Usted está aquí
Cumbre Rusia-Turquía: guerra siria y más allá
Besos, abrazos, y “mi querido amigo” marcaron la cumbre Putin-Erdogan el pasado martes. Una cumbre a la que, con toda intención, se quiso dar mucha publicidad. Se trataba de la exhibición del reacercamiento entre Moscú y Ankara, cuyo conflicto se había intensificado en un número de asuntos a lo largo de los últimos años, pero que llegó a su máximo nivel a raíz del derribo de una aeronave rusa por parte de Turquía, y las represalias de Moscú ante ese incidente. Así que, si estamos hoy viendo una distensión, es necesario comprender: (a) cómo es que el distanciamiento entre esos dos países llegó al nivel que llegó, (b) por qué en este momento preciso han decidido limar sus asperezas, y (c) si acaso eso es posible.
Las tensiones entre Turquía y Rusia se acrecentaron notablemente a raíz de la guerra civil en Siria en la que Moscú apoya a Assad y Ankara apoya al bando contrario. En 2015, este choque escala por tres factores: (1) la conformación de una coalición de milicias rebeldes apoyadas por Turquía, Arabia Saudita y Qatar, que obtiene importantes victorias contra Assad, (2) Erdogan toma la decisión de sumarse a la coalición de países liderada por EU para combatir a ISIS, con lo que empieza a bombardear territorio sirio, (3) Ankara obtiene el aval de Washington para entrar por tierra a Siria y establecer una franja “libre de ISIS”, la cual iba a ser también una zona “libre del ejército sirio”. Por consiguiente, Moscú decide intervenir de manera directa para rescatar a su aliado Assad, lo que inevitablemente iba a generar situaciones de choque con las potencias que ya estaban ocupando el espacio aéreo sirio.
Ahora bien, desde entonces hasta ahora, muchas cosas han ocurrido. Menciono algunas: (1) El respaldo ruso a Assad le devolvió la iniciativa en la guerra. Hoy la mayoría de actores internacionales parecen aceptar que cualquier resolución de ese conflicto va a tener que contar con el aval del Kremlin y probablemente va a tener que considerar al presidente sirio en el esquema, (2) Turquía está viviendo repercusiones por su intervención en Siria como lo es el incremento del terrorismo en su territorio, (3) un intento de golpe de Estado en Turquía en el cual Ankara pareciera, a veces, estar implicando a la propia Casa Blanca como corresponsable.
El acercamiento entre Turquía y Rusia busca mostrar que ambos actores pueden encontrar formas para explotar la cada vez más amplia distancia entre Ankara y sus aliados occidentales. Diversos análisis, hasta ahora, parecen coincidir en que Rusia y Turquía están destinados a seguir chocando, pues las causas que intensificaron su enfrentamiento siguen todas ahí. Sin embargo, también hay que sopesar los factores que están haciendo que Ankara mire hacia Moscú. Económicamente, Turquía y Rusia se siguen necesitando. Adicionalmente, Erdogan parece empeñado en seguir culpando a Occidente de varios de sus males, lo que inevitablemente le seguirá distanciando de la Casa Blanca, de la UE, y de la OTAN. Por otra parte, es verdad que el conflicto sirio sigue caminando por la ruta del desgaste. Sin embargo, en medio de ese desgaste, ya incluso Washington está cooperando con Moscú con tal de golpear a ISIS, a pesar de los costos que ello conlleva en términos de aceptar las condiciones que el Kremlin quiera imponer. Más aún, Putin y Erdogan están empezando a incluir a Irán en sus flamantes conversaciones. Así que, aunque no veamos resultados en lo inmediato, podría ser que esta vez, la aproximación de Moscú con Ankara vaya más en serio de lo que muchos piensan.
Twitter: @maurimm
(Analista internacional)