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¿Cuál tipo de futuro después de la pandemia de coronavirus?
ATIPICIDADES
Las tipologías son como los uniformes.
Se uniforman realidades para formar tipos. Clasificaciones. Se facilita la clasificación y la segmentación. Se hacen agrupamientos. Tipo A, tipo B, tipo C.
Y todo lo que no cuadra, que no se amolda, se le llama atípico. Y así ese invento que fue de modernidad: la tipología, se aplica como una forma de conocimiento, de nomenclatura. En lo patológico se tipifican los síndromes. Los conjuntos de síntomas son como la identidad, el ADN, lo constitutivo, lo característico de un padecimiento, de una enfermedad.
Un virus resulta atípico. Produce una neumonía atípica. Tiene un comportamiento que revela su atipicidad. Y ese desencuadramiento, esa originalidad se va proyectando porque produce también situaciones atípicas en la política, en la economía, en las costumbres, en los horarios, en los funcionamientos habituales de las entidades sociales. Empieza a vivirse lo inusual: “Esto nunca había pasado”, se comenta. “Nunca habíamos vivido así”. Es una guerra atípica por que el enemigo es invisible, porque no se advierte su cercanía ni su ataque, porque el medio para atacar a la gente es la gente. Sólo la distancia es escudo. “Te tienes que defender no del que te golpea sino del que te saluda”, comentaba un abuelo.
“Te quiero porque me alejo, me ausento, no te visito, me quedo en mi casa”, es la actitud más sensata. Lo típico en el trabajo, en la diversión, en el deporte, en la espiritualidad, se ve como una tuerca habitual ajena al tornillo atípico. “Si trabajo me contagio, pero salvo la economía”. “Si me cuido demasiado me empobrezco”. “¿Más dinero y menos salud? O “¿menos dinero, pero más salud? Don cuestionamientos atípicos. Por eso las respuestas no pueden ser por caminos trillados sino se harán caminos al andar.
¿MUNDO ROBÓTICO?
Ya está el dron. Ya se fabrican y venden los autos sin chofer. Ya hay hoteles en Japón en los que el personal se suple con eficaces y exactos robots. Quizá las pandemias del futuro serán de cuarentena humana y acción externa a casa encomendada a robots incontagiables, blindados contra cualquier virus por más coronas que traiga.
ADORACIÓN A DOMICILIO
Se tuvo la ocurrencia de salir. En camioneta va la custodia con hostia consagrada. El sacerdote va bendiciendo en el avance lento y la bendición es circulante en las esquinas. De las casas salen a la acera las familias para aprovechar la adoración a domicilio y se santiguan al recibir la bendición.
La foto más impresionante ha sido esa en que se hace lo mismo pero, bajo un palio circular que lo protege del sol, va caminando el clérigo con alba blanca. Va empujando un carrito de vendedor callejero. Ahí va la custodia llevando la presencia divina que bendice y protege. Se lee en un letrero frontal. “Quédate en tu casa. Yo voy a ti”.
GRATUIDAD EN SERVICIOS BÁSICOS
Que no cueste. No hay lucro. No se cobra. Es gratis. Es un derecho de la persona humana la atención a su salud. Esta situación mundial está llevando a todas las naciones a reconocer el derecho universal de la persona humana a tener acceso a los bienes básicos.
No sólo en situaciones “atípicas”. Se está viendo claro que toda sociedad civilizada ha de recibir a los que nacen reconociendo su derecho a ser libre, alimentarse, vestirse, tener habitación, educación, trabajo y atención a su salud en una vida decorosa por su dignidad humana.
Los mandatarios reciben el mandato de cuidar que nadie quede excluido del acceso a estos bienes fundamentales. Y ya se habla también del derecho al transporte sin precio. Han caído muchas máscaras, muchas barreras, muchas falsificaciones frente a un peligro del que nadie está exento... En verdad... Otro mundo es posible para una humanidad humanizada y cristianizada...