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Cuerdas para volar y alas en el bosque
Las nubes han pasado de sur a norte toda la noche, avanzan con su carga de agua. El intenso perfume a hierba desaparece por momentos ante las ráfagas de viento. Finalmente cesa la música.
Todos en las cápsulas acrílicas duermen. Nuestra tienda fue armada con la puerta de cara al sur, con la mejor vista posible: Los Balcones al frente, una de las costillas del cañón, esa parte de la sierra que se ilumina tenue con las luces de una ciudad que come cada vez más, con su voracidad y corrupción, pedazos de esta sierra que le proporciona más del cincuenta por ciento de agua.
Horas antes, mujeres y hombres escalaban por las paredes de este fragmento de la Sierra Madre Occidental, como parte de las actividades del Festival San Lorenzo 2015. Como parte de sus actividades, A temprana hora, algunos de los inscritos, procedentes de Puebla, Zacatecas, Nuevo León, San Luis Potosí y Querétaro, liberaron junto con personal que resguarda esta área natural protegida (PROFAUNA A.C.), 24 guajolotes silvestres.
Estas aves, por fortuna se han reproducido nuevamente y esta fue la tercera operación de reintroducción de poblaciones, que ha resultado exitosa. Incluso uno de los habitantes de las faldas de la sierra, al encontrar seis huevos de guajolote solitarios, los entregó al cuidado de una de sus gallinas. Ya nacieron los seis y tienen un tamaño superior a los que registran otros miembros de su misma especie.
En esta zona, Tomás Hernández y un gran equipo de colaboradores, convocaron a más de cien escaladores, corredores, hacedores de yoga, perros y conservacionistas a fundirse con la montaña en la primer emisión de este festival.
Diferentes rutas en la roca y senderos fueron ocupados por los participantes. Hubo ganadores de los que compartiré los primeros sitios: en la categorías trail running, el primer lugar varonil fue para Iván Castillón con una hora y cuarenta y cinco minutos, y el primero femenil para Zendi Fuentes, con dos horas y veinticinco minutos. Y en cañonismo, el equipo Deam team obtuvo el primer lugar con 1:18 horas.
Uno de los colaboradores de PROFAUNA, que ahora atiende un espacio en donde se venden libros sobre ecosistemas e historia de esta gran zona norte mexicana, es la ingeniero Leticia Jiménez, originaria de San Juan Zautla, Oaxaca.
Ella además de español, es hablante de chinanteco. “No lo sé escribir”, me dice. Aún así le pregunto cómo se pronuncia montaña en chinanteco y responde: “ma”. ¿Y cómo se dice mamá? Responde con un sonido que suena semejante: “mhg”. Me cuenta que hay 16 variantes del chinanteco vivos y fértiles entre las montañas y valles oaxaqueños.
Nosotros acá decimos montaña, a veces; le decimos madre, a veces. Y ahora tocó recibir a esta montaña, a quienes hacen de la naturaleza un lugar de recreación y conocimiento.