a los hijos por qué no pueden salir de casa, no pagar la jornada completa a empleados con los que se tiene que mostrar solidaridad, no tener un trabajo y requerir de dinero para el gasto corriente ha afectado ya nuestra forma de ser, de pensar y de sentir.

En síntesis, el no saber qué sigue en nuestra vida y el depender completamente de las decisiones del Estado, de la Secretaría de Salud y de otras instancias; por supuesto, no sólo produce incertidumbre, también ansiedad, temor, angustia y en muchos casos, acostumbrados siempre a hacer lo que queremos, frustración. Auméntele el cruce de información que muchos afectados –por la situación que genera el enclaustramiento– producen y consumen a grande escala; confunde, desinforma y genera un cierto nivel de angustia.

La epidemia apareció en China en diciembre de 2019 y el 30 de enero fue declarada como pandemia por la OMS. En México el primer contagió apareció en Sinaloa el 27 de febrero, y el 13 de mayo del presente se anunció que nos iremos integrando paulatinamente a la “nueva normalidad”, frase tautológica parecida a otras tantas como aquella de “más mejor”, que en virtud de atraer la atención –donde Wittgentein se daría de topes contra la pared– ha anunciado el Gobierno Federal.

Sin embargo, como en el béisbol, esto no termina hasta que termina, y lo que ahora se ha comentado es que en lo sucesivo tendremos que aprender a vivir con el llamado COVID-19, al momento no hay remedio. Aun con las buenas nuevas que han llegado para algunos municipios del País, para bien o para mal, la pandemia ha sacado lo mejor y lo peor de muchos mexicanos.

Personas que han ido en contra de trabajadores de la salud, empresarios que se han sentido descobijados por las políticas públicas actuales, periodistas beneficiados de otros tiempos por los gobiernos en turno que hoy han montado prácticamente un frente en contra del Gobierno Federal; comerciantes que se han beneficiado como siempre de la coyuntura e intereses personales y de grupo han salido a relucir mostrando que hemos vivido en un país dividido, donde el punto focal son el poder y el dinero. Para bien o para mal, esta pandemia ha sacado lo mejor y lo peor de muchos mexicanos.

Habrá que hacer un estudio a profundidad del confinamiento y sus consecuencias, porque pareciera que, a casi dos meses de habernos enclaustrado, a algunos actores del escenario político, social y sobre todo económico, la situación les comienza a cobrar factura. Probablemente el exceso de sobreinformación y la falta de socialización han afectado la vida de muchos y nos han metido en una dinámica catastrofista y beligerante.

A cerca de 15 días de ver la luz al final del túnel, nos encontraremos una vez más con un País polarizado, porque por éstos días los diferentes grupos de poder en este País nos han mostrado una vez más que antes que la unidad, la solidaridad o la fraternidad que presumimos con tanta frecuencia se encuentran los intereses personales, empresariales, partidistas y de clase que siguen poniendo en riesgo el futuro del País.

Algunos gobernantes y gobiernos, periodistas y periódicos, empresarios y empresas, algunos miembros de la comunidad médica y una buena cantidad de quienes conformamos la sociedad en general, nunca entendieron que tuvieron la oportunidad de realizar un trabajo en equipo, generoso, colaborativo y con humildad, porque siguieron con la primaveral idea de que, por encima del bien público se encontraba el bien privado. Nunca entendieron que era todo lo contrario. Por supuesto, para no generalizar, hay honrosas excepciones, particularmente, personal de salud que han dado la vida, tal cual, por mucha gente. A todos ellos, nuestro reconocimiento.

Sean peras o sean manzanas, lo cierto es que se ha anunciado el final del confinamiento en el que paulatinamente unos municipios, antes que otros, podrán reincorporarse a sus actividades cotidianas.

Esperemos que la presión que se ha ejercido al Gobierno Federal para reiniciar actividades a través de los diferentes sectores, porque así ha sido, no nos vaya a cobrar un costo más alto en vidas humanas y detrimento social.

Por lo pronto, ha quedado al descubierto la miseria y la nobleza de cada uno de los que somos parte de esta sociedad mexicana, el pensamiento y el lugar que hemos ocupado en esta contingencia. Así las cosas.