Delitos sexuales contra mujeres, ¿es otra pandemia?

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Delitos sexuales contra mujeres, ¿es otra pandemia?

De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en Coahuila se presentó, durante el pasado mes de enero, una denuncia diaria, en promedio, por el delito de violación sexual. Se trata, a no dudarlo, de una estadística funesta.

Es cierto que no es nuestra entidad la que mayor incidencia de este delito reporta en las cifras del SESNSP, pero no se trata de “encontrar consuelo” en los números, sino de encontrar respuestas institucionales contra una conducta que es absolutamente inadmisible.

En este sentido es necesario decirlo sin ambigüedades: una sola víctima de este delito es demasiado. Y si asumimos lo anterior como cierto, una víctima al día constituye una monstruosidad.

Por otra lado, es preciso recordar que este es uno de esos delitos que registran lo que se denomina “estadística negra”, es decir, que por cada caso que efectivamente se denuncia ante las autoridades, existe otro –y probablemente más– en los cuales la víctima prefiere padecer en silencio el agravio que implica este hecho de extrema violencia en su contra.

Y justamente porque se trata de una conducta inexcusable es que resulta obligado cuestionar cuáles son las estrategias que las instituciones públicas –y la sociedad– han diseñado para responder al fenómeno y lograr su abatimiento, única respuesta admisible ante los hechos.

En relación a esta realidad es necesario ser absolutamente enfáticos: la única meta deseable en este caso es que la estadística se reduzca a cero. Ni una sola mujer –y ninguna persona– puede ser sometida al agravio mayúsculo que implica la irrupción violenta en su intimidad.

Lo más importante es que ni una sola persona sufra tal vejación y para ello es necesario combatir sin ambigüedades los patrones socioculturales que prohíjan la conducta"

Esa meta no puede ser soslayada por las autoridades y no puede ser ignorada por las personas en lo individual. Quienes integramos la sociedad –todos, sin excepción– debemos comprometernos a denunciar cualquier caso de violación y las autoridades deben comprometerse a prevenir que tal hecho ocurra.

Adicionalmente, desde luego, debe investigarse, perseguirse y castigarse a todo perpetrador de este hecho, pero esta debe ser la última opción. Lo más importante es que ni una sola persona sufra tal vejación y para ello es necesario combatir sin ambigüedades los patrones socioculturales que prohíjan la conducta.

En este sentido es necesario decir que si las estadísticas se encuentran en los niveles que reportamos en esta edición, eso es indicativo sólo de una cosa: no se ha desarrollado –y mucho menos desplegado– una política eficaz para prevenir tal delito.

Una mujer cada 24 horas, denuncia hoy ser víctima de violación. ¿Acaso necesitamos que esa estadística se incremente para actuar? Responder afirmativamente al cuestionamiento anterior sería, desde luego, una aberración, pero también lo es que frente a la abominable estadística que hoy consignamos, la respuesta sea la indiferencia.