Usted está aquí
De la exquisitez y otros requisitos en el servicio público
I.-En un estricto sentido, es imposible negar que la razón le asistía al ahora exPresidente de la Sala Regional del TEPJF, Magistrado Juan Manuel Sánchez Macías, cuando dijo que las mujeres deben ser elegibles para un puesto en función sus méritos curriculares y no de la suculencia de su nalgatorio.
“Que lleguen (al servicio público)… no por buenotas, ni porque tengan unas nalgas exquisitas”, dijo (y más de uno entrecerró los ojos).
A Sánchez Macías (que vive sus 15 minutos wharholianos bajo el infamatorio apodo de “El Magistrado de las Nalgas Exquisitas”) hasta se le tachó de misógino, cuando de hecho defendió uno de los ideales capitales del feminismo: el reconocimiento del valor intelectual de la mujer.
Quizás su falta más grave haya sido esa licencia poética que se tomó contra la cosificación de las mujeres. Las palabras escogidas por el Magistrado producen automáticamente una imagen tan impregnada de erotismo que ya le habría gustado a Vargas Llosa para usarla en su “Elogio de la Madrastra”.
Pero dado que vivimos en una época de barbarie en la que sin embargo tiene más peso cualquier infracción a la corrección política, era inevitable que el jurista se volviera el Judas de la semana para tostar al calor de la hoguera mediática.
Y sin embargo, insisto, la idea —al menos en ese punto concreto de su exposición— era irrefutable: La mujer debe acceder a un puesto por el peso de su trayectoria y no por el volumen, simetría, tersura, firmeza, color, lozanía o aroma de sus glúteos. ¡A menos que…!
A menos, claro, que el puesto que la aspirante anhela sea para ofrendar la milenaria danza de la mesa que más aplauda al fálico y cromado tótem tubular.
Ahí sí, para que vea, Magistrado, lo último que nos anda importando es la capacidad intelectual de la candidata, su trabajo previo, su capacidad organizativa, su liderazgo, su toma de decisiones o si sabe cómo dictar una sentencia. Nada de lo que enlistó como requerimientos mínimos para acceder a un cargo sirven de mucho cuando de lo que se trata es de alegrar un par de pupilas que, por la rutina o los reiterados desencantos de la vida, han perdido su antiguo fulgor. Es más, la verdad hasta vale gorro si saben bailar o nomás zapatean como matachín en 6 de agosto.
El Magistrado empero hablaba de lo que debería de ser y no de lo que tristemente es, porque en este mundo matraca la discriminación laboral enraizada en la cultura machista, falocéntrica y heteropatriarcal está lejos de erradicarse.
Sin ir más lejos, en el equipo pacificador y brazo de élite de la organización de inteligencia S.H.I.E.L.D. se reclutó a su única agente femenina, Black Widow, por la única razón de que luce insuperable en ese traje negro hecho de algún material inteligente, especialmente diseñado para contener la sabrosura de Scarlett Johansson.
Admitámoslo, que no es ningún secreto: la Viuda Negra no tiene ni los poderes celestiales de Thor, ni el arsenal tecnológico de Tony Stark y a los guamazos nunca va a competir con el gigante verde. Si es miembro de Los Avengers quizás se deba a una cuota de género, sí, pero también a que posee lo que el Magistrado Sánchez Macías calificaría, ya no como una exquisitez sino como un auténtico milagro.
II.- Lo que no le vamos a discutir a Natasha Romanoff es que debió haber presentado puntualmente su declaración patrimonial y sus exámenes de confianza (hasta donde sabemos, don Nick Fury es muy riguroso con la selección de sus colaboradores y los criterios de su organización son de lo más estrictos).
En cambio el Gobernador de Coahuila acaba de desestimar la necesidad, o la obligatoriedad, de que la titular de la Pronnif, Yezka Garza Ramírez, a pesar de su carácter de procuradora, se someta a las pruebas de confianza.
Pese a que en fechas recientes la actuación de Garza Rodríguez en un caso de custodia desató una polémica que pone en entredicho su imparcialidad, aún así, para el Gobernador no es importante que la procuradora se practique dichos exámenes de control.
De quien no sé (si alguien lo sabe, “¡avísenme!”, como dijo Pedrito Sola) es de doña María Esther Monsiváis, Secretaria de Infrustrókchur y Transporte del Gobierno Estatal hasta hace apenas unos días.
Si Monsiváis no presentó exámenes de confianza (porque el Ejecutivo lo estima innecesario) o si sí los presentó, malo en ambos casos ya que la señora salió embarradísima de sospechas de corrupción por el escándalo de las empresas fantasma a las que alegremente nuestro Gobierno les ha pagado facturas de varios milloncetes de pesos por conceptos inverosímiles como pollo, huevo y dulces para bolos.
De allí que no nos extraña que pese a haber salido en bochornoso silencio y por la ignominiosa puerta de servicio, Monsiváis Guajardo haya recibido sin embargo los encomios de su expatrón.
Ignoramos cuáles sean los criterios de selección con que se han empleado a diversos perfiles femeninos en el servicio público estatal. Está claro que no son los de Scarlett Johansson (obvio), pero tampoco parecen ser aquellos por los que abogaba el Magistrado de las “nylon” gourmet (la capacidad, la experiencia) y demostrado está que ni siquiera es la probidad (que supuestamente verificaría una prueba de confianza).
Sin duda, para hombres y mujeres, la máxima prueba es la de la lealtad, no a los ciudadanos (hacia quien presuntamente se debe la burocracia), por supuesto, sino al Führer en turno de este infame Reich de corrupción que bien agarrados nos tiene de nuestras correspondientes exquisiteces.
petatiux@hotmail.com
facebook.com/enrique.abasolo