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CRÓNICA DE UN SUEÑO. PARTE 2
La semana pasada contaba que René tiene años sin ver a su hija Sara. Olga, la ex esposa de René, le impide ver a la hija de ambos. Olga vive en otra ciudad con Carlos, su nuevo marido y su hija Sara. La niña cree, desde los 2 años de edad, que Carlos es su papá biológico.
Sara tiene ahora 18 años y desde pequeña tiene un sueño recurrente: su papá la carga en brazos, pero el rostro de su papá no es el de Carlos, es el de otro hombre. Sara comparte el sueño con su mamá y ella le dice la verdad: su padre es René.
A petición de Sara, Carlos le llama a René y hacen una cita para que se puedan reunir padre e hija. René llega nervioso al restaurante y reconoce a Carlos por su calvicie. Sara está sentada de espaldas, su cabello largo y rizado es igual al de su madre. Sara voltea y se reconoce a sí misma en el rostro de su padre: los mismos ojos grandes, nariz aguileña y rostro afilado.
Sara se pone de pie y se funde en un abrazo con su padre. Los sueños de ambos se hacen realidad, Sara esta en los brazos de su padre y René tiene en sus brazos a su bebé, siente como si le hubiera vuelto a nacer una hija, una recién nacida de 18 años. Se sientan, René pide una pizza vegetariana y Sara una torta. Sara se siente cada vez más en confianza, como si conociera a su papá de mucho tiempo atrás. A Sara se le antoja la pizza y le pide a su padre que le comparta. Él le da una rebanada y Sara la come complacida.
En ese momento René recuerda la voz que le insistía: “Esto jamás te sucederá a ti”. A partir de entonces ya no vuelve a escuchar que la voz le diga esas palabras. Carlos le dice a René que si quiere pasear con su hija a solas. Sara y René se trasladan en el auto de él, hacia un parque. En el camino Sara lanza una pregunta, la misma que se hacen la mayoría de las personas que tienen padres adoptivos y biológicos: ¿Por qué me abandonaste?.
René evita decirle a Sara que Olga, su propia madre, lo obstaculizó durante mucho tiempo para que no la viera. No quiere dañar la relación de Sara con su madre. René le dice que en ese momento era lo mejor para ella, porque él no era buena persona y no estaba listo para ser un buen padre.
Al llegar al parque arbolado caminan mientras platican. Sara pregunta a su padre: ¿Qué piensas de las drogas? René no se siente con la autoridad para darle sermones a su hija, es consciente que él no ha estado presente. “Las probé en una ocasión y fue una mala decisión, una equivocación que no repetiría y no se la desearía a nadie menos a mi hija. Pero tú eres libre, sólo tienes que asumir con responsabilidad las consecuencias de tus actos”.
René le comparte otros errores que ha tenido en su vida y cómo cambió. Antes de dejar a su hija en la casa de su madre, Sara le pregunta a su padre ¿Por qué hablas tanto de Dios? Él le dice que se dio cuenta que era lo más importante, que él cambio su vida y gracias a él pudo verla. René llega al hotel y la adrenalina no lo deja dormir. La emoción de reencontrarse con su hija fue muy fuerte. A partir de ahí siguen en comunicación constante, viéndose y sobre todo escuchándose, a pesar de que viven en ciudades diferentes.
Pasan dos años y Carlos queda desempleado. René empieza a pagar la carrera de Sara. Le pone algunas condiciones y reglas a cambio de la colegiatura: Sara deberá aprender a jugar ajedrez, mantener un promedio superior a 8.5, no consumir drogas y leer la Biblia.
Cuando llega el fin del semestre, revisan los compromisos. Sara no consume drogas, tiene un promedio de 9.0, juega ajedrez de manera aceptable, pero no lee la Biblia. Su padre le retira el apoyo, Sara se molesta y se queja con Olga, su madre. Olga se enoja con René, pero el sigue firme en su decisión. Siguen las vacaciones y Sara le marca a su padre, le dice que ya no es necesario que en los compromisos incluya la lectura de la Biblia: “Ahora yo ya lo hago por costumbre y además rezo”. –Le dice Sara a su papá.