Correr para vivir

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Correr para vivir

Foto: Especial
Existen infinidad de testimonios de jóvenes repletos de ideales que luchan heroicamente, por convertir sus sueños en fecundas realidades
La juventud no fue hecha para el placer, sino para el heroísmo”
Paul Claudel, poeta

El dramaturgo francés Paul Claudel afirmó “la juventud no fue hecha para el placer, sino para el heroísmo”, y vaya que existen infinidad de testimonios de jóvenes que hacen que estas palabras sean verdaderas, muchachos repletos de ideales que luchan heroicamente, contra todo pronóstico, por convertir sus sueños en fecundas realidades.

Un largo camino

El  8 de agosto de 2008, en el  “Nido de pájaros”, se celebró la espectacular apertura de los Juegos Olímpicos de China, abanderando el contingente norteamericano se encontraba López Lomong, o Lopepe Lomong como se llamaba en Sudán, apenas  un año antes había conseguido la nacionalidad estadounidense. 

López era un joven desconocido, pocos sabían sus antecedentes deportivos y tal vez, poquísimos menos,  conocían su historia de sobrevivencia y superación, que bien hace honor a la frase de Claudel.

Lomong desde niño padeció lo inimaginable, lo que un pequeño jamás debiera experimentar: desde el abandono,  la hambruna y la pobreza hasta los estragos de la guerra en donde secuestran a los pequeños para convertirlos en soldados. 

Lomong  vivía una infancia feliz con sus padres Awei Lomong y Rita Namana en Kimotong, al sur del Sudan,  el más grande de África, que se distingue  por la diversidad étnica y religiosa y donde la esperanza de vida no supera los 60 años, pero un día de 1991, cuando apenas tenía 6 años de edad, fue secuestrado por soldados rebeldes junto con otros 100 niños, en ese momento se convirtió en uno de los 20 mil pequeños robados llamados“Niños Perdidos de Sudán”. Su sentencia estaba escrita: sería un niño soldado o moriría.

En sus palabras:”Estábamos en la iglesia y las tropas rebeldes comenzaron a bombardear el edificio, nos dijeron que nos tumbásemos todos en el suelo y se llevaron a todos los niños. Nos llevaron a un campo de prisión”.  

Fue testigo de la matanza de  sus amigos por haber comido maíz con arena: “Vi cómo caían unos detrás de otros”, murieron muchos de mis hermanos y hermanas”.

“Vi a los niños que morían todos los días y yo decía, está bien, quizás la próxima vez vaya a ser yo”, “eso básicamente cambió mi vida y desde ese momento ya no tuve seis años… Me convertí en un adulto”.

La huída

Cuenta Lomong su experiencia en campamento del  Ejército de Liberación de Sudán: “Cuando llegué, oí que un niño, al que conocía, me preguntaba dónde estaba mi hermano. Allí me di cuenta de que tenía que tener uno o dos amigos en los que confiar para sobrevivir”. Y fue, precisamente, con esos amigos con quienes una noche  huyó. Los pequeños corrieron  para vivir durante tres días hasta llegar a la frontera de Kenia.

Estábamos en la iglesia y las tropas rebeldes comenzaron a bombardear el edificio. Nos llevaron a un campo de prisión”,
Lopepe Lomong, atleta

Entonces Lomong arribó al campo de refugiados Kakuma, donde permaneció por espacio de 10 años comiendo una sola vez al día, fue ahí que para engañar al hambre,  corría casi 13 kilómetros al día, jamás imaginaría que el gusto por correr le cambiaría la vida. 

Cuando Lomong tenía 15 años, en el año 2000, vio al norteamericano Michael Johnson ganar la medalla de oro de los 400 metros en Sídney, Australia. La imagen de  Johnson recibiendo con lágrimas la medalla de oro le impresionó muchísimo a  tal grado que  inocentemente se preguntó “¿Se puede llorar después de ganar?”. En ese momento nació en él un ideal difícil de conquistar: representar a los Estados Unidos en las olimpiadas.

El joven que asistía habitualmente a los servicios religiosos de una misión católica escribió un ensayo contando lo que haría si lo dejaran vivir en los Estados Unidos, entonces las redes misiones católicas trabajaron para que fuera aceptado en ese país. El milagro se hizo realidad: cuando cumplió 16 años fue invitado a Tully N.Y., por Robert y Bárbara Rodgers,  matrimonio  que lo acogería como un hijo.

López Lomong continuó corriendo, gracias a su desempeño fue admitido en Northern Arizona University, entonces los éxitos se desencadenaron: En 2007 se convirtió en campeón universitario indoor de 3 mil metros y de mil 500 metros al aire libre. Y lo más sobresaliente de todo fue que su sueño infantil se  convirtió en realidad el 6 de julio de ese año cuando recibió la ciudadanía norteamericana.  ¡Ya nunca más sería un niño perdido de Sudán!

El ideal de ser como Michael Johnson y clasificarse para los Juegos de Pekín 2008 ya podía ser una realidad. Así lo hizo. Hoy los logros deportivos también distinguen a  Lomong: ha sido dos veces campeón olímpico.

Sin tregua 

Sin olvidar sus orígenes este hombre, que de joven nunca extravió su ideal, ni el rumbo, que siempre se superó, hoy se ha convertido en un referente mundial que lucha por los derechos de los más desprotegidos, especialmente por los niños-soldados: “Quiero ser el que cuenta  la historia de las personas que nunca han tenido una voz antes, porque hay una gran cantidad de niños ahora que todavía están pasando por lo que yo pasé. Ellos todavía están siendo secuestrados. Ellos todavía están pasando hambre durante días, no tienen familias”.

“Tenemos que ser capaces de decirle al mundo para detener esas cosas y vamos a educar a los niños en lugar de darles AK-47 para ir a luchar. Dejen que los niños vayan a jugar y hacer lo que tienen que hacer para ser capaces de ver su futuro”.

Adicionalmente, con el objetivo de retribuir  la ayuda que personalmente recibió,  Lomong creó una fundación  (www.lopezlomong.com.) enfocada a cuatro pilares fundamentales para Sudán: educación, agua limpia, nutrición y atención para la salud; de hecho, en el lugar donde fue secuestrado, con ayuda de musulmanes, está construyendo una iglesia para la reconciliación.

Quiero ser el que cuenta la historia de las personas que nunca han tenido una voz antes, porque hay una gran cantidad de niños ahora que todavía están pasando por lo que yo pasé”,
Lopepe Lomong, atleta

Haciendo gala del refrán sudanés que reza “en África decimos que cuando los elefantes luchan la hierba sufre; nosotros somos la hierba que sigue machacada”, Lomong viaja por el mundo como orador para despertar conciencias sobre la terrible realidad de la guerra y de los miles de niños inocentes que suelen ser  las víctimas olvidadas de los conflictos. (https://vimeo.com/112799969) (https://vimeo.com/144639285).

Digno de leer

Lomong escribió un libro que lleva el título de esta columna en el cual narra la vida de un joven que, a pesar de tener todo en contra,  fue capaz de perseguir un “inalcanzable” sueño, de cómo paso de ser un niño soldado, en un pobre país africano, a un atleta olímpico de primer nivel, de la manera que sobrevivió al terrible campo de refugiados de Kakuma y de cómo logró salir de allí.  

En el libro, Lomong también narra cómo, al no saber de él, su familia lo dio por muerto: “Volver a encontrarme con ellos fue como vivir la Navidad, Acción de Gracias y un cumpleaños a la vez; sentí una alegría inmensa. Cuando vi a mi madre ni siquiera sabía cómo sería físicamente; empecé a saltar de alegría, porque me seguía viendo como el niño que había sido. Fue el momento más feliz de mi vida”.

Dios es mi guía

El origen de su fortaleza radica en su inquebrantable fe católica: “Dios ha estado conmigo incluso en las experiencias más traumáticas  de mi vida, guiándome para que me convirtiera en la mejor persona que pudiera ser. Él todavía me guía para que aspire a más y ayude a la gente de mi país que no pudo conseguir las mismas oportunidades que yo”.

Lomong, desde su temprana juventud, representa a uno de esos muchachos que saben que todo compromiso implica lucha, de esas personas que siempre han simbolizado el contrapeso de los otros jóvenes que se han rendido ante la vida, de esos que suelen caminar por los pasillos de la apatía, de las excusas, del vacío, del sinsentido, la contraparte de los que, deliberadamente,  se hacen rehenes de la “más grande de las conspiraciones del mundo que es precisamente la que empuja a los jóvenes hacia la vulgaridad y la desesperanza”.

Lomong sigue personificando la superación, la esperanza y  la religión vivida con todas sus implicaciones; es decir, representa para la juventud actual un excelente testimonio de la valentía y del heroísmo llevados a sus últimas consecuencias.


cgutierrez@itesm.mx
Tec. de Monterrey Campus Saltillo
Programa Emprendedor