Descomposición social

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Descomposición social

La vida en México está no a punto de pulverizarse, de corromperse del todo, no; ya está descompuesta, podrida, contaminada. La descomposición del tejido social en el País es brutal. Nadie se salva de la hoguera. Nadie. Cuando se empiezan a rasgar las vestiduras los habitantes de tal o cual círculo, apenas tienen tiempo de llorar, cuando un escándalo de igual o mayor calado los asfixia. Insisto: en todos los órdenes del quehacer cotidiano en el País. No solo en Veracruz, no solo en Chihuahua, en la ciudad de México. Coahuila está en los primeros lugares con problemas graves.  

Dos casos sonados de asesinato han venido nuevamente a mover el enjambre y tenor de pesadilla y violencia con lo cual vivimos. A ocho días del hallazgo del cadáver del notario público de Monclova, Raúl Tomás Alton Garza -muerto de manera sádica por su propia esposa, Rosa Nelly Luna, y enterrado en su jardín-, otro caso más se hizo público. María Inés González con ayuda de Juan Antonio Agüero, dieron muerte y luego sepultaron en su casa a Juan José García, desaparecido desde el pasado mes de diciembre. No estaba desaparecido, lo había matado y enterrado. Con diferencia de días, dos casos idénticos en Monclova.

Usted agregue a lo anterior y en lo que va de este año 14 suicidios y cuatro feminicidios, iniciando el apocalipsis con la muerte a tiros en el fin de año de 2015 de  María Córdova a manos de su expareja, Julio César Cortés. El panorama es entonces desolador. Cada tres días, un humano se suicida sólo en Saltillo. En el caso de la esposa del notario, según los dictámenes médicos, padece un trastorno mental. Y resulta increíble en este tiempo de internet, cultura de derechos humanos y estudios universitarios que ambos tenían, que el notario Garza no pidió ayuda. Ni para él ni para su mujer. Está muerto. El otro lado de la moneda es el caso de Juan José García, apodado “El Diablo”, quien junto con su compañera y amigos, solían drogarse con solventes. Fritos ya del cerebro, eso que presume Rubén Moreira, “calidad de vida”, para ellos era letra muerte. Dos casos paradigmáticos en Monclova y en días.

Unos, estudiados. No pidieron ayuda. Los otros, el lumpen, tampoco. Los extremos se tocan siempre. Más leña. Las autoridades han sido incapaces de dar respuesta eficaz a la desaparición forzada de personas, fenómeno que se sigue presentando en todo el País. El anterior dictamen y bosquejo es de Luis Raúl González, presidente de la CNDH. Los datos se desprenden del Informe 2015 de labores. Coahuila es de los punteros con un alto número de expedientes abiertos.

Esquina-bajan
¿Ya lo notó? Y aquí todos presumen que el Gobernador y varios de sus empleados, Armando Luna, Xavier Diez de Urdanivia, Luis Efrén Ríos y otros, traen años pegándole a la mamada del respeto de dichos derechos humanos que en el papel están perfectos, pero en la práctica y debidamente documentados por la CNDH, en Coahuila sigue habiendo desapariciones forzadas y nadie hace nada, y sí se cuestiona la capacidad de los autoridades locales al respecto. Por su parte, Human Rigths Watch (HRW) al presentar también su Informe anual, dijo que las desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y torturas son violaciones a los derechos humanos cometidas con frecuencia por fuerzas de seguridad en todo el País. 

En este ambiente de violencia e impunidad, solo queda tomar justicia por propia mano. Han vuelto a aparecer los linchamientos en México. En la última semana de enero, dos casos, uno en Puebla y otro en Edomex, hablan del hartazgo de la sociedad ante un clima de zozobra y donde la población no cree en sus autoridades. Vecinos hartos de los delincuentes mataron a golpes en Acatlán de Osorio, Puebla, a un  ratero que entró a una casa particular. Fue Víctor Alvarado Martínez de 37 años. Al ser descubierto, una turba de vecinos enardecidos lo golpeó hasta matarlo.

En el Estado de México, atado a un árbol y rociado de gasolina, un vándalo estuvo a punto de ser quemado vivo. La Policía pudo rescatarlo con vida de los lugareños los cuales no lo querían perdonar. Este ambiente de hartazgo, crispación, rencor social y descomposición del tejido de la sociedad completa, se da lo mismo en Monclova que en Puebla, en Veracruz o en Saltillo. Y un dato más del cual le venía yo advirtiendo desde el año pasado: en México somos un país de jodidos, somos un país de pobres (soy puntero en ello. Gulp). No queremos transparencia, lo que queremos es comer. En enero tengo documentados cinco robos por hambre en la región.   

Letras minúsculas
Como el delito se considera “robo a negocio”, no hay fianza y hay pena corporal. Tener hambre en Coahuila se pena con cárcel. Puf. Volverá al tema megarecargado.