De abstencionismos y comparsas; elecciones como hace 50 años

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De abstencionismos y comparsas; elecciones como hace 50 años

La última elección que celebramos en México, anterior a la del 18 de octubre de este año, fue el 2 de junio de 2019. En Durango se rebasó ligeramente el 45 por ciento de la participación de los ciudadanos, de ahí en fuera, en Puebla participó el 33.4 por ciento de la población, en Baja California el 38 por ciento, en Aguascalientes el 39 por ciento y en Quintana Roo el 22 por ciento. Esto sin pandemia. El virus llegó en marzo de 2020, pero el virus del abstencionismo lleva décadas en nuestro País.

Algo muy parecido ocurrió el pasado 18 de octubre de 2020 en el estado de Hidalgo, donde salió a votar el 48 por ciento de la población y en Coahuila donde, del cien por ciento del padrón electoral, solamente salió a votar el 39.38. La verdad no hay gran diferencia con COVID o sin COVID. El abstencionismo, como hace 50 años o los que usted quiera, sigue al alza.

¿Qué tanto afectaría que en la elección del domingo se elegían diputados estatales? La verdad no creo que tanto. La bulimia en cuanto a la participación ciudadana, para estar a tono con el tiempo, es un mal endémico y un virus que padecemos desde siempre.

Muchos siguen con la excusa de decir que elegir diputados estatales no es tan atractivo como elegir alcalde, gobernador o presidente de la República. En 2018 salió a votar para elegir presidente de la república el 63 por ciento del patrón electoral del estado, y un año antes, en las elecciones para gobernador, el 60 por ciento de los votantes. Y en un Estado donde no hay quién le haga sombra al partido hegemónico, una vez más, como en el béisbol, batearon de 16-16. COVID o no, es lo de menos.

En concreto, la forma de la jornada electoral del 18 de octubre fue muy simple, el PRI arrasó con los 16 distritos que estaban en juego.

En el fondo, el abstencionismo una vez más jugo en favor del partido mayoritario y, con la simple llegada de su membresía y el voto institucional (personal de servicio de la estructura organizacional del gobierno), es decir, el voto cautivo, tuvieron para liquidar una oposición tímida y desinteresada que anda en todo menos en lo sustancial; preocupada más por quitar al presidente de la república que a un partido que desde 1929 no deja la gubernatura del Estado. Nada más y nada menos que 91 años gobernando Coahuila y en caballo de hacienda, que a diferencia de los 11 partidos que conforman la boleta del IEC, tiene larga vida en la entidad.

Otro elemento es la oposición, que como partidos que son, están partidos, divididos y atomizados. Los mismos cuadros, las mismas caras, los mismos intereses. Considerando la política y el registro como un negocio, privilegiando los intereses de los partidos por encima de los de la gente, haciendo política a larga distancia, sin salir a gastar suela a la calle, sin pesar en las plazas de los barrios y de las colonias; sin tocar las puertas de las casas, pensando que con el simple nombre del partido conseguirán que la gente vote por ellos, sin imaginación y creatividad, condenados a ser comparsa del partido mayoritario. Haciendo sólo campaña por internet sin entender que la cobertura en el estado apenas llega al 50 por ciento de la población.

Probablemente hasta les gusta jugar ese papel y hasta ya se les olvidó la megadeuda de 2010, el encarcelamiento de un secretario de Finanzas y extitular del Sistema de Administración Tributaria del Estado de Coahuila, de un exgobernador o los recientes exabruptos del partido con personajes como Emilio Lozoya o del defenestrado secretario de la Defensa Nacional capturado en Los Ángeles, California, por nexos con el narcotráfico que, por supuesto, no es cosa menor, pero a la que, a diferencia de otros tiempos, los medios no le dieron gran cobertura. Para priistas y no priistas, ¿amnesia o comparsa?

No es la virtud del partido dominante, sino la timidez y la desubicación de la oposición que mucho dice y poco hace. Debe de ser penoso para el panismo local haber obtenido sólo el 9.9 por ciento de la votación, en comparación con un Morena, desangelado en el Estado, que sin tener bases y estructura consiguió el 19.34 por ciento. ¿Habrá reflexión?

Otro elemento de fondo a considerar es el papel de las Organizaciones Ciudadanas, que por supuesto son los organizadores de los procesos electorales, pero que tienen dentro de su estructura organizacional direcciones de participación cívica y participación ciudadana que no pasan de los anuncios de radio y televisión, que son buenos, pero insuficientes, en el entendido de que buena parte de la población son jóvenes que perviven en las redes sociales y que desestiman completamente esos medios.

En lo sucesivo tienen un gran reto en la publicidad en redes sociales y, por supuesto, en campañas agresivas que realmente impacten a la ciudadanía. ¿Cómo educar a los jóvenes? Con una elección con las propiedades del agua y una promoción con tales características, no es raro que menos del 40 por ciento de los votantes tuvieran muy poco aprecio por los comicios 2020. Con la poca participación del pasado 18 de octubre, también los institutos electorales llevan alto grado de responsabilidad. Vendrán más elecciones, ¿seguiremos en las mismas? Así las cosas.