Costo mundial y nacional de la cuesta

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Costo mundial y nacional de la cuesta

Amanecer casi tocando el cero. Y luego el resplandor del sol de invierno que va sumando grados. Es ese subibaja invernal que los expertos abuelos llaman cabañuelas y se presenta como escaparate de climas en los 12 meses.
 
Hay otras cifras de encuestas que suben o bajan -según procedencia- para adelantar vísperas y manipular futurismos con resultados de arúspices improvisados. Y en el ámbito internacional se salpica un estiércol verbal. Se ignora el talento diplomático –basado en respeto y comprensión– y se usa una adjetivación intimidatoria y despectiva frente a comunidades nacionales despojadas y heridas. Se las ve como excremento inaceptable desde una óptica deshumanizada. 
 
La idea de grandeza, como elefantiasis de crecimiento tumoral, sin solidaridades orgánicas y con exclusiones denigrantes se exhibe como hazaña. Los verdaderos talentos y las virtudes públicas, nacidas de magnanimidad, quedan nubladas por ocurrencias disparatadas y poses caídas en una ridiculez enfermiza hasta una peligrosa inestabilidad sin genialidad.
 
Acá en lo doméstico continúa la búsqueda de trapitos que tender al sol y los ávidos pies no se cansan de buscar colas que pisar. Se intentan quemazones con supuestos apoyos de banderías ideológicas extranjeras. Enroques y acomodos de última hora en el tablero y anuncios de tripulación, antes de botar el barco, es pirotecnia ya de campaña ante la mirada nada ingenua de la opinión pública.
 
Mucha gente empadronada ya trae su voto en la mano desde que se inició el año electoral. El grupo más interesante es el de los que fueron bebés recién nacidos al empezar el milenio. La generación del dos mil que está estrenando, como el siglo, su mayoría de edad. Son los adultos recién desempacados. Se acercarán a la urna por primera vez. Es una votación numerosa que se está entretejiendo ante la información progresiva de lo partidista y lo independiente.
 
Se abre el abanico de las posibilidades frente a jóvenes, ojos que todo lo observan pero poco recuerdan. No se sabe qué tanto les ha interesado recorrer páginas de Historia para encontrar raíces y explicarse tendencias contemporáneas.
 
Y por acá se habla de un nuevo tratado ya no maltratado. De un comercio sin gana-pierde que en verdad abra caminos para disfrutar de libertad, sin colonialismos disfrazados. No ver la dependencia como desarrollo ni la vecindad como servilismo y succión. “Ni desgringarse para luego enchinarse”, decía el empresario de rancho no queriendo remedio peor que la enfermedad.
 
Así va estrenando su adultez este siglo que ha llegado a su año 18 con los retos de la paz internacional en la justicia, del respeto internacional a los débiles, de la no contaminación en las campañas y del acierto del voto de la reciente madurez generacional de la salud económica en relaciones comerciales depuradas.
 
Y todo eso frente a los recurrentes ídolos del poder opresor, del tener injusto y del placer egoísta. Es el máximo desafió de hacer de la humanidad una familia en una caravana en constante avance hacia el gozo del hogar sin fin, que se construye desde acá con vida digna para todos...
 
Si el ciudadano no evoluciona, la autoridad se condena a una devaluación progresiva y demoledora. ¿Que tiene qué hacer el ciudadano para que el ejercicio de la autoridad no sea vicioso?...